En el entorno de Santiago Peña reconocen que no habrá ruptura con Horacio Cartes, el norte de un sector del coloradismo, de algunos empresarios y también de los medios más crÃticos con los manejos de Honor Colorado. El presidente le debe su lealtad por haberlo llevado al cargo, y además hay cariño personal y, sobre todo, astucia polÃtica. Después de todo, Peña está al frente del Ejecutivo y la gestión del dÃa a dÃa aparece como la mejor vÃa para construir poder proprio.
Desde el gobierno ya dejaron de insistir con el "peñismo", una palabra que llegó a exasperar los ánimos de los más ortodoxos dentro del comando de Honor Colorado, y que solÃa aparecer cuando el presidente se cortaba solo y anunciaba grandes iniciativas como Hambre Cero o la ley de la Superintendencia de Jubilaciones, casi como un amuleto. Hoy no hace falta recurrir a ese sustantivo abstracto, pero en la realidad Peña viene pavimentando su propio proyecto.
Las movidas que viene haciendo el presidente están por todas partes, solo hay que prestar atención. A finales de agosto y desde Pilar, cuna de Pedro Alliana, Peña consagró a su número dos como precandidato presidencial para 2028. El anuncio dio una inyección de confianza a la dupla y puso en segundo plano a Juan Carlos Baruja, el otro presidenciable del cartismo y hombre cercano a Cartes.
A medida que se va sintiendo más cómodo en el sillón de López, Peña asume las fricciones esperables entre el partido y el gobierno, aunque ahora prima su decisión. De los cambios previstos en el gabinete no se concretó ninguno. Claudia Centurión, cercana al mandatario y una funcionaria puramente técnica, no solo no salió de Obras Públicas -puesto que persigue Baruja-, sino que fue premiada como miembro del Consejo de Administración de Itaipú después de la renuncia de Lea Giménez.
Peña tampoco se desesperó con el desplazamiento de su jefa de gabinete y mano derecha. Cuando veÃa venir una batalla por la sucesión, el presidente se apuró a aclarar que la jefatura quedarÃa vacante y dejó el comando sin opción. La conducción del Ejecutivo es una prerrogativa del presidente. Resulta una obviedad, pero no lo es tanto en Paraguay. Y en el Partido Colorado se quedaron con las ganas de seguir avanzando sobre el gobierno central.
Más allá de la especulación sobre el retorno de Lea -su salida fue inesperada y poco clara-, Peña quizás se sienta menos acompañado que antes, aunque no menos entusiasmado. Entre las presiones del partido y la reaparición de Mario Abdo BenÃtez, que por momentos se muestra como su némesis, cuenta con su investidura y con el poder que emana de ella. Pasaron varias semanas del affaire Tabesa y el presidente está a punto de subirse a un avión para ir a Nueva York.
La polÃtica exterior -y la relación con Estados Unidos- es quizás la lÃnea roja más importante de su gobierno. Para Peña está claro que Marc Ostfield no es Joe Biden, asà como la sanciones a su jefe polÃtico no equivalen a los intereses en juego con Washington. Tampoco está dispuesto a seguir usando los guantes de seda con el ala más radicalizada del cartismo. Sus diferencias con la ley anti ONG que prepara el Congreso y el distanciamiento con la comisión antilavado de Dionisio Amarilla y Gustavo Leite son una novedad.
Como cualquier persona con discernimiento, decencia y en ese caso también responsabilidad, Peña concluyó que el doxeo a periodistas y activistas crÃticos implicaba sobrepasar ciertos lÃmites y hasta un punto de no retorno. También entendió que no puede ser arrastrado al fango junto a la ley contra las organizaciones no gubernamentales, menos aun cuando intenta vender al paÃs como un lugar previsible, con seguridad jurÃdica y amistoso con el capital extranjero.
Yd y Peña se dan un abrazo en Encarnación y garantizan la paz para trabajar por el Rally Mundial
En el cartismo corporativo también genera rechazo el juego de los senadores más intransigentes. Los medios del Grupo Nación dejaron de hablar de la ley anti ONG, al menos esta semana, y no se plegaron a las filtraciones que subió a redes sociales el ejército cartista de trolls. Peña ya se lo dijo más de una vez a los dirigentes más cercanos a Cartes: esas medidas no ayudan a nadie, ni al gobierno ni al lÃder del movimiento.
Frente a los necios, Peña apuesta por nuevos interlocutores. El presidente dio alas a la candidatura de César "Cesarito" Sosa para el Consejo de Gobernadores y ahora le busca algún tipo de rol para potenciarlo. El proyecto de poder del mandatario pasa por lo territorial. La crisis que precedió a Hambre Cero fue una lección y ahora el panorama luce diferente. Donde antes habÃa desconfianza ahora asoma la colaboración. Donde habÃa dudas sobre liderazgo emergió una figura que garantiza un win-win para todos.
En otro giro de autonomÃa, Peña convocó el jueves y por sorpresa a los senadores de la oposición. El presidente se animó a recibir los reproches por la ley anti ONG y la comisión "garrote", además de la persecución que le atribuyen al cartismo, y que tuvo su punto álgido con la expulsión injustificada de Kattya González, pero también aprovechó la reunión para pedir apoyo a la ley de la función pública y al presupuesto para el año que viene.
De unos meses a esta parte, el gobierno se esmera por encontrar aliados entre los gobernadores y la oposición. Para el encuentro con los senadores contó con la ayuda de Basilio "Bachi" Núñez, hasta hace poco resistido por la Bancada Democrática y cercano a Cartes. A los senadores cartistas no les gustó nada la iniciativa de Peña y salieron corriendo a Mburuvicha Róga para salir en la foto y que la reunión no fuera monopolizada por el presidente y los opositores. Es la tensión que persigue a Peña, pero que ya empieza dominar con más soltura.
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