
Santiago Peña debe reunirse con Lula Da Silva antes de fin de año para acordar la cifra de la tarifa de Itaipú. Según el presidente, tanto él como su par brasileño están en medio de una discusión filosófica. Para Paraguay, su futuro, y sobre todo la oportunidad de pegar un salto en el desarrollo, está atado a la hidroeléctrica
El mandatario estimó que Itaipú tiene una vida útil de al menos 100 años, con un valor de USD 80.000 millones. El cálculo es impresionante si se lo pone en perspectiva: solamente el lado paraguayo vale más que todo el producto bruto interno (PBI) del paÃs.
Peña conversó con Lula acerca de una propuesta concreta, que es darle a la binacional un cambio de rol, por fuera de la mera generación de energÃa, apuntando a convertir la hidroeléctrica en una fuente de desarrollo mediante inversiones entre ambos paÃses.
Una de las opciones es un fideicomiso, como sugirió Lea Giménez, o un fondo soberano, que es la propuesta del senador Gustavo Leite. El objetivo es destinarlo a hospitales, universidades, transporte y a la inversión privada, ya que a partir de esta nueva etapa se generará un adicional, luego de que la deuda por la construcción quedara cancelada en febrero pasado.
Ese adicional producto de la cancelación reportará USD 1.000 millones al año (USD 2.000 en total junto al lado brasileño), que se suma a los USD 320 millones que recibe el lado paraguayo actualmente por la producción de energÃa.
Sin embargo, el terreno no es fácil en Brasil, donde Itaipú no es visto como un asunto igual de crucial como en Paraguay, que tiene que competir además con la tesis de Bolsonaro de reducir lo máximo posible la tarifa, contrario a las intenciones del gobierno de Peña. Para intentar convencer a los negociadores, el presidente insiste en que las grandes inversiones públicas traerán mayor beneficio que solo enfocarse en reducir la tarifa unos centavos.
La diferencia es que en el paÃs vecino se tienen intermediarios en la distribución, mientras que en Paraguay el sector público se encarga de todo, desde la generación hasta la transmisión, por lo que los incentivos son distintos, según admitió el propio presidente. El andamiaje institucional de Brasil y los actores implicados pueden ser una traba a la hora de sumar al socio mayor de Itaipú al plan de inversiones, pero no imposible.
El tratado de Itaipú cumplió 50 años el pasado 13 de agosto, por lo que debe renegociarse el Anexo C, que se estima será en el año entrante. La postura paraguaya es mantener el acuerdo como está, ya que Peña no quiere entrar en el desgaste de confrontar con el Congreso brasileño, que seguirá de cerca el uso que pretenda hacer Lula con los proyectos socioambientales y de infraestructura, financiados mediante la factura eléctrica que pagan los usuarios brasileños.
La negociación de la tarifa en tanto va por cuerda separada. Peña defiende un monto de 22,60 dólares el kilovatio al mes. Actualmente está en 16,71 dólares el kilovatio al mes, lo que permitÃa pagar la deuda de la obra, ahora ya saldada. Por eso el lado paraguayo quiere equilibrar y aumentar la tarifa, atendiendo al adicional generado.
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