El proyecto de "devolución premiada" presentada por el diputado cartista Yamil Esgaib no cayó bien. El presidente Santiago Peña lo ve casi como una provocación innecesaria a esta altura del año, y de su gestión, en Estados Unidos lo perciben como un paso en falso en la agenda anticorrupción del gobierno paraguayo y en la bancada de Honor Colorado en el Senado no piensan acompañar la iniciativa, como adelantó en exclusiva LPO.
Pero Esgaib no juega en solitario. Luego de haber sido suspendido por comentarios machistas y agresiones a diputadas de la oposición, volvió a la cámara baja con un proyecto que apenas fue consultado con el Ejecutivo, si bien recibió media sanción en Diputados. La pelota quedó en la cancha del oficialismo y los legisladores abdistas salieron a desmarcarse del cartismo con una contrapropuesta para elevar las penas de los funcionarios corruptos.
El autor de la ley es Daniel Centurión, uno de los leales a Mario Abdo BenÃtez y quien resiste integrarse a una bancada única del Partido Colorado. Mientras los disidentes del coloradismo guardan silencio en ambas cámaras, el diputado de Fuerza Republicana presentó el proyecto que "aumenta las penas a funcionarios públicos condenados por corrupción y permite aumentar los plazos de prescripción".
Por los tiempos parlamentarios, al borde del receso de verano, la iniciativa no prosperará. La intención de Centurión es poner un freno a la avanzada cartista y despegarse de la aprobación de la superintendencia de jubilaciones y pensiones. El diálogo dentro de la ANR existe y es fluido, a través de los titulares de ambas cámaras, Raúl Latorre y Beto Ovelar, y del vicepresidente Pedro Alliana, el interlocutor privilegiado de la familia colorada.
Los diputados del FR preferÃan postergar la sanción de la reforma jubilatoria y no se plegaron al apuro del oficialismo. Se los transmitieron a Alliana y entonces el gobierno activó a la bancada de Honor Colorado para pasar la norma que creaba la superintendencia. Sin embargo, en la cuestión de fondo de la ley de Esgaib, el abdismo se convirtió en el abanderado de la legislación anticorrupción promovida por la administración Biden en el periodo anterior. Es una marca de identidad que le permite diferenciarse de los cartistas.
Los sobrevivientes del abdismo -el expresidente se ha corrido de escena y no ejerce siquiera un liderazgo residual- se han unido a los dÃscolos como Blanca Ovelar y juntos establecieron una lÃnea roja: no habrá sumisión ni apoyo automático al gobierno. Aunque en la superficie reine la sobriedad, la interna colorado no termina de apagarse.
Mientras tanto, el oficialismo apela a la ambigüedad. Bachi Núñez, que fue ratificado en el liderazgo de la bancada oficialista en el Senado, tras amagar con su salida, blanqueó lo que este medio publicó el fin de semana. Honor Colorado bloqueará la ley de Esgaib en la cámara alta y librará a Peña de la incómoda posición de vetar una ley que ponga en el foco público la corrupción y la intención de un sector del cartismo de blanquearla. Con todo, el gobierno seguirá con su objetivo de domar a los colorados no oficialistas.
Las bancadas coloradas se unifican en Diputados y el abdismo queda al borde de la desaparición
De hecho, Peña lanzó este miércoles un mensaje a los colorados no alineados. El presidente compartió en redes sociales una foto con Bettina Aguilera, Germán Solinger, César Cerini y BenjamÃn Cantero, los diputados de la autodenominada bancada colorada independiente, que en la práctica es una garantÃa de gobernabilidad para el Ejecutivo. La conducción de la ANR la marca el presidente de turno, la única alternativa para los abdistas y dÃscolos, aunque se demoren en aceptarlo. Pero desafÃo de la disidencia sigue en pie.
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