
La herencia de "embajadas vitalicias" es toda una tradición de nepotismo duro que se repite en la Cancillería desde la época de la dictadura de Alfredo Stroessner. Es el caso de María Leticia Casati Caballero, hija del fallecido Luis Ángel Casati, eterno embajador paraguayo en el Vaticano.
Esta semana fue nuevamente confirmada por la comisión de Relaciones Exteriores del Congreso para ocupar el cargo heredado por su progenitor como embajadora plenipotenciaria ante la República de San Marino, con sede en el Vaticano, a pedido del presidente Santiago Peña, quien no pudo salir de la lógica de cumplir con un patrón muy críticada en los pasillos de la Cancillería.
Cancillería inicia una purga de diplomáticos y hay temor entre los colorados no oficialistas
"En Cancillería lo único que pesa para que avances es tu apellido. María Leticia Casati es un claro ejemplo. Todos estos embajadores fueron protegidos por la ley 1335 que fue derogada recién en 2022. Todos pasaron a ser escalafonados, no importaba si eras de la academia, si eras escalafonado y de familia de un embajador, esa embajada quedaba para vos", comentó una fuente diplomática a LPO.
Este medio accedió a uno de los mensajes que el propio Juan Pablo II entregó al padre de María Leticia, a quien felicitó por el periodo de democracia que Paraguay iniciaba con la convocatoria a la Convención Nacional Constituyente del 1992.
"Cabe destacar la Convención Nacional Constituyente, ya en gestión, a la que tantas personas de buena voluntad de su país están entregadas con dedicación y esfuerzo. Hago votos para que cuantos participan en la elaboración de la Carta Magna de la Nación sepan dar una adecuada expresión a las legítimas aspiraciones del querido pueblo paraguayo", dice el mensaje escrito por su santidad con fecha del 7 de octubre de 1991.
Sin embargo, María Leticia no esconde los elogios a la carrera diplomática que su familia ha logrado preservar durante dos generaciones. En su trayectoria se destaca el rango de ministra que consiguió en 2015, logrando alcanzar la embajada de su padre en 2022, bajo la administración de Mario Abdo Benítez. Esto sin antes pasar por cargos de relevancia como el de representante ante la Unesco, al que ningún funcionario diplomático con apellido común podría acceder.
"Tengo recuerdos maravillosos. Me tocó acompañar a mi padre en varias ocasiones y ver el cariño y la relación de que mi papá pudo entablar con Juan Pablo II. La verdad es que mi papá me dejó una vara muy alta que espero poder alcanzar", declaraba tras acceder a la representación ante la Santa Sede.
La frustración entre el cuerpo diplomático es evidente. "En la época de la dictadura solo había embajadores hombres. Estos no dan lugar a otra gente. Estos eran colorados stronistas. Yo no puedo acceder desde el año 2000 como consejero, pero no pude porque no tengo el apellido. Esto es nepotismo y está prohibido por ley. Ellos fueron escalafonados, no hicieron el examen en la Cancillería, todos entraron por la ventana", denunció la fuente.
Con la vigencia de la Ley 6935 del Escalafón Diplomático y Consular y del Servicio Administrativo y Técnico, impulsada por la senadora Lilian Samaniego, muchos herederos de embajadas fueron perjudicados, aunque otros, como Casati, siguen disfrutando del cargo legado por sus familias.
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