Política
Esteban, Wado y la post grieta
Por Pablo Cano
La superación del empate que sostiene a la grieta va terminar o por la imposición de unos sobre otros o por la capacidad de perforar el microclima y conquistar la respuesta humana y empática que la ciudadanía demanda a la política.

¿Cómo reconstruimos el sistema político argentino? A exactos 20 años del "que se vayan todos" podríamos decir que aquella consigna que disparaba la pregunta estructural tiene plena vigencia y casi los mismos fundamentos. Si en aquel entonces esa demanda emergía por la urgencia epidérmica que disparó el corralito al mismo tiempo que se cocinaban las variables que harían llegar la pobreza por arriba del 40% a principios del 2002, hoy se sostiene -con niveles de pobreza similares- quizás menos enfática pero con raigambre estructural mucho más profunda y apalancada sobre una sostenida frustración que se irradia ya no solo sobre el sistema político, sino sobre la propia democracia.

La visceralidad punk que hemos visto en la última campaña en varios actores de la oposición y el repliegue gestual del oficialismo sobre su zona de confort han simplificado sobre emociones muy primales el discurso político quitándole a la sociedad todo espacio de discusión racional y ejerciendo un modo de hacer política que conduce a lo que los economistas denominan "profecía autocumplida": los políticos se convencen que "la gente" solo les demanda castigar al otro, entonces profundizan su discurso de representación de no Macri/no K y al final del día los resultados electorales se decodifican en una demanda ramplona de halcones y fundamentalistas todo eso en un país inmerso en una espiral descendente que se autopercibe como en un sinfín.

Ahora bien, ¿es razonable sostener que el 42% que a nivel nacional votó a JxC tenga como principal objetivo satisfacer su odio contra CFK? Del mismo modo, ¿el 34% que votó FdT lo hace por miedo a que vuelva "la derecha macrista"?

Es difícil arriesgar que más de tres cuartos de la sociedad se moviliza sobre enconos y temores personales a la hora de ejercer su rol de ciudadanía, sobre todo, porque aun en la síntesis más rabiosa debe estarse a que, antes que esos sentimientos, la gente vota por su imperativo básico como especie, la supervivencia, y eso se traduce en los servicios elementales que debería brindar un proyecto político: comida, seguridad y futuro (a). Lo que está en crisis, entonces, es la capacidad de la política para resolver esa demanda y la política -ante la incapacidad de explicar cómo lo puede resolver- se apoya en los sectores más radicalizados que tributan a una explicación de "porque no se puede resolver" que viene siendo una constante en los últimos años a medida que se profundiza la desigualdad en todo el globo... "no se puede resolver por culpa del otro".

Así se arma el fabuloso negocio de la grieta que explica, entre otras cosas, el "éxito" de señales de cable que piden 2, 4 puntos de rating cuando en la misma franja horaria Masterchef mide 20 (b). Me podrá decir que comparo peras con olmos... le contestaré que ambas audiencias reflejan cantidad de personas y que -todavía- cada persona es un voto.

El quid sigue siendo la pregunta abierta hace 20 años: ¿cómo reconstruimos el sistema político? Y la novedad de estos días la traen dos referentes claros de la grieta: Esteban Bullrich, que tiene el privilegio de ser el único que le gano un mano a mano a CFK, y Wado de Pedro, un camporista nacido en la tragedia de los setenta, cocinado en la resistencia al menemismo y emergente de la década ganada. A caballo de sus historias personales han perforado el microclima de la política logrando aquello que surge como carencia tanto en focus como en cualquier grupo de wasap: el reclamo a los políticos de mostrarse cercano, empático, humano.

Vale decir que ni Bullrich ni De Pedro han salido a contar una versión edulcorada ni de la política ni de cómo su propia tragedia personal impacta en su función como políticos, pero han permitido mostrar personas que pueden dialogar sin por ello dejar de ser diferentes. Al mismo tiempo, se han mostrado permeados por el dolor que afecta a toda persona en su paso por esta vida rompiendo ese cerco que rodea el palacio donde transita la política y que, muchas veces, es funcional a la endogamia de la misma. En un sentido común que viene imponiéndose silenciosamente se asienta una idea clara sobre el presente y un intríngulis fatal para el futuro, el hoy es una lenta agonía cuya originalidad es que espera una explosión que nadie puede predecir ni cuando ni cómo y ni siquiera si finalmente ocurre.

El mañana del país plantea un ejercicio de huevo/gallina con la pregunta que dispara esta columna: ¿Cómo conseguir los dólares que Argentina precisa para recuperarse y crecer? La post grieta -cuando llegue, porque inexorablemente todo pasa- se trata de resolver quienes asumirán los costos que impondrá el mecanismo que se decida para conseguir los dólares que faltan. El empate hegemónico que tenemos impuesto también sucumbirá ante esta necesidad y será por un ejercicio de coptación y dominación de uno de los espacios por el otro o será porque los Wado y los Esteban que hay en la política logran imponer un sistema que aprenda de sus tragedias para razonar que el país que viene no puede emerger de una guerra civil silenciosa ni de la lógica de vencedores y vencidos.

El riesgo de no hacerse cargo de este presente no va a modificar la necesidad de responder las preguntas formuladas, sólo hará mas doloroso el tránsito hacia sus respuestas.


(a) Si llevamos esto a un análisis sociológico elemental, podríamos fundar en este trípode el sostenimiento de los gobernadores peronistas en el NOA/NEA y también explicar la vigencia del PRO en CABA (dejo para otra discusión los matices con los que cada lector quiera refutar o reafirmar este punto).

(b) Datos de IBOPE en noviembre 21 de rating en prime time de LN+ y de Telefe.

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