Editorial
Es el Fin (del cepo)
Por Pablo Cano
¿Cuándo un gobierno está en problemas?, cuando pierde el dominio de la expectativa. Sobre todo, si estamos hablando de las expectativas de aquellos a los que el gobierno les habla (los mercados).

Entre otra de las tantas singularidades que ostenta el periplo de Javier Milei, estamos frente a una gestión que no está tan mal con la gente, o por lo menos con su base electoral pese a que no le tira un centro en términos operativos, y sin embargo licua su capital político en el altar de una interpretación de la actualidad económica disonante tanto con ortodoxos como con heterodoxos en la materia, habiendo en ambos equipos una mayoría de gente que comparte el rumbo... esto sólo explica porque Argentina tiene mayor cantidad de psicólogos por población que cualquier otro país del mundo.

Un par de asteriscos antes de cumplir con lo prometido en el título, el primero sobre el nivel de aprobación de Javier Milei. Tomemos el 50% que le da el promedio de todas las encuestas que circulan. Diseccionemos el mismo. En términos electorales: el 50 y pico votó el año pasado 3 veces seguidas claramente en contra del peronismo, Javier va dejando en el camino el pico. Abordemos por conformación emotiva/ideológica: entre un cuarto y un tercio de la población es antiperonista con un alto grado de intensidad antikirchnerista ("en el único lugar del mundo dónde la bala no sale es acá" escuchado en un focus silvestre del conurbano como comentario al atentado contra Trump). Ergo la mitad del apoyo a Milei, por lo menos, se expresa por su aversión al peronismo. Por último, veamos el apoyo a Milei en términos históricos y podemos ver que en una circunstancia mucho mas radical que el simple ejercicio de contestar una encuesta, Macri obtuvo el 41% de los votos en el contexto de los peores números macro y micro de su gestión. Al final de cuentas, si el fenómeno Milei es una bisagra en la composición política del presente siglo, en cuanto al volumen y a la integración del mismo, todavía se le parece mucho al sistema de representación que pretende superar.

El otro asterisco es sobre la viabilidad del surgimiento de un "trumpismo global" que empuje soluciones mágicas para la Argentina en 2025 y que sólo resta llegar allí. Revisen la geopolítica del 2018, revisen el peso de Europa y China en el FMI, atiendan a las consecuencias que prevé Europa (la OTAN) ante una victoria de Trump y verán las limitaciones de tal fantasía. Por el contrario, hasta se podría aventurar que un eventual salvataje de Trump para con Milei es el escenario propicio para laterizar el conflicto de fondo que podría abrir Donald en su interpretación del nuevo orden mundial.

Elige tu propia salida

La situación económica y financiera que atraviesa el gobierno presenta características similares a eventos cercanos en los cuales el mercado, frente a un contexto externo e interno voluble, estima un atraso del tipo de cambio y/o una incapacidad del gobierno para hacer frente a sus obligaciones financieras. La singularidad de este contexto se dá por la particularidad del sistema político al que le toca sobrellevar la misma sumada a la preeminencia que adquiere la salida del cepo como nudo central del planteo que ordena tanto a los mercados como a los propios actores del gobierno.

Por lo tanto, las derivas posibles y su efecto político pueden resumirse en un puñado de escenarios sobre los cuales se puede elucubrar su desarrollo.

a) Salida del cepo con orden

Implica un nuevo plan económico (con nuevos actores) y posiblemente algún tipo de ayuda para fortalecer reservas. El salto cambiario será dado por el mercado y el pass trough puede ser amortiguado por la combinación de la recesión con la iliquidez que pueda provocar el gobierno.

Esto conlleva mayor recesión económica y mayor tensión social, pero si el gobierno logra absorber el primer golpe podría transitar el camino hacia las elecciones del 2025 con algo de aire.

En este escenario, si el impacto inflacionario es acotado, el gobierno recorre un entorno similar al que viene peregrinando hasta ahora dónde las dudas se abren por el mayor crecimiento del desempleo y la mayor pérdida del poder adquisitivo (impacto en clases medias) pero no luce mucho más insoportable de lo que vienen padeciendo hasta ahora las clases populares y los jubilados.

Frente a esta situación que profundiza los perfiles del proyecto del gobierno, se obliga a la oposición, primero, a encolumnarse adentro o afuera del oficialismo y luego, a un relato de confrontación de modelo y de competencia electoral que ya no podrá abonar la crisis política como narrativa ya que la misma será reconducida. La estabilidad política versus la crisis de las mayorías populares es un eje más próximo para interpelar a quienes nunca acompañaron al gobierno y empezarán a visualizar un recorrido aún muy largo para cambiar el agobiante contexto.

b) Salida del cepo desordenada

Si el gobierno pulsea con los mercados hasta que se redefina un nuevo régimen cambiario (y la consecuente salida del cepo y/o nuevo plan económico), la salida desordenada ya no será sólo un nuevo elenco de gobierno sino la cristalización de una nueva coalición política dónde -según el grado de la crisis y la muñeca comunicacional del gobierno- se presentarán dos derivas posibles: 1) la integración plena con el PRO, parte del radicalismo y de los peronismos provinciales amigables resolviendo cajas y candidaturas del 2025 con un acuerdo de relanzamiento. 2) La incorporación en algunos cargos puntuales pero de relevancia (ANSES, PAMI, Ministerios) de delegados de gobernadores que oxigenen al gobierno, resuelvan el panorama electoral en la franja central del país (Mendoza, Córdoba, Entre Rios) y le permitan reestructurarse de cara al 2025.

La crisis social y económica será igual a la prevista en el punto anterior con la salvedad de la velocidad de su desarrollo, lo que puede complicar aún más al oficialismo.

En el primer caso, el gobierno queda entrampado de cara al 2025 en un acuerdo político, pero preserva la centralidad del Presidente para el supuesto que le vaya aceptablemente bien después de la crisis.

En el segundo caso, la fragmentación de la oposición (peronista o no peronista) será el dato central. Habrá un partido del gobierno que se expresará de manera distinta en cada distrito con la muy probable tentación de hacer de la provincia de Buenos Aires la cabecera de la disputa (incluso promoviendo la división del peronismo y la promoción de espacios filoperonistas).

c) Crisis institucional

El colapso del gobierno por la sinergia entre la crisis económica y social es un escenario siempre probable en Argentina al que la ausencia de sistema político del Presidente lo torna aún más cierto. En este contexto también podrían configurarse dos estadios. El primero, una suerte de golpe interno dónde la reconducción del poder quede en manos de la sucesión presidencial con acuerdos de sustentabilidad parlamentaria y un llamado a elección en un plazo mediano (octubre de 2025) dando la posibilidad de intentar lo mismo que Duhalde en 2002, enderezar el rumbo económico y reordenar las alianzas políticas sin descartar la posibilidad de un reacomodamiento interno en LLA que le permita estar en ese cuarto oscuro.

La segunda, mucho más radical, es un adelantamiento de las elecciones para un período no mayor a 6 meses, un "gobierno de salvación nacional" sustentado sobre los acuerdos de paz social que pueden aportar los diversos círculos rojos y un ordenamiento de 2 ofertas electorales muy nítidas en la nominalidad pero mucho más solapadas en su agenda, es decir, 2 candidatos del sistema que garanticen orden y estabilidad.

La posibilidad de cada escenario está atada linealmente a las decisiones que tome el gobierno en este terrible invierno que le toca atravesar -otra vez el viejo adagio del Ingeniero padre del liberalismo argentino-, pero aquellos que miran la foto y han visto (otras) películas deberían tener presente que la última gran crisis tuvo como epicentro la largamente anunciada derrota del gobierno de la alianza en sostener la paridad de la convertibilidad. Sobre todo Sturzenegger debería recordarle a los campeones mundiales del ajuste que masacraron la inflación llevándola al 4,8 mensual que la tasa de inflación de todo el 2001 fue de -1,5%.

Fin.

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