Criptogate
"Yo no fui señorita, fueron las ratas inmundas"
Por Osvaldo Nemirovsci
Para dejar a buen recaudo el honor del presidente, sería muy útil que éste se someta a la justicia y que el Parlamento asegure que ese paso ocurra con todas las garantías de la ley.

El límite entre la participación objetiva o subjetiva en una estafa digital (como es el caso de Milei) debe decidirlo la Justicia, y el Parlamento debe garantizar que pase a la Justicia.

En ambos casos, se cometió delito, con distintas figuras y penas.

Pero delito existe.

Resulta que el presidente, promociona una criptomoneda de nombre $Libra, impulsada por anónimos y en dudosas cuentas digitales.

Pero Milei la promociona, con su estilo que tambien es un incentivo a que desprevenidos seguidores pongan algo de sus ahorros entusiasmados por el consejo, nada menos, que del presidente: "L a Argentina Liberal crece!!!", este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina" escribió en su cuenta de X a las 19,01. Un minuto después que esta criptomoneda comenzara a funcionar y atraer "inversores".

En virtud de que Milei hizo oficial su apoyo, la moneda con veloz excitación pasó en solo 43 minutos de casi 0 como valor a cotizar casi 5 dólares para luego de tres horas, ya a las 22, valía menos de 1 dólar.

Claro, en el medio, en esas tres horas prodigiosas para algunos, esos anónimos compraron a casi CERO y vendieron, conociendo el sistema pues para eso lo habían armado, a cinco veces más poco antes de que se desplome el valor. Se estima que las ganancias para quienes contaron con la información privilegiada pudieron llegar a 60 millones de dólares.

Milei no solo impulsó que este modelo tuviese el ritmo que tuvo, sino que al mejor estilo de promotor interesado incluyó en su cuenta, dos enlaces a "tiro de cliqueo" uno a la página del proyecto y otro colocando el tag del token promocionado y adjuntó el contrato para operar en esa billetera virtual. ¡Nadie le habia pedido tanto! Pero para estar seguros de esto, debe investigar la justicia.

A su vez, los iniciadores del "cuento del tío digital" se presentaron con una frase que los vinculaba política e ideológicamente con el presidente: "Como símbolo de este movimiento y en honor a las ideas libertarias de Javier Milei, lanzamos el token $LIBRA, diseñado para fortalecer la economía argentina" - ¡Total delirio y ciencia ficción al palo en todo este carnaval de nebulosas digitales!

Obviamente la movida tenía un solo fin; estafar en poco tiempo a la mayor cantidad de gente.

Para dejar a buen recaudo el honor del presidente, sería muy útil que éste se someta a la justicia y que el Parlamento asegure que ese paso ocurra con todas las garantías de la ley.

Hay una norma, la Ley de Ética Pública 25.188 (sobre todo en su Cap. 5 de Incompatibilidades y Conflictos de intereses y en el Cap. 7 de Prevención Sumaria) que impera que los funcionarios deben ser transparentes y no tener conflictos de intereses, como lo es alentar un activo financiero determinado, mientras se ejerce la función presidencial.

Pero también, y para resguardar la investidura presidencial, debe saberse si existen posibilidades que haya lavado de dinero en esta corrida digital y la existencia de diversas formas defraudatorias.

O sea, Milei apoya una criptomoneda, su apoyo es decisorio para otorgar credibilidad, en tres horas ese sistema mueve millones de dólares, deja inmensas ganancias para sus organizadores, se desploma y queda un tendal de estafados. Síntesis tipo noticia rápida.

Una vez ocurrido todo esto. Milei borra sus mensajes en X y dice, textual/literal e increíblemente: "No estaba interiorizado de los pormenores del proyecto y luego de haberme interiorizado decidí no seguir dándole difusión", alejándose así, mágica e impunemente de su actuación.

Una mirada ajena a cualquier interés político no puede dejar de apreciar que lo ocurrido es grave, que alguien/algunos anónimos incluyen en un sitio digital una propuesta de inversión y eso provoca que el presidente la apoye y promocione. Los valores suben, se disparan, esos anónimos venden todo, el precio cae al piso, desaparece el negocio y quedan cientos de personas en situación de estafa.

El gobierno no opina y como de costumbre, Milei finaliza esta historia con su habitual vulgaridad de idioma, desfasaje en su ira y falsedades en sus acusaciones.

¿De quién es la culpa de todo esto?

"De las ratas inmundas de la casta política que quieren aprovechar esta situación para hacer daño les quiero decir que todos los días confirman lo rastreros que son los políticos, y aumentan nuestra convicción de sacarlos a patadas en el culo. VLLC!

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