Editorial
Están rompiendo más de cien años de avances laborales
Por Osvaldo Nemirovsci
Milei, Caputo y Sturzenegger juegan con la destrucción de miles de hogares, que pueden perder y otros que perderán, su sustento.

"El Gobierno premia con un plus salarial a las áreas que más empleados despidan"

La crueldad tiene vuelto. Luego no pregunten, los que esto impulsan, como comienzan odios y desencuentros.

Esta medida rompe todo razonamiento de empatía social que cualquier gobierno debe mantener.

Es la aplicación del mercado más salvaje en el ámbito laboral, luego que durante añares se construyeran regulaciones y legislación en defensa de los trabajadores.

Esta gente, Milei, Caputo, Sturzenegger, juegan con la destrucción de miles de hogares, que pueden perder y otros que perderán, su sustento.

Los jefes de oficinas públicas van a echar a rolete, a buenos y malos, para cobrar ese plus.

Recordemos a Maradona cuando dice que "hay que ser cagón..." en este caso para no sumarse a impedir esta barbaridad que pone al derecho laboral argentino en la prehistoria.

El gobierno no quiere paz ni calma ni tranquilidad ni la mínima posibilidad que haya cuotas de felicidad en las casas de los laburantes argentinos.

Apuestan al caos, son "morbosos" como le gusta decir a Milei y están rompiendo más de cien años de avances laborales. No solo por el peronismo, tomemos tambien a Alfredo Palacios el socialista y a los honestos liberales como Joaquín V. González y Bialet Massé con su "Informe sobre el Estado de las Clases Obreras en el Interior de la República" de 1904.

La vulgaridad, tan usual en el habla presidencial, es solo la expresión verbal y formal, de un plan sistemático de destrucción del Estado y de demolición de derechos.

Son vulgares para hablar y son impiadosos intentando que los argentinos la pasen mal.

Nunca, en gobiernos electos democráticamente, se vio algo así.

E incluso en gobiernos surgidos de democracias fraudulentas y proscriptivas, tampoco hubo una decisión como ésta de avanzar sobre el bienestar de los trabajadores.

Ni Agustín P. Justo (1932), ni Roberto M. Ortiz (1938) ni Arturo Frondizi (1958) ni Arturo Illia (1963) por mencionar gobiernos con cierta duda en su origen democrático, hicieron esto. Ni cerca.

Sepamos, para que no se escandalicen las bellas almas que siendo opositores el votan todo, que es tan legal, en nuestra Constitución que un presidente ejerza su mandato ganado en las urnas, como impulsar, con el debido proceso legislativo, el juicio político para destituirlo.

Y eso está en manos de los 257 diputados y 72 senadores.

A esta altura, el verbo "frenar" tal vez haya que cambiarlo por "sacar" y eso no es ninguna variable golpista. Cumplamos la Constitución con valentía.

Pero claro, le siguen votando facultades que no puede ejercer y autorizaciones prohibidas (como el endeudamiento) y los cheques en blanco, que le dan al Poder Ejecutivo cubren la miseria y entrega de muchos senadores y diputados.

Y los cheques, que vuelven, lucen una impactante tinta negra. No son en blanco.

Y las argumentaciones lastimosas, forzadas y carentes de toda ética, son variadas: "por última vez eh, estoy en contra, pero voto por las necesidades del pais..." y sarasa tras sarasa, tras canguelo político, tras olvidarse que los votaron en listas opositoras, precisamente para oponerse.

El Congreso es una cloaca. No frenaron la debacle, no la frenan ni muestran el coraje para impulsar actos políticos y legislativos en defensa de una población que está siendo golpeada con morboso placer por Milei y su inculta y desaforada banda de ministros.

Pocas veces se vio algo peor.

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