Justicia Social
Laudato Si y un nuevo contrato social post pandemia
Por Víctor Colombano
Es el momento poner la mirada en el futuro y de generar un nuevo contrato social en Argentina. Los que menos tienen deben empezar a ser una prioridad para todos los gobiernos de turno que vengan. La figura del Papa Francisco debe ser nuestro ejemplo a seguir e imitar.

A dos años de su asunción, un 24 de mayo de 2015, el Papa Francisco daba a conocer al mundo una nueva Carta Encíclica "Laudato Si", acerca del cuidado de la casa común. Una Encíclica que trató de romper diferencias ideológicas, morales y todas aquellas que se cruzaran en el camino, hablándole a toda la humanidad, con un lenguaje claro y profundo, penetrando en el corazón y las mentes de los líderes mundiales hasta los militantes del último pueblo del lugar más remoto de este planeta, proponiéndoles una mirada integral del ser humano. Nos hizo, y hace, reflexionar en varios sentidos de la vida cotidiana tanto en lo individual como en lo colectivo, nos pide una profunda reflexión sobre el cuidado de nuestra casa común desde un punto de vista inclusivo y amplio.

El tema central de la Encíclica es la ecología en el más amplio sentido, desde una perspectiva integral, abordando todas sus dimensiones: natural, social, económica. Cuando nos habla del cuidado de la casa común nos propone hacerlo desde la responsabilidad absoluta que depende la supervivencia de todos los seres vivos que habitamos este planeta.

Hoy vivimos una crisis sanitaria por una pandemia que azota al mundo y una profunda crisis económica producto de la enfermedad y de una toma de deuda irresponsable que nos llevó a una situación compleja. En este contexto, y pasando un considerable tiempo en cuarentena, es necesario tomar lo mejor de nosotros y de esta encíclica para pensar cómo vamos a continuar una vez que la vida comience a normalizarse, cuál será el próximo y nuevo contrato social al que los argentinos nos tendremos que adecuar. Está claro que de esta manera no podemos seguir pero estoy seguro que somos capaces de enfrentarlo, hemos salido de crisis anteriores pero esta vez la salida tiene que ser en conjunto, pensando en el bienestar de absolutamente todos.

La única forma de terminar con la pobreza, el hambre y la injusticia en todos sus sentidos es que pensemos que estos problemas nos conciernen a todos, que las soluciones nos involucren solidariamente a toda la sociedad sin exclusiones y para eso se necesita inexorablemente un nuevo contrato social entre los argentinos.

Planteado en términos generales, quisiera realizar una reflexión sobre lo que nos propone Laudato Si y vincularlo a nuestra realidad, no pretendo hacerlo como un simple relator de la realidad sino que sirva como compromiso y ayude a la reflexión para comenzar un camino de verdadero cambio en el futuro inmediato, ya que el tiempo apremia y la situación social y política requiere un encuentro y un cambio de paradigmas urgentes.

La encíclica nos lleva a reflexionar sobre el progreso irracional, sobre el sistema económico financiero, la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, los niveles de contaminación inadmisibles. Nos hace una especial invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates verdaderos y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional, regional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.

Nos hace reflexionar sobre los sistemas económicos excluyentes, los que generan inequidades y pobreza, apunta al poder financiero internacional. En cierto aspecto las políticas liberales hacen que las sociedades pongan énfasis en el individuo, en el consumo, en la meritocracia, en el hedonismo, en el relativismo; es decir, un individualismo económico y social mezquino incapaz de interactuar entre la totalidad de los seres humanos, más bien dedicado a relacionarse con lo material y exento de su responsabilidad comunitaria, nos introduce en la nueva cultura del descarte, en su momento, y en situaciones históricas distintas de nuestro país, se hablaba de la cultura de la "destrucción del hombre argentino".

La economía liberal no es una ciencia sino una ideología del descarte, de exclusión. Está claro que cuando alguien gana en forma desmedida, hay otro que pierde en forma desmedida y, a este último, le va a costar muchísimo ingresar en un sistema justo.

Es muy oportuno que con la ayuda de Laudato Si, la realidad que nos toca y pensando en un futuro mejor, reflexionemos sobre el peligro que esta realidad nos lleva al egoísmo de olvidar y ser indiferentes al que se quedó atrás en lo social. Si nos pasara esto el riesgo de realizar un nuevo modo de vida será muy difícil.

Hoy se nos presentan y nos presentan desde distintos intereses individuales distintas formas de divisiones, grietas, separaciones allí está el gran desafío de los argentinos en desechar todas esas falsas opciones y construir la verdadera opción superadora.

Es el tiempo oportuno de dejar atrás nuestras miserias y proponernos actuar con responsabilidad, solidaridad, conciencia, sensatez y compromiso para que el futuro pueda tomar un rumbo más prometedor, ninguna grieta puede más que el bien común de los argentinos.

Usemos los que nos pasa, que la reflexión nos incomode por dentro, que nos haga cuestionar la realidad, nos tenemos que reconocer parte de una única familia argentina y se tiene que sostener en las columnas de la solidaridad, la empatía, la igualdad, la justicia, valores que repararan nuestra casa común.

Dijo Francisco: "Sólo si nos damos cuenta de que nuestra verdadera riqueza son las relaciones y no los meros bienes materiales, encontramos formas alternativas de vivir en una sociedad que no esté gobernada por el Dios del dinero, ídolo que la engaña y luego la deja más inhumana e injusta", además de llamar al rechazo del consumismo, el placer, el falso éxito y el ego, males que profundizan esta actualidad.

En el nuevo contrato social tenemos que lograr una mejor versión de nosotros mismos como pueblo, ser capaces que los que tienen más pueden dejar de lado los privilegios en pos de construir una sociedad más justa, pensar las reglas para construir nuestra Argentina unida, respetando diferencias y particularidades, solidaria, sabiendo que no hay espacio para más pobreza y desocupación.Si el próximo modelo económico no contiene como pilar fundamental la condición humana es porque realmente nos hicimos los distraídos.

Otro punto importante que quiero sumar es cuando el sumo Pontífice dice refiriéndose a los jóvenes: "Nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos". Y nos hace una exhortación: "Hago una invitación a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta".

Si observamos, en nuestra región hay una gran crisis de líderes políticos y, seguramente, a corto y mediano plazo llevará a que la sociedad produzca una renovación de dirigentes, desde ahí la importancia del nuevo contrato social que les vaya allanando el camino, que seamos capaces de dejarle los pilares para construir un país sin excluidos, sin crisis ambientales y con un diálogo abierto entre los protagonistas del futuro de nuestro país.

Para finalizar y que podamos comprender mejor cómo se llega a Laudato Si, no es por casualidad o solamente por la realidad del momento, concretamente el pensamiento de Francisco comienza desde las Conferencias Generales del Episcopado en Medellín, en Puebla, en Santo Domingo y en Aparecida; es a partir de allí y de su visión pastoral cuando era Arzobispo en Buenos Aires que llega a mi entender a una de las encíclicas más importantes y actuales de la historia contemporánea.

En este sentido es muy interesante haber escuchado al presidente Alberto Fernández planteando la necesidad de un nuevo contrato social para los argentinos y la convocatoria al Consejo Económico Social. Es una tarea que nos plantea desafíos y genera esperanzas, requerirá grandeza de todos los actores políticos de ser capaces de dejar intereses personales de lado y priorizar los intereses del conjunto, pero también el pueblo tendrá que tener una actitud empática y solidaria hacia el otro, no hacia un gobierno, pensar que lo que le pasa al otro me pasa a mí, ponerme en su lugar es la forma de entender y solucionar los problemas.

Esta vez tiene que ser definitiva, no tenemos margen para el error, no hay más tiempo, cada vez que nos equivocamos significa más injusticia. La construcción del futuro está en nuestras manos, nadie lo podrá hacerlo por nosotros. Confío en que el presidente tomará el camino correcto en el que lo puso la historia para el bien de todos los que habitamos nuestro país, pongamos lo mejor de nosotros, con generosidad y solidaridad se consiguen los mejores resultados y construiremos una Argentina con igualdad de oportunidades y justicia social para todos. 

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