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El aceite de girasol argentino en retroceso
Por Pablo Adreani
El gobierno debería utilizar algún tipo de inteligencia de aranceles en aquellos productos sensibles que por su estructura comercial mundial, no resisten impuestos a la exportación.

La Argentina va perdiendo relevancia en el comercio mundial de aceite de girasol, y debe competir con las grandes potencias como Rusia y la Unión Europea, con una mayor ventaja competitiva por su cercanía a los centros de consumo, y además no aplican impuestos a la exportación de sus productos agroindustriales. En la Argentina el impuesto de 3 $/dólar aplicado por el gobierno no discrimina, en el caso del girasol y al igual que en el resto de los granos que se procesan como la soja, la diferencia entre el grano sin industrializar y los productos obtenidos de su molienda, como el aceite y la harina de girasol. Pasamos de una protección del 3% que implicaba el diferencial arancelario anterior entre las retenciones al grano y a los aceites y subproductos, a un impuesto directo, a la exportación de todos los productos, sin discriminar y afectando al proceso agroindustrial que debería generar mayor valor agregado.

El gobierno debería utilizar algún tipo de inteligencia de aranceles en aquellos productos sensibles que por su estructura comercial mundial, no resisten impuestos a la exportación, como es el caso del aceite de girasol. La pregunta es si no deberíamos tratar al girasol como un cultivo regional, por su lejanía entre las zonas de producción y los centros de consumo y de exportación. Eliminar el arancel de 3$/dólar a las exportaciones de aceite de girasol tiene un costo fiscal para el gobierno de 20 u$s millones. Aquí es donde el gobierno tiene que elegir entre darle herramientas a la industria agroindustrial exportadora para que pueda competir en el mercado internacional, o correr el riesgo de perder mercados.

La producción mundial de girasol se proyecta en 50,5 millones de toneladas para la próxima campaña 2019/20. Entre Ucrania (14,8 millones) y Rusia (12 millones), con un volumen de producción conjunta de 26,8 millones representan el 53% de la producción mundial de girasol. Si agregamos la producción de la Unión Europea (9,75 millones de toneladas) entre los tres bloques productores totalizan 36,55 millones de toneladas, el 72% de la producción mundial. En este contexto la producción de girasol de Argentina 3,78 millones de toneladas, representan apenas el 7,5% de la producción mundial (fuente: USDA, Departamento de agricultura de Estados Unidos) . Esta es la clave del mercado de girasol a nivel mundial, la oferta está concentrada en tres grandes países/bloque que incluye uno de los más proteccionistas, la Unión Europea.

El mercado de exportación de aceite de girasol está todavía mucho más concentrado en muy pocos países. Las importaciones mundiales de aceite de girasol, llegan a 9 millones de toneladas, la UE es el principal importador con 1,55 millones de toneladas y le sigue Turquía con 425 mil toneladas. El resto de los países importadores atomizan la demanda por un total de 7 millones de toneladas.

Y el dato más relevante es que la Argentina debe competir de igual a igual con los principales países productores y exportadores, Ucrania, Rusia y hasta incluso la Unión Europea. Estos tres bloques exportadores están muy cerca de los centros de consumo y tienen una ventaja natural que los hace más competitivos con respecto a las exportaciones de aceite de girasol de la Argentina, el menor costo de flete marítimo para llegar a los países importadores.

Ucrania exporta 5,6 millones de toneladas y Rusia 2,5 millones de toneladas de aceite de girasol, entre los dos el 80% del comercio mundial, mientras que la Argentina exporta 670 mil toneladas, el 6,6 % del total. Argentina debe competir con estos dos países que no aplican retenciones o impuestos distorsivos al comercio exterior.

Política Agrícola Anti-Valor Agregado

En el plano local la producción de girasol se balancea como péndulo entre efectos negativos climáticos aleatorios e imponderables, y los efectos negativos bien dirigidos causados por una política antivalor agregado y anti industrial aceitera, implementada últimamente por el gobierno.

La baja de la retención encubierta de 4 pesos a 3 pesos por dólar, implementada por el gobierno, gravando no solamente al aceite, la harina de girasol, sino también al girasol como grano, ha dejado en desventaja relativa a la alicaída industria aceitera de girasol, y es dejar en el mismo nivel a un producto primario y a productos procesados de mayor valor agregado, como lo es el aceite y la harina. La medida afecta por igual a todo el complejo, y promueve la exportación de un producto, girasol como grano, que ha desaparecido de las planillas y estadísticas mundiales. El comercio de girasol como grano se limita a solo dos países Turquía y la Unión Europea, pudiendo considerarse como comercio tras frontera por la cercanía entre ambos bloques y ventajas competitivas de fletes internos.

En la práctica la medida implementada por el gobierno de unificar el impuesto a la exportación en 3 pesos por dólar, a todo el complejo, puede haber sido pensada para mejorar el precio de compra de los exportadores para beneficio de los productores, pero en la práctica se transforma en un boomerang. Ya que encarece el costo de la materia prima de la industria aceitera y en la práctica los industriales deben pagar menos por el girasol disponible. En definitiva el gobierno opera a favor de la industria europea, favoreciendo la exportación como grano en desmedro de su industrialización local y posterior exportación de productos con mayor valor agregado.

La mala praxis del gobierno no se sabe si obedece a un desconocimiento del negocio o a una ideología progre-productivista tranqueras adentro. Promover la exportación de girasol como grano en un país alejado de los centros de consumo, con un sobre costo de flete marítimo, se debe adicionar que se trata de un producto que cubica un 40% más que cualquier otro commodity como trigo, soja o maíz, con lo cual el costo del flete marítimo se encarece un 40%, es una medida que va contra la gravedad misma.

Esta medida favorece la exportación de grano de girasol por un volumen insignificante, pero mientras ello sucede encarece el precio de compra del 100% de la producción de girasol comprada y utilizada por la industria aceitera.

Perjuicio Económico: ir contra la gravedad no es gratis, tiene un costo. En este caso el sobre costo que debe pagar la industria aceitera es de 10 u$s/ton, por mayor costo de su materia prima, se trata de 30 u$s millones anuales. A este sobre costo hay que agregar el costo de oportunidad de tener una mayor capacidad ociosa por no poder competir los aceiteros con los exportadores de girasol como grano.

El gobierno ha decidido matar el mosquito con una bazuca, y estos son los daños colaterales. Hay que tener bien en claro cómo se mueve el mundo en el sistema agroindustrial alimentario es condición "sine qua non" para que podamos ser competitivos en el comercio global. Estamos compitiendo con las principales potencias mundiales, con un proteccionismo ideológico sustentado por siglos en la seguridad y soberanía alimentaria, esto desde China hasta Rusia, pasando por todo el Sudeste Asiático.

La Argentina necesita de un estrategia comercial mundial de la cual hoy carece, o recién hoy está dando los primeros pasos para cumplir el rol de potencia agroalimentaria mundial, las últimas giras efectuadas por el gobierno a los principales países importadores de alimentos son un muy buen comienzo. La última visita del gobierno a India y otros países del sudeste asiático con el objetivo de poder vender nuestro aceite de girasol, además de otros alimentos de nuestra oferta exportadora, va también en la misma dirección. Como dicen los chinos "para recorrer 1000 kilómetros hay que comenzar a dar los primeros pasos", y en esa dirección apunta el actual gobierno.

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