De acuerdo al diario La Nación, el contexto de la pelea es el de siempre, pero se agravó después de las elecciones. El sector sindical se opone a los lineamientos de una conducción empresarial cuyos integrantes militan en nuevas corrientes del Gobierno y responden directamente a Máximo Kirchner. Una veintena de miembros de La Cámpora, por ejemplo, se reparte entre las gerencias, el call center y las oficinas de Aeroparque.

Los sindicalistas reconocen en voz baja que la embestida se postergó deliberadamente hasta después de los comicios. Se frenó, por caso, un paro de controladores aéreos previsto para el viernes anterior al domingo del triunfo de Cristina Kirchner. Nadie descarta entonces lo obvio: que los tironeos vuelvan ahora, como siempre, plasmados en medidas de fuerza que afecten los vuelos.

Hay, además, desencadenantes nuevos. Por ejemplo, la decisión de desafectar el último jumbo de la empresa y reemplazarlo por los Airbus 340, una iniciativa que hizo explotar de furia a la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), que conduce Jorge Pérez Tamayo, algo así como el Hugo Moyano de los cielos argentinos.

La medida es considerada racional en el mercado aerocomercial porque supone tender hacia una flota uniforme, pasar a aeronaves más modernas y abaratar los costos. Pero se topa con un escollo gravitante: 70 pilotos conducen exclusivamente esos Boeing 747-400 y deberán readaptarse a otros modelos. No todos están dispuestos a hacerlo, y mucho menos los de mayor edad. El antojo podría ser saldado de la peor manera. En Olivos afirman que la propia Presidenta está preparando una decisión ejemplarizadora que podría ser terminar con el vuelo a Auckland, una de las rutas más defendidas por los comandantes.

La virulencia de los enfrentamientos discursivos motivó sin embargo admisiones esclarecedoras. Por ejemplo, la respuesta que Recalde le dio a Daniel Biró, el segundo de Pérez Tamayo, que había planteado el lunes en una carta a sus compañeros: "Podría seguir preguntándome a mí mismo si éste es el proyecto del Gobierno o es el quiosquito de los nenes". Recalde contestó con argumentos que un despistado podría atribuir a Patricia Bullrich o a Federico Pinedo: "Son pilotos cuya tarea es hacer un viaje de ida a Madrid, descansar cuatro días en un hotel cinco estrellas pagado por todos los argentinos y volver a Buenos Aires como toda tarea del mes".

Las fricciones resurgirán seguramente el miércoles próximo, cuando Cristina Kirchner anuncie en un acto, delante de todos, la incorporación a la compañía de un hangar que fue construido hace 25 años por la desaparecida línea aérea Cata. Un asunto que fue tratado en una discusión que los directivos de la empresa tuvieron hace tres lunes con miembros de la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA) y que explica el tono de la pelea y las posturas.

Ricardo Cirielli, secretario general de APTA, había ido a las oficinas de la calle Bouchard con otros cinco dirigentes y reclamaba por lo que consideraba inversiones incumplidas. Entre otras, los hangares propios. De Aerolíneas escuchaban Axel Kicillof, subgerente general; Javier Rodríguez, coordinador de Programaciones; Pablo Ceriani, gerente Económico Financiero, y Leonardo Laguna Weinberg, subgerente de Organización y Recursos Humanos.

Cirielli preguntó después por qué estaba postergada la promesa de un banco electrónico de pruebas propio que cuesta US$ 6 millones y se está reemplazando por equipos en el exterior, a US$ 70 la hora/hombre. Kicillof le contestó que el tema no había sido aprobado en el directorio. Cirielli volvió entonces a la carga: afirmó que las decisiones del directorio dependían sólo de Recalde y Eduardo De Pedro. "No, también están Simeonoff [Gustavo] y Cincunegui [Juan de Dios]", objetó el economista, que atendió un llamado en su celular y salió.

De casualidad, al retirarse, y ya en el pasillo de ese piso 9°, los sindicalistas se encontraron con el propio Simeonoff, a quien le reprocharon haberse opuesto al banco de pruebas. Respuesta del director: el tema no se trató ese día, dijo, y los hizo volver a todos a las oficinas para mostrarles la orden del día. En efecto, la cuestión no figuraba. Cirielli se encontrará hoy con Schiavi para volver a discutirlo.