La victoria de Carlos Soria fue, sin dudas, histórica para el peronismo de Río Negro: se trata de la primera vez que logra acceder a la gobernación desde el regreso de la democracia. Pero la contundencia del resultado -en un comicio desdoblado, sin la presencia de Cristina Kirchner en las boletas- también volvió a demostrar que el PJ, cuando va unido, es muy dificil de vencer.

Esa fue la lectura que el propio Miguel Ángel Pichetto realizó cuando a fines del año pasado finalmente decidió avanzar en una alianza con Soria, intendente de General Roca, y con el Frente Grande, que completó la fórmula con Alberto Weretilneck -de Cipoletti-.

Acaso para capitalizar su propia experiencia de 2007, cuando perdió los comicios provinciales por 7 puntos ante el radical K Miguel Saiz, el jefe de la bancada kirchnerista en el Senado consiguió la unidad peronista, una estrategia común con los postulantes a las intendencias y el apoyo de la Presidenta, quien lo recibió -junto a Soria- y avaló la alianza.

Pero no corrió la misma suerte cuando peleó la gobernación cuatro años atrás. Poco después de ser derrotado por el actual gobernador, Pichetto hizo público su enojo con la dirigencia de su provincia y acusó a sectores del PJ -muchos incluían al propio Soria en esos grupos- de no jugar para su candidatura.

Dijo, incluso, que perdió las elecciones desde el momento en el que el congreso partidario lo proclamó como el postulante. Ese día, se tuvo que levantar la reunión en medio de un escándalo, con insultos e intentos de agresión a Pichetto. "Es una equivocación buscar culpas ajenas, sin analizar los errores estratégicos propios y la falta de apoyo del Gobierno Nacional", respondió Martín Soria, hijo del intendente de Roca.

La respuesta de los Soria apuntaba a agrandar una herida que ya estaba abierta en Pichetto: el senador siempre repite que Cristina y Néstor Kirchner no lo apoyaron abiertamente y, con esa indiferencia, favorecieron a sus aliados del radicalismo K -que ese mismo año llevaría a Julio Cobos como vicepresidente en la fórmula-.

Ese traspié es mencionado por el jefe del bloque K en la Cámara Alta, cuando quiere demostrar que a pesar de haber perdido una oportunidad personal histórica, siguió siendo leal al proyecto de los Kirchner. Pero hoy, tras la victoria de un dirigente que es cuestionado por amplios sectores del oficialismo -por sus vinculaciones al duhaldismo-, esa herida seguramente sea recordada.

En Río Negro, desde el momento en que Pichetto se bajó de la pelea y planteó una alianza con Soria y el Frente Grande, crecieron las especulaciones respecto al rol que ocupará. Algunos aseguran que la Presidenta querría que continúe al frente del bloque en el Senado, mientras que otros lo imaginan en algun cargo del Ejecutivo.