01 de mayo, 2024
Deprimido, Pezoa teme avance de Moreno sobre su cartera
El secretario de Hacienda reportaba directamente a Kirchner, celoso de las cuentas públicas. Como su antecesor, Carlos Mosse, punteaba con el ex presidente los ingresos y egresos y redactaba el presupuesto de cada año. Sin él, ahora teme que su par de Comercio Interior, más afÃn a la presidenta, quiera manejar su área. La primera interna por el manejo del dinero, otra de las obsesiones de Néstor.
El secretario de Hacienda, Juan Carlos “Quique” Pezoa, fue, hasta el miércoles, algo más que el encargado de hacer los balances oficiales: era nada menos que quien informaba a Néstor Kirchner sobre el estado de las cuentas públicas, su máxima fascinación para quienes lo conocían.
Tal es así que, mientras fue presidente, Kirchner recibía todas las tardes al entonces secretario de Hacienda, Carlos Mosse, para conocer cuanta plata había entrado.
Hacía cuentas y pensaba el día siguiente. Pezoa ocupó ese lugar cuando Cristina llegó a la Rosada –ajetreado por problemas de salud, Mosse se recluyó como senador bonaerense- y con eso ganó lugares en los circuitos de poder.
Sin Kirchner, la tarea de Pezoa quedó desdibujada: nadie podrá emular con total fidelidad la obcecada visión económica de Kirchner, que marcó los destinos del país. Y con ese vacío, teme que el secretario de Interior, Guillermo Moreno, avance sobre sus funciones.
Moreno, a diferencia de Pezoa, si tiene diálogo directo con la presidenta, quien hasta lo tilda de simpático por sus sobreactuaciones. Ya en el funeral y en el velatorio, Cristina privilegió en su entorno a los sectores más radicalizados del kirchnerismo, una manera de comenzar a marcar su impronta.
Por estos días, Pezoa está cerrando el presupuesto 2011 con el Congreso. El proyecto será tratado el martes en la Comisión de Presupuesto, donde el kirchnerismo confía en poder obtener dictamen de mayoría por diferencias en la oposición.
Y apuntará a conceder algunos puntos que pide el radicalismo para tener alguna chance de aprobarlo en general en el recinto. Todo eso, sin Kirchner del otro lado del teléfono, toda una novedad.
La otra razón que tendría Cristina para fortalecer a Moreno es su rol preponderante en la guerra contra Clarín. El secretario de Comercio Interior, por caso, fue el motor de disputa por el control de Papel Prensa, donde fue director y llegó a suspender reuniones de Directorio con escenas irrisorias.
Como síntoma de su radicalización, la presidenta habría dicho que no está dispuesta a negociar una marcha atrás con Clarín. Y para seguir la guerra, necesita bien fuerte a Moreno.
Tal es así que, mientras fue presidente, Kirchner recibía todas las tardes al entonces secretario de Hacienda, Carlos Mosse, para conocer cuanta plata había entrado.
Hacía cuentas y pensaba el día siguiente. Pezoa ocupó ese lugar cuando Cristina llegó a la Rosada –ajetreado por problemas de salud, Mosse se recluyó como senador bonaerense- y con eso ganó lugares en los circuitos de poder.
Sin Kirchner, la tarea de Pezoa quedó desdibujada: nadie podrá emular con total fidelidad la obcecada visión económica de Kirchner, que marcó los destinos del país. Y con ese vacío, teme que el secretario de Interior, Guillermo Moreno, avance sobre sus funciones.
Moreno, a diferencia de Pezoa, si tiene diálogo directo con la presidenta, quien hasta lo tilda de simpático por sus sobreactuaciones. Ya en el funeral y en el velatorio, Cristina privilegió en su entorno a los sectores más radicalizados del kirchnerismo, una manera de comenzar a marcar su impronta.
Por estos días, Pezoa está cerrando el presupuesto 2011 con el Congreso. El proyecto será tratado el martes en la Comisión de Presupuesto, donde el kirchnerismo confía en poder obtener dictamen de mayoría por diferencias en la oposición.
Y apuntará a conceder algunos puntos que pide el radicalismo para tener alguna chance de aprobarlo en general en el recinto. Todo eso, sin Kirchner del otro lado del teléfono, toda una novedad.
La otra razón que tendría Cristina para fortalecer a Moreno es su rol preponderante en la guerra contra Clarín. El secretario de Comercio Interior, por caso, fue el motor de disputa por el control de Papel Prensa, donde fue director y llegó a suspender reuniones de Directorio con escenas irrisorias.
Como síntoma de su radicalización, la presidenta habría dicho que no está dispuesta a negociar una marcha atrás con Clarín. Y para seguir la guerra, necesita bien fuerte a Moreno.
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