El proyecto para definir la protección a la ley de glaciares parece haber agotado al jefe del bloque de senadores kirchneristas, Miguel Pichetto, habitual equilibrista entre los deseos de la Casa Rosada y las necesidades de los oficialistas de la Cámara alta.

Y lo demostró con dos acciones sorprendentes para quien siempre fue un fiel soldado K: el lunes dio libertad de acción a su bloque para votar y ayer dejó trascender que su posición sería a favor de la ley aprobada en Diputados, rechazada abiertamente por el Gobierno y promovida por la mayoría de la oposición. Su postura obligó al Gobierno a elegir al santacruceño Nicolás Fernández como interlocutor.

Referentes del bloque kirchnerista y operadores de las organizaciones ambientalistas que pululan por estos días en el Senado aseguraron a LPO que Pichetto les informó que votaría por el proyecto de Diputados, surgido de un acuerdo entre su par Daniel Filmus y Miguel Bonasso.

Incluso, lo mencionan como el responsable de que el tratamiento se haya adelantado para el miércoles, sorteando la sesión especial convocada para el jueves con ese tema como principal. Al anticiparla, evitó la responsabilidad de reunir el quórum. Pero, también, habilitó el faltazo de José Pampuro y Roxana Latorre, arribados recién esta tarde del viaje a New York con la presidenta.  

Pichetto siempre se mostró incómodo con el curso que tomó el proyecto de glaciares en el Senado, donde su autoridad como jefe de bloque quedó desdibujada como pocas veces en el año.

Primero se sorprendió con el pacto entre Filmus y Bonasso para la aprobación de Diputados, que provocó la ira del gobernador de San Juan José Luis Gioja y de su hermano y senador César.

Este último no tardó en militar por el rechazo al texto surgido por esa extraña comunión y bregó por reflotar el proyecto original del Senado, curiosamente, presentado por Filmus. Su aspecto más polémico es que, a diferencia del ya aprobado, excluye prohibiciones a las zonas aledañas a los glaciares con desembocadura en el río, definidas técnicamente como periglaciares.

Pichetto también soportó la presión de las mineras, principales detractoras del acuerdo Fimus – Bonasso, a quienes les blanqueó su mayor problema: no recibió mensajes explícitos del Gobierno sobre qué camino seguir.

Sí hubo datos públicos no menores: el twitter de Aníbal Fernández segundos después de la votación en Diputados, informando que la presidenta no coincidía con el texto recién aprobado pero aclarando que la presidenta no la vetaría si fuera ley; postura que, con sutilezas, reiteró Kirchner el lunes en New York; y el secretario de Medio Ambiente, Homero Bibiloni, en su exposición en la comisión de Medio Ambiente.

Para complejizar su escenario, Pichetto se anotició de que su coterráneo Pablo Verani, senador de la UCR y ex gobernador, adelantó que rechazaría el proyecto de Diputados, contrariamente a todo su bloque.

Quienes lo vieron el martes en el Senado aseguran que “estaba enloquecido”. El miércoles los militantes K de la negativa ya no lo consideraban y aseguraban que quien empujaría a favor de su postura con anuencia de la Casa Rosada sería Nicolás Fernández, el senador de mayor confianza con los Kirchner.

Los últimos punteos de ambientalistas y senadores daban cuenta de una paridad reinante en 31 o 32 con una decena de indecisos pero esa cuenta consideraba a varios kirchneristas o aliados entre los baluartes del acuerdo Filmus - Bonasso. Era la principal duda de los ambientalistas.