No es un secreto que intendentes jóvenes y ajenos a la tradicional estructura del PJ bonaerense que lidera Alberto Balestrini, mantienen hace tiempo conversaciones, en las que básicamente se miden los tiempos y se analiza al milímetro el momento propicio para concretar plantearse como una renovación frente a los viejos barones del Conurbano, hoy último bastión de Néstor Kirchner.

Ese lote de jóvenes que integran intendentes como Pablo Bruera, Darío Giustozzi, Cristian Breitenstein, José Eseverri, Alberto Genelé, entre otros que navegan a media agua en la interna del PJ esperando su momento, se destaca Sergio Massa, lejos el que mejor mide en las encuestas como un eventual candidato a gobernador de esta suerte de "renovación" silenciona -por ahora- que vive el PJ bonaerense.

Se trata de un polo de poder más que interesante en términos de proyección que ya logró a atraer a técnicos destacados como el mismísimo Martín Redrado.

Al igual que otros políticos que tienen responsabilidad de gobierno -y por ende dependencia de la caja kirchnerista-, estos intendentes esperan postegra para después del Mundial cualquier definición tajante que irrite a la Casa Rosada. Pero eso no significa que vayan a quedarse quietos.

Una señal por aquí, un gesto por allá, así esperan ir consolidando un perfil propio sin entrar en guerra abierta con el matrimonio Kirchner. En ese sentido, Massa dio hoy un nuevo paso al mostrarse públicamente con colega de Bahía Blanca, Cristian Breitenstein.

Bajo la excusa de reunirse para compartir "una jornada de trabajo", lo que hicieron estos jefes comunales es empezar a revelar en la superficie el armado político que se viene tejiendo hace meses.