-Julio! Julio!
Si había un día para congraciarse con el kirchnerismo, era ese. La cena de gala del 9 de diciembre de 2007, realizada en el Palacio San Martín (sede de la Cancillería), era inusual por partida doble: traspaso del mando de un presidente a su esposa, y que por ello había única cena (en lugar de las dos habituales).
Para cualquier empresario que pretendiera crecer durante los próximos cuatro años, había que estar entre los 450 invitados, que iban desde jefes de Estado hasta ministros argentinos o del exterior. Tan exclusivo era el evento que sólo había unos pocos embajadores: Carlos Bettini (en España), Alicia Castro (Venezuela) o Héctor Timmerman (Estados Unidos).
Este último, primo por parte de madre de Marcelo Mindlin, le había conseguido un lugar entre los comensales. El dueño de Transener y Edenor vio llegar a Julio De Vido, el poderoso y confirmadísimo ministro de Planificación Federal, y consideró que era la mejor ocasión para “chapear” su llegada a “Julio” frente a sus pares.
-Julio! Julio!, exclamó previamente al efusivo abrazo.
Instantes después, De Vido tomaba los brazos de Mindlin con delicadeza, los separaba de sí, le echaba una mirada de desprecio y seguía su camino como si nada hubiera ocurrido. Cual epifanía, la anécdota le permitió a Mindlin entender que nunca había integrado, ni podría integrar jamás, el círculo de empresarios que gozan de la máxima confianza de Néstor Kirchner.
Su representante en el trato con los empresarios, Julio De Vido, se lo había demostrado en los escasos 15 segundos (quizás menos) que duró el peor papelón público de su vida. Como el Quinto Beattle, una figura que muchos músicos quisieron arrogarse para obtener ventajas; pero que terminó siendo la confirmación de que El Cuarteto de Liverpool siempre fue eso, un grupo de sólo cuatro.
(…)
Apenas se enteró que Kirchner quería “argentinizar” YPF, Marcelo Mindlin se imaginó como elelegido. Por su propia y desmesurada ambición, pero también porque el dato le llegó desde uno de sus más fieles colaboradores, Pablo Díaz, quien a su vez se enteró en una reunión que mantuvo con el propio Kirchner y Rudy Ulloa.
Díaz es uno de los cuatro sobrevivientes del trágico episodio conocido como La Noche de los Lápices, aunque libro y película mediante, para el marketing político masivo se trata del único sobreviviente. Una condición inmejorable para ser objeto de culto entre quienes gobiernan el país desde 2003. “Kirchner tiene la culpa del sobreviviente, por eso a mí me valoran tanto”, explicó alguna vez Díaz en diálogo con el autor de este libro.
Mindlin, Lavagna y un “servicio” de medio millón
Corría mayo de 2006, la intención oficial de “argentinizar” YPF ya era pública, y Mindlin se sentía más kirchnerista que nunca (antes o después). En 2004 se quedó con la mitad de Transener, un monopolio natural que transporta la energía de alta tensión por todo el país, y cuyo ícono son las gigantescas estructuras metálicas que se ven desde la ruta.
Para este logro, fueron fundamentales dos personas: Roberto Lavagna y Pablo Díaz. El entonces ministro de Economía controlaba -por organigrama y peso político- la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), donde el presidente Ismael Malis dudaba de otorgarle casi el control de una empresa estratégica a un fondo de inversión (entonces Dolphin, hoy Pampa Energía).
El vínculo Mindlin-Lavagna había comenzado mal, porque un empleado de Ecolatina (entonces propiedad del ministro) pasó por las oficinas de Dolphin a vender un servicio de u$s 500.000. “Un precio no competitivo”, se quejaba Mindlin, agregando: “prefiero seguir mirando a mis hijos a los ojos antes de aceptar eso”. Algún tiempo después, miró a los ojos a Enrique Quique Devoto, el consultor energético que Lavagna le recomendó para hacer su presentación a la CNDC, y logró que le aprueben su entrada a Transener.
El sobreviviente de La Noche de los Lápices también fue clave para ese logro. Desde 2003, Díaz era secretario privado del subsecretario de Energía Eléctrica, Bautista Marceschi. Desde ese puesto recopiló todos y cada uno de los argumentos que este funcionario, uno de los que más conoce el sector energético, tenía contra el ingreso de un fondo de inversión a Transener. A fines de 2004, la CNDC aprobó la entrada de Dolphin a Transener; a comienzos del año siguiente, Díaz ya era directivo de ese fondo de inversión, con un sueldo que quintuplicaba al que percibía en el Estado.
En el siguiente año, Mindlin se quedó con Edenor por apenas $ 300 millones (u$s 100 millones de entonces), aunque la empresa facturaba alrededor de $ 1.000 millones por año. La desesperación de Electricité de France por irse fue clave. También el lobbying que realizó Pablo Díaz, llevándole a De Vido la frase que quería escuchar: “si entramos a Edenor, bajamos la demanda ante el Ciadi, y no saldremos públicamente a pedir suba de tarifas”.
Con esos dos antecedentes exitosos, Mindlin creyó que YPF podía ser el siguiente paso. La mañana del viernes 11 de mayo, mientras desayunaba con Pablo Díaz en el Café Roma, le dijo muy confiado: “avisale a Kirchner que tengo la fórmula para comprar YPF”.
Ese mismo día, el hombre emblemático de los Derechos Humanos se reunió con Rudy Ulloa y le prometió que harían historia. Algunos horas después, alardeaba que “de la misma forma le avisamos a Marceschi que teníamos la fórmula para Edenor”, y vaticinaba: “Estamos esperando la reunión con El Uno; si hay un socio, será el que diga él”.
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pero creo que esos hijos de puta tienen q estar pagando x lo q le hicieron a pablo y a los demas
Parece que los pibes tienen más conciencia y por sobre todo más amor a la vida que la inmundicia que comanda este sitio y muchos de los que lo comentan