En un marco de estricta confidencialidad, el banco Credit Suisse First Boston está conduciendo, a pedido de Telecom Italia, una licitación privada para la venta de Telecom Argentina. Es la operación económica que más interés despierta en Néstor Kirchner. Sus amigos confiesan que, por razones que de a poco se van haciendo evidentes, le gustaría verla concluida antes de las elecciones del 28.
En el concurso compiten sólo dos pretendientes: el Grupo Clarín, que conduce Héctor Magnetto, y una asociación entre Corporación América, de Eduardo Eurnekian, y el presidente de una de sus compañías, Aeropuertos Argentina 2000, Ernesto Gutiérrez. Altos ejecutivos de ambos grupos pretendientes van y vienen de Italia en estos días.
La empresa factura unos 3300 millones de dólares al año, controla la mitad de la telefonía fija y el 30% de la móvil en todo el país, exhibe un ebitda del 30% y carece casi de deuda financiera.
Para Clarín, el acceso a la empresa sería, más allá de su atractivo específico, una vía rápida hacia el triple play. Es decir, la posibilidad de ofrecer TV por cable (hoy es el principal operador de ese negocio), Internet y teléfono con una misma conexión.
Es también un modo de evitar que otro lo haga. Kirchner se refirió ayer a esta disputa cuando dijo que la tapa de Clarín con "hipótesis" sobre una salida anticipada del Gobierno se debía al "temor pánico de perder su hegemonía en el monopolio de las comunicaciones".
La venta de Telecom expresa la decisión de Telecom Italia de abandonar el país por razones políticas. Hace apenas un año, esa compañía pretendía comprar el otro 50% de la empresa, que pertenece a la familia Werthein, que se resiste a vender.
Para comprender la puja, hay que remontarse a 2003, cuando France Telecom, socia allí de Telecom Italia, se fue del país. Los italianos resolvieron que un empresario local comprara la parte de los franceses, por un plazo determinado. Así llegaron los Werthein al negocio.
La sociedad W de Argentina Inversiones compró el 48% de Sofora, la controlante de Telecom, por US$ 165 millones.
A la vez, los italianos pagaron a los Werthein US$ 60 millones por el derecho a adquirir sus acciones después de diciembre de 2008. Para el 30% de las acciones se fijó una fórmula de actualización financiera. Para el 18% restante, se pagaría el precio de mercado en el momento de ejercer la opción.
A mediados del año pasado, Telecom Italia quiso usar su prerrogativa. Según fuentes independientes, los Werthein habrían recibido una oferta de alrededor de US$ 400 millones. Pero pretendieron más.
Se habían propuesto anular la opción de los italianos, que representaba un precio inferior al del mercado. Una vez que se pronunció la crisis actual, el que empeoró fue el precio del mercado. Entonces, los Werthein se negaron a vender. Hasta pensaron en comprar.
Planteado el entredicho, un proceso que ya estaba decidido en mayo de 2007 obtuvo una relevancia inesperada: la adquisición por parte de Telefónica, de España, del 42% de la empresa italiana Telco, que a la vez controla el 12% de Telecom Italia.
Esta operación le abrió la ventana del negocio a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), que depende del ultra-intervencionista Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, y que preside el abogado Ricardo Napolitani, ex funcionario de la justicia santacruceña.
En el caso de Telecom, había que definir si, por aquella compra europea, Telefónica no terminaba ejerciendo una posición monopólica en el país. Pronto a los italianos se les prohibiría ampliar su posición en Telecom. La opción de compra adquirida en 2003 se volvería condicional.
Otra vez, la CNDC empezó a ser usada como la palanca a través de la cual el Gobierno decide la identidad de los propietarios de las compañías que son sometidas a su jurisdicción. Se entiende que la constitución de un Tribunal de Defensa de la Competencia independiente siga demorada.
Los Werthein levantaron el argumento antimonopólico en agosto de 2007, mucho antes que los encargados de velar por la libre competencia. La guerra fue despiadada.
Llevaron a sus socios a los tribunales, donde siempre se movieron con habilidad, y también los acusaron de hacer tareas de espionaje dentro de la empresa. A la vez, los italianos reprocharon a los Werthein hacer negocios de telecomunicaciones con el Estado, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, por fuera de la empresa.
Según fuentes de la compañía, los Werthein habrían insinuado que, para ganar la guerra, apelarían a sus contactos con el Gobierno. Los italianos no les creyeron: los menospreciaron.
Pero el 26 de junio de 2008, un año después de que Telefónica comprara acciones de Telecom Italia, el secretario de Comunicaciones, Lisandro Salas, no sólo impidió mediante una nota que Telecom Italia ampliara su participación en Telecom, sino que, con la excusa del peligro monopólico, le prohibió también venderla. A partir de ese momento, los italianos sintieron que quedaban rehenes de Kirchner.
De nada sirvió impedir a los dos directores que tiene Telefónica en Telecom Italia tomar decisiones sobre Telecom Argentina.
El eventual monopolio de Telefónica fue el túnel que permitió a los directivos de la CNDC irrumpir en una discusión entre socios -Telecom Italia y los Werthein- por el ejercicio de una opción de compra que comenzaría a regir dentro de seis meses.
El 29 de diciembre, la Comisión notificó a los italianos (resolución N° 123) que, hasta que no se definiera el problema del monopolio, no podrían ejercer las opciones acordadas, pero tampoco cederlas, transferirlas o ejercer cualquier otro acto jurídico relacionado con ellas.
El 28 de abril, las autoridades de la CNDC fueron al Congreso a hablar sobre Telecom. El diputado Federico Pinedo (Pro-Capital) hizo notar a Humberto Guardia Mendonça, vicepresidente del organismo, que, gracias a la resolución 123, la Argentina se convertía en el único lugar del mundo donde, para desmonopolizar, en vez de exigirse la venta de una posición accionaria, se la prohibía. Pero el funcionario confesó no recordar la medida que él mismo había firmado.
Balanza
La resolución 123 se completó con la N° 44, del 3 de abril, por la cual a los directores designados por Telecom Italia se les prohibió tomar decisiones en Telecom. Kirchner acababa así de disponer la expulsión de Telecom Italia de la Argentina.
Si la resolución 123 había paralizado a favor de los Werthein la opción de compra, la 44, además, los convertía en los únicos socios en condiciones de conducir Telecom. Una semana después de esa medida, en Telecom Italia sugirieron que dejarían la Argentina. La Sala II de la Cámara Federal en lo Civil y Comercial terminó aceptando sus argumentos e impidió a Telecom -en la práctica, a los Werthein- hacer asambleas u otros actos societarios hasta tanto se despejara la cuestión del monopolio.
El Gobierno inclinó la balanza a favor de los Werthein. El proceso de licitación actual los encuentra en Telecom, sin la obligación de vender al precio pactado con los italianos seis años antes y preparándose para dar la bienvenida a nuevos socios.
Ellos supieron agradecer esa generosidad. En plena campaña electoral, los primos Gerardo y Adrián Werthein trajeron a Bill Clinton para que el matrimonio Kirchner se sacara una foto internacional que no fuera la de siempre, con Hugo Chávez. A las reuniones no fue invitado ningún dirigente opositor. El esposo de la secretaria de Estado de los Estados Unidos tal vez no advirtió que participaba de un acto proselitista; cobró sus 250.000 dólares y se fue sin hacer preguntas.
El oficialismo ayudó a los Werthein al impedir que les compraran sus acciones, y se ayudó a sí mismo al prohibir a los italianos vender las propias. Esta última disposición, a cargo de la Secretaría de Comunicaciones, le abrió a Kirchner la puerta para modelar toda la operación. Simple: sólo estaría en condiciones de comprar la compañía el que consiguiera que el Gobierno levantara la prohibición de vender.
Hay infidencias que fortalecen esa sospecha. Fuentes ligadas a Telecom Italia afirman que, durante sus conversaciones con Julio De Vido, el ministro les habría sugerido: "Si hablan con la gente de Aeropuertos, ellos les pueden resolver el problema de la venta". Ahora se entiende por qué el Crédit Suisse está licitando un activo cuya enajenación está prohibida.
El caso Telecom corrige a quienes se quejan de que a los Kirchner les gusta estatizar. Error: cuando la empresa en cuestión es interesante, el Gobierno prefiere la doctrina de la "burguesía nacional" y la pone en manos de amigos. Mágica aventura de hacer negocios sin plata.