Una primera lectura de la sorprendente decisión de Felipe Solá es que finalmente el hasta ahora frágil polo de macrismo más peronismo disidente que se había empezado a formar, parece decidido a dar el salto necesario para salir del rol cómodo de la oposición a disputarle el poder real a Néstor Kirchner.

Felipe Solá demostró una astucia o grandeza –según el cristal con que se mire- que contradice a aquellos que enfatizaban sus rasgos de político individualista, de problemático ego. Con una dosis de real politik propia de los peronistas, resignó sus aspiraciones personales en pos del objetivo estratégico, que no es derrotar a Néstor Kirchner –esto es apenas una escala intermedia-, sino construir una opción política que pueda gobernar el país.

Solá parece haber leído con gran claridad que el mayor daño que le podía causar al ex presidente era precisamente este: resignar sus aspiraciones y secundar a De Narváez. Con esa pragmática decisión destruyó las ilusiones de ruptura a las que apostó Kirchner al anticipar las elecciones.

El ex gobernador necesitaba tiempo para caminar la provincia, sumar aliados y pelear de igual a igual la cabeza de lista a un De Narváez muy lanzado hace tiempo y con recursos infinitos. Kirchner le arrebató esa posibilidad. Pero lejos de romper –o de dar un resentido paso al costado- Solá tragó saliva y ahora le pondrá el cuerpo a la pelea. Desde un lugar objetivamente más limitado, a pura política, como hizo cuando se anticipó a criticar el adelanto electoral arrastrando a Macri y a De Narváez, Solá volvió a crecer a pura política. Es demasiado fuerte el mensaje de desprendimiento frente a un Kirchner perdido en la voracidad total.

Algunos que no quieren a Solá, podrán consolarse con la idea que con este segundo lugar quedaron en la banquina sus aspiraciones presidenciales para el 2011. Puede ser. Pero no habría que descartar que un eventual triunfo de la dupla ante Kirchner, lo reposicione para esa pelea, ya que por su nacionalidad colombiana, la gobernación es el máximo techo político al que puede aspirar De Narváez. Se vera.

Avanza Macri, retrocede Carrió

En política la suerte parece ser casi o mas importante que cualquier otra cosa. Hay que reconocer que Macri esta tendiendo bastante de esta, en las últimas semanas. Luego de la pésima decisión de desdoblar las elecciones, Néstor Kirchner con su unificación forzada lo reposicionó en el tablero nacional del que se había bajado.

Gabriela Michetti luego de este gesto de Solá se está quedando sin excusas para rechazar la candidatura a diputada nacional, sino quiere quedar como una dirigente a la que le cuesta mirar más allá de su ombligo. Está claro que si un ex gobernador peronista de la trayectoria de Solá puede resignar sus aspiraciones personales en pos de un desafío mayor, a la vicejefa de Gobierno se le achica el margen. Nota al pie: La “vieja” política vuelve a demostrar que contra lo que sostiene el cliché, es mucho menos personalista que la “nueva”.

Así las cosas, con Michetti en Capital y De Narváez-Solá en provincia, Macri se garantiza millones de votos el próximo 28 de junio. No parece poca cosa para un empresario que apenas unos años atrás se dedicaba a Boca Juniors, y que eligió eludir el camino fácil de ser la frutilla del PJ -en cualquiera de sus acepciones-, para construir un camino propio. La lectura lineal es que detrás de esta nueva alianza está Eduardo Duhalde. La realidad es bastante más compleja. Macri ha hecho grandes esfuerzos por mantener su autonomía frente al ex presidente, sin romper.

Lilita Carrió vuelve a retroceder. La dupla De Narváez-Solá aumenta la luz de ventaja que el empresario ya tenía sobre Margarita Stolbizer, pero no sólo eso. Proyecta una imagen de gobernabilidad, de recambio para la provincia más complicada del país. Y nuevamente es este rasgo central a la hora de las presidenciales el que sigue adoleciendo la líder de la Coalición Cívica.

Con su extraño juego de “renunciamientos”, Carrió parece enviar al electorado señales confusas sobre su real voluntad de ejercer el poder. Macri ya le sacó varios casilleros cuando apostó a probarse en la gestión. La líder de la Coalición Cívica jugueteó en aquel momento con ser candidata a Jefa de Gobierno –tenía chances y se bajó-, ahora enfila a una presidencial con la gran incógnita sobre la espalda de cómo sería en el poder. A la hora de las presidenciales esos misterios suelen restar más que sumar.

Pero no sólo eso. Insólitamente rehúye la pelea porteña y se ubica detrás de Alfonso Prat Gay a quien las encuestas mejor intencionadas le dan una intención de voto que no supera un dígito. Se supone que lo hace para “preservar” su liderazgo nacional, pero es obvio que influye en esa lectura el fenómeno arrasador –en términos electorales- que hoy parece encarnar Michetti en la Ciudad.

Antes de esto intentó sin éxito evitar la pelea y acordar una lianza con la vicejefa, que Macri vetó sin mayores trámites. El alineamiento de Michetti con esa decisión fue también una fuerte consolidación del liderazgo de Macri que venía medio maltrecho por las veladas insubordinaciones de su segunda.

Como sea, más parecido al billar que al ajedrez, la carambola que disparó Néstor Kirchner con el adelantamiento de las elecciones, podría terminar arrojando un resultado muy diferente al que imaginó.