28 de marzo, 2024
La misteriosa caída de Jorge Macri y otros secretos
El primo del jefe de Gobierno fue eyectado de la presidencia del PRO bonaerense por una equilibrada mezcla de motivos políticos, personales y hasta culturales. La decisión se tomó en octubre del año pasado pero había que esperar el momento justo. Quienes integran el círculo áulico del macrismo que lo vetó. El rol de Francisco de Narvaez y los peronistas. La tremenda discusión de los primos.
Surgió como uno de esos personajes simpáticos de la picaresca criolla que, rápido de reflejos, se aupó a un apellido que venía creciendo y reconvirtió una fracasada trayectoria empresaria en exitosa carrera política. Jorge Macri, hijo del desaparecido Tonino Macri, hermano mayor de Franco y figura mítica de la familia en su epopeya de inmigrantes, partió sin mayores explicaciones a un bizarro exilio dorado en las sofisticadas playas de Punta del Este.
Las explicaciones de esta fascinante y misteriosa caída comienzan en la zona entrañable de ciertas debilidades humanas y se extiende al terreno de la trabajosa dialéctica que se da entre los hábitos más arraigados de Mauricio Macri y su círculo íntimo, y la cambiante plasticidad de la política.
Es decir, Jorge Macri colisionó con su primo, el jefe de Gobierno, desde lo cultural, lo político y hasta en esa difícil pero importantísima cuestión humana que se denomina “estilo”.
La caída
El jueves de la semana pasada, Mauricio Macri empezó a recibirse de político. En una de las decisiones más difíciles que le tocó tomar desde que empezó a jugar en las grandes ligas, convocó a su primo a una reunión, en la que le comunicó que debía dar un paso al costado en su rol de titular del PRO bonaerense. La decisión detrás de la información casi burocrática (después de todo el PRO bonaerense no es precisamente una formidable fortaleza política, al estilo del mexicano PRI), se escondía un mensaje doloroso: “Te perdí la confianza”.
Como corresponde a dos parientes cercanos –Jorge Macri es primo hermano del jefe de Gobierno- de una familia proveniente del sur de Italia, la reunión terminó mal y a los gritos.
“Es un mensaje de enorme importancia hacia el interior del PRO. Con esto Mauricio dejó en claro que si tiene que cortar una cabeza, no va a dudar. Nadie está a salvo, después de que ejecutó a su primo”, celebraban en el gobierno porteño, acaso sin percibir que también la tierra podría abrirse bajo sus pies.
El macrismo es una familia –todavía- pequeña, pero las pasiones que se cocinan alrededor del Príncipe son de una desmesura digna de mejores causas. La difusión de la caída de Jorge Macri encontró en el titular del PRO a nivel nacional, José Torello, un entusiasta difusor de la “buena nueva”.
Torello arrastra con Jorge Macri viejas cuitas de la campaña del 2003. En esos años, era el encargado de cerrar acuerdos políticos con potenciales aliados. La derrota en la segunda vuelta frente a Aníbal Ibarra siempre fue para el macrismo producto de la “traición” de esos aliados, en su mayoría provenientes del peronismo. Jorge Macri no dejaba de remarcar esta visión en cuanto encuentro se realizaba, en aquellos días amargos.
“Dejámelo a mí”, dijo Torello cuando se analizó cómo encarar la delicada tarea de comunicar la excomunión del primo. Claro que la sutileza para las letras no parece ser el fuerte de este hombre tan cercano a los intereses del juego. Atolondrado, emitió un comunicado “agradeciendo” a Jorge Macri por “la buena labor que realizó en un distrito tan complejo como es la provincia de Buenos Aires”, sin dar mayores explicaciones sobre su alejamiento. Casi una extremaunción partidaria, para quien se supone apenas ingresaba en una “licencia”.
La previsible ola de rumores creció en minutos a proporciones de tsunami –nada atrae más que el misterio, y sobre todo si detrás se sospechan razones inconfesables-. De manera que la propia Gabriela Michetti, se vio forzada a abrir la reunión del gabinete porteño que encabezó ayer –Macri está de vacaciones en Europa-, tratando de emprolijar un poco el anuncio. Explicó que el primo daba un paso al costado y lo reemplazaba en las tareas partidarias, el vice del Pro bonaerense y secretario de Hacienda, Néstor Grindetti. Lo notable es que nadie pidió explicaciones y mucho menos respaldó al caído.
“Pobre gordo, se llenó de enemigos”, afirmó a La Política Online un ex aliado de Jorge Macri, acaso sin percibir la injusticia mayor de su frase: Jorge Macri gracias a un cinturón gástrico, ya no es “el gordo Macri”, sino un esbelto diputado.
Pero la verdad es que ni Federico Pinedo, ni ninguno de los integrantes de las cúpulas del PRO a nivel nacional o bonaerense lo querían demasiado. En la transición, el prolijo Grindetti será quien reparta el juego, pero la estrella en ascenso en el macrismo bonaerense es el diputado nacional Christian Gribaudo.
La caída de Jorge Macri también marcará el regreso de Eugenio Burzaco –quien ya superó la frustración de no haber sido designado ministro de Seguridad-, y que además de haber recompuesto la relación con el jefe de Gobierno es un excelente nexo con Francisco de Narváez. Es posible que junto con la salida del primo, empiece a opacarse el rol de su colega en la Legislatura bonaerense, el diputado Ramiro Tagliaferro.
Pertenecer tiene sus privilegios
Macri, como muchos hijos de millonarios, se maneja en última instancia con un círculo íntimo de confianza, reducido y arraigado en las épocas felices de la niñez, cuando compartían algún colegio exclusivo. El empresario Nicolás Caputo, José Torello y el secretario de Comunicación porteño, Gregorio Centurión, integran esa cofradía natural. Un circuito que además comparte con el jefe de Gobierno el aterrizaje tardío en la política. O sea, que aquello que para los políticos tradicionales es un déficit, une más que separa a estos hombres.
Este selecto e informal club, sumó hace no mucho tiempo a un nuevo integrante: el secretario Legal y Técnico de la Ciudad, Pablo Clusellas. El resto, incluida la propia Gabriela Michetti u Horacio Rodríguez Larreta, son piezas importantísimas del macrismo que, sin embargo, no dejan de percibir que hay una zona vedada de confianza –no necesariamente poder- que de alguna manera le es ajena. Esto es lo que nunca entendió Jorge Macri y una de las principales causas de su caída.
“Entró por la ventana, se metía a fuerza de apellido y filiación en temas que no le correspondían, nos ponía a todos en una situación muy incómoda, y además tenía un desaforado protagonismo mediático que incomodaba a Mauricio”, explican cerca del jefe de Gobierno.
Otras razones
Mauricio Macri tomó la decisión de defenestrar a su primo en octubre del año pasado. De ninguna manera estaba dispuesto a sumergirse en las elecciones del 2009, con la bomba de tiempo, que sabía era su primo, activa. ¿Por qué esperó? ¿Por qué ahora? Por varias razones. Y entre ellas el cierre de la alianza con Felipe Solá, que siempre empujó Jorge Macri, no era una de las menores. Notable sangre fría del jefe de Gobierno para con un familiar directo que revela bastante más fibra política de la que suele mostrar.
Pero el desenlace también incluyó razones ajenas a la política y la presión directa que ejercieron Francisco de Narváez y aliados peronistas como Cristian Ritondo, totalmente refractarios al estilo y los modos del primo. Es obvio que ante la relevancia de lo que hay en juego –nada menos que la posibilidad de armar una alianza electoral que dispute con posibilidades al kirchnerismo la provincia de Buenos Aires-, todo factor irritante que pudiera empañar la convivencia Macri-Solá-De Narváez, debía ser apartado.
Queda acaso la duda sobre las lealtades del jefe de Gobierno para con aquellos que, a su manera, le fueron útiles en las horas difíciles cuando casi nadie se acercaba. Pero claro, se sabe que la política es un oficio con escaso lugar para la piedad.
Las explicaciones de esta fascinante y misteriosa caída comienzan en la zona entrañable de ciertas debilidades humanas y se extiende al terreno de la trabajosa dialéctica que se da entre los hábitos más arraigados de Mauricio Macri y su círculo íntimo, y la cambiante plasticidad de la política.
Es decir, Jorge Macri colisionó con su primo, el jefe de Gobierno, desde lo cultural, lo político y hasta en esa difícil pero importantísima cuestión humana que se denomina “estilo”.
La caída
El jueves de la semana pasada, Mauricio Macri empezó a recibirse de político. En una de las decisiones más difíciles que le tocó tomar desde que empezó a jugar en las grandes ligas, convocó a su primo a una reunión, en la que le comunicó que debía dar un paso al costado en su rol de titular del PRO bonaerense. La decisión detrás de la información casi burocrática (después de todo el PRO bonaerense no es precisamente una formidable fortaleza política, al estilo del mexicano PRI), se escondía un mensaje doloroso: “Te perdí la confianza”.
Como corresponde a dos parientes cercanos –Jorge Macri es primo hermano del jefe de Gobierno- de una familia proveniente del sur de Italia, la reunión terminó mal y a los gritos.
“Es un mensaje de enorme importancia hacia el interior del PRO. Con esto Mauricio dejó en claro que si tiene que cortar una cabeza, no va a dudar. Nadie está a salvo, después de que ejecutó a su primo”, celebraban en el gobierno porteño, acaso sin percibir que también la tierra podría abrirse bajo sus pies.
El macrismo es una familia –todavía- pequeña, pero las pasiones que se cocinan alrededor del Príncipe son de una desmesura digna de mejores causas. La difusión de la caída de Jorge Macri encontró en el titular del PRO a nivel nacional, José Torello, un entusiasta difusor de la “buena nueva”.
Torello arrastra con Jorge Macri viejas cuitas de la campaña del 2003. En esos años, era el encargado de cerrar acuerdos políticos con potenciales aliados. La derrota en la segunda vuelta frente a Aníbal Ibarra siempre fue para el macrismo producto de la “traición” de esos aliados, en su mayoría provenientes del peronismo. Jorge Macri no dejaba de remarcar esta visión en cuanto encuentro se realizaba, en aquellos días amargos.
“Dejámelo a mí”, dijo Torello cuando se analizó cómo encarar la delicada tarea de comunicar la excomunión del primo. Claro que la sutileza para las letras no parece ser el fuerte de este hombre tan cercano a los intereses del juego. Atolondrado, emitió un comunicado “agradeciendo” a Jorge Macri por “la buena labor que realizó en un distrito tan complejo como es la provincia de Buenos Aires”, sin dar mayores explicaciones sobre su alejamiento. Casi una extremaunción partidaria, para quien se supone apenas ingresaba en una “licencia”.
La previsible ola de rumores creció en minutos a proporciones de tsunami –nada atrae más que el misterio, y sobre todo si detrás se sospechan razones inconfesables-. De manera que la propia Gabriela Michetti, se vio forzada a abrir la reunión del gabinete porteño que encabezó ayer –Macri está de vacaciones en Europa-, tratando de emprolijar un poco el anuncio. Explicó que el primo daba un paso al costado y lo reemplazaba en las tareas partidarias, el vice del Pro bonaerense y secretario de Hacienda, Néstor Grindetti. Lo notable es que nadie pidió explicaciones y mucho menos respaldó al caído.
“Pobre gordo, se llenó de enemigos”, afirmó a La Política Online un ex aliado de Jorge Macri, acaso sin percibir la injusticia mayor de su frase: Jorge Macri gracias a un cinturón gástrico, ya no es “el gordo Macri”, sino un esbelto diputado.
Pero la verdad es que ni Federico Pinedo, ni ninguno de los integrantes de las cúpulas del PRO a nivel nacional o bonaerense lo querían demasiado. En la transición, el prolijo Grindetti será quien reparta el juego, pero la estrella en ascenso en el macrismo bonaerense es el diputado nacional Christian Gribaudo.
La caída de Jorge Macri también marcará el regreso de Eugenio Burzaco –quien ya superó la frustración de no haber sido designado ministro de Seguridad-, y que además de haber recompuesto la relación con el jefe de Gobierno es un excelente nexo con Francisco de Narváez. Es posible que junto con la salida del primo, empiece a opacarse el rol de su colega en la Legislatura bonaerense, el diputado Ramiro Tagliaferro.
Pertenecer tiene sus privilegios
Macri, como muchos hijos de millonarios, se maneja en última instancia con un círculo íntimo de confianza, reducido y arraigado en las épocas felices de la niñez, cuando compartían algún colegio exclusivo. El empresario Nicolás Caputo, José Torello y el secretario de Comunicación porteño, Gregorio Centurión, integran esa cofradía natural. Un circuito que además comparte con el jefe de Gobierno el aterrizaje tardío en la política. O sea, que aquello que para los políticos tradicionales es un déficit, une más que separa a estos hombres.
Este selecto e informal club, sumó hace no mucho tiempo a un nuevo integrante: el secretario Legal y Técnico de la Ciudad, Pablo Clusellas. El resto, incluida la propia Gabriela Michetti u Horacio Rodríguez Larreta, son piezas importantísimas del macrismo que, sin embargo, no dejan de percibir que hay una zona vedada de confianza –no necesariamente poder- que de alguna manera le es ajena. Esto es lo que nunca entendió Jorge Macri y una de las principales causas de su caída.
“Entró por la ventana, se metía a fuerza de apellido y filiación en temas que no le correspondían, nos ponía a todos en una situación muy incómoda, y además tenía un desaforado protagonismo mediático que incomodaba a Mauricio”, explican cerca del jefe de Gobierno.
Otras razones
Mauricio Macri tomó la decisión de defenestrar a su primo en octubre del año pasado. De ninguna manera estaba dispuesto a sumergirse en las elecciones del 2009, con la bomba de tiempo, que sabía era su primo, activa. ¿Por qué esperó? ¿Por qué ahora? Por varias razones. Y entre ellas el cierre de la alianza con Felipe Solá, que siempre empujó Jorge Macri, no era una de las menores. Notable sangre fría del jefe de Gobierno para con un familiar directo que revela bastante más fibra política de la que suele mostrar.
Pero el desenlace también incluyó razones ajenas a la política y la presión directa que ejercieron Francisco de Narváez y aliados peronistas como Cristian Ritondo, totalmente refractarios al estilo y los modos del primo. Es obvio que ante la relevancia de lo que hay en juego –nada menos que la posibilidad de armar una alianza electoral que dispute con posibilidades al kirchnerismo la provincia de Buenos Aires-, todo factor irritante que pudiera empañar la convivencia Macri-Solá-De Narváez, debía ser apartado.
Queda acaso la duda sobre las lealtades del jefe de Gobierno para con aquellos que, a su manera, le fueron útiles en las horas difíciles cuando casi nadie se acercaba. Pero claro, se sabe que la política es un oficio con escaso lugar para la piedad.
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gracias
Un abrazo.
Hector F. Seoane
Presidente del PRO
Berazategui.