El fracaso era previsible. Nada hacía imaginar que la experimentada diplomacia de Itamaraty fuera a asustarse por el sorpresivo viaje de tres ministros argentinos, dispuestos a encontrarle una salida urgente al desequilibrio comercial que está afectando a la industria nacional, golpeada por la “invasión” de bienes brasileños.

Jorge Taiana, Débora Giorgi y Carlos Fernández, volvían así esta noche a Buenos Aires desde Brasilia con una frustración y una promesa: volverán a reunirse con sus pares brasileños el próximo 4 de marzo, para tratar de llegar a un acuerdo que disipe las diferencias comerciales.

Así lo anunciaron los cancilleres Jorge Taiana y Celso Amorim tras la reunión, que coincidió con la sugestiva visita a la Argentina del hoy más importante ministro de Lula, el encargado de las política estratégicas Roberto Mangabeira Unger, que curiosamente la Casa Rosada ninguneó relegándolo a mantener conversaciones con ministros de escaso peso político como el jefe de Gabinete, Sergio Massa.

Este ministro fue profesor de Barack Obama en Harvard y reconocido por el propio presidente de Estados Unidos como uno de los hombres que más influyó en su visión política. Aquí, la administración kirchnerista devolvió la gentileza de Lula de enviarlo al país, relegando a Mangabeira Unger a reuniones sin peso político y haciéndolo escoltar por un personaje secundario de la UIA como José Ignacio de Mendiguren. Toda una muestra de la visión en materia de política internacional que sigue imperando en la Casa Rosada o la Quinta de Olivos.

Tensión en Brasilia

Como sea, en Brasilia las cosas no marcharon mejor. Al encuentro asistieron además de los cancilleres los ministros de la Producción, Débora Giorgi, de Economía, Carlos Fernández, y por el lado brasileño, Guido Mantega de Hacienda, y Miguel Jorge, de Desarrollo. Taiana defendió hoy la aplicación de licencias no automáticas a la importación de productos brasileños como línea blanca, electrónicos y algunos metalmecánicos, medida que rechazan los brasileños.


El canciller Taiana afirmó que su gobierno "no considera que haya adoptado medidas que restringen el ingreso de productos brasileños, y por lo tanto la normativa vigente seguirá".

En cambio, Amorim consideró que "Brasil prefiere no tomar medidas por considerar que son contraproducentes" y dijo que "la expectativa es que con las conversaciones se encuentre salidas para evitar medidas unilaterales".

Así, el conflicto iniciado por las medidas aduaneras restrictivas autorizadas por Cristina Kirchner para la importación de unos 800 productos, continúa ya que el Gobierno argentino ratificó la postura que mantuvo durante los últimos tiempos, sosteniendo que los precios mínimos establecidos -por debajo de los cuales se dificulta el ingreso al país de diversos productos- "son para evitar la subfacturación y el dumping" y en defensa de la industria nacional.

Frente a este atolladero, ambas partes decidieron crear un grupo de trabajo para que analice que tipo de medidas pueden ser tomadas para evitar las restricciones, aunque admitió que tal grupo debe buscar formas "creativas".

El encuentro de dicho grupo, que por el lado argentino tendría al frente al secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Alfredo Chiaradía, se llevaría a cabo el 4 de marzo, indicaron fuentes diplomáticas.

Amorim garantizó que el grupo de trabajo va a dar resultados, a diferencia de anteriores, ya que "los mecanismos de integración están viviendo la hora de la verdad". Además, el canciller brasileño consideró que las soluciones que encuentre el grupo de trabajo deberán ser "mutuamente satisfactorias". Argentina aplica licencias previas a productos de Brasil en heladeras, cocinas, lavarropas, televisores, electrónicos, textiles, calzados, autopartes, siderurgia y vidrios.

En este marco, la cancillería argentina confirmó la visita de Cristina Kirchner a San Pablo el 20 de marzo próximo y el arribo a la al país de Lula Da Silva el 23 de abril, apostando acaso a que la “diplomacia presidencial” logre destrabar los conflictos.


Una de las principales preocupaciones de la Casa Rosada en su relación con el vecino país -integrante de Mercosur- es la balanza comercial desfavorable, aunque el déficit sigue frenándose y en enero haya alcanzado sólo los 33 millones de dólares.

En esa línea, antes de viajar a Brasil Taiana dijo que si bien la situación "es preocupante", la decisión del Gobierno argentino es la de respetar "el compromiso de defender el interés nacional, la producción y el empleo argentino".

Los problemas se iniciaron cuando la influyente Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP) pidió Lula que aplique represalias comerciales contra el ingreso de productos argentinos alegando que Argentina hacía lo mismo. Medida que por ahora se resiste a tomar el gobierno de Lula.