La Política Online lo anticipó el jueves pasado. La gira de Cristina desbordará de protocolo en sus encuentros con José Luis Zapatero y el rey Juan carlos, pero en lo que hace a los negocios la agenda despunta ríspida.

No sólo no la invitaron a hablar ninguna de las tres principales entidades empresarias -hecho habitual cuando visita el país un mandatario argentino-, sino que pidieron encuentros bilaterales las principales multinacionales de España que suman conflcitos con el kirchnerismo.

La primera en hacerlo fue Telefónica a quien el gobierno mantiene trabado a través de la Secretaría de Defensa de la Competencia su ingreso en el país a Telecom, consecuencia de la compra que hizo a nivel global de su competidora italiana.

Cristina, al tanto que la reunión no iba a ser demasiado amable, delegó la reunión en el ministro de Planificación Julio de Vido, que apenas aterrizado en Madrid se reunió con los directivos de Telefónica, bajo la aburrida y obvia excusa de hablar de "el plan de inversiones" de la compañía en Argentina.

Asimismo, analizó con los empesarios las necesidades de ampliación de espectro para los servicios de banda ancha que los nuevos servicios de transmisión de datos requieren, un eufemismo para mencionar al famoso triple play -televisión, telefonía e internet por cable- que enfrenta a esta compañía y el grupo Clarín, telón de fondo de la pelea del kirchnerismo con la telefónica.

De Vido visitó el Distrito C, nueva sede corporativa de la empresa, donde se reunió con el presidente de Telefónica, César Alierta, y el director general del área Latinoamérica de la compañía, José María Álvarez Pallette.

Ante la prensa, Alierta cumplió con su rol y ratificó ante De Vido "el compromiso del Grupo Telefónica con el crecimiento del país".