El gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, anunció ayer la renovación de la mitad de su equipo de ministros, donde sacó a tres de ellos para incorporar a los dos intendentes más fuertes del peronismo local y a su propia esposa, la diputada Sandra Mendoza. Con los cambios, el mandatario K espera dejar atrás una sucesión de conflictos dentro del propio oficialismo, asegura el diario Clarín.

Los primeros ruidos llegaron de boca de Mendoza. En el verano pasado, ella maltrató desde los medios a varios funcionarios, llegando a calificarlos de "lentos como babosas embarazadas". Aquella vez, la entonces ministra de Desarrollo Social, Claudia Panzardi, optó por dejar el cargo. Otro destinatario de esos dichos, el ministro de Salud, Alberto Holzer, sobrevivió tambaleante. Pero sólo hasta ahora, porque lo sustituirá, justamente, la primera dama.

Para la señora de Capitanich, el sillón de Holzer era un objeto de deseo declarado. Luego de que su esposo ganara las elecciones de 2007 y antes de que definiera su Gabinete, ella confesó que esperaba ser la encargada de la política sanitaria. Cuando se conoció el equipo del ministro K, aceptó la decisión, pero le prodigó a Holzer una dura marca a presión. Además de la comparación con las babosas, le pidió desde una radio "estar más en la calle y menos en el despacho".

Con todo, el ministro fue atravesando el año sin caerse del cargo. Y cuando, tímidamente, evitó confrontar con Mendoza diciendo que la legisladora "era algo temperamental", recibió como respuesta de la diputada una amenaza de demanda judicial por esas expresiones. Al final, la salida del funcionario se produjo por peso propio, por esas contrariedades pero también por cuestionamientos a la situación sanitaria en los puntos más vulnerables de la Provincia.

La movida en el Gabinete se precipitó además por otros episodios, como cuando el vicegobernador Juan Bacileff Ivanoff planteó toda una innovación en materia de interinatos al girar un memorando en el que ordenaba que cada vez que él estuviera a cargo del Poder Ejecutivo (por viaje o ausencia del gobernador), el ministro de Gobierno, Jorge Alcántara, debía "abstenerse de ejercer funciones institucionales". Es decir, disponía que en esos días el ministro debía quedarse en su casa hasta el regreso de Capitanich.

Este mes hubo más. El subsecretario de Derechos Humanos, Carlos Martínez, organizó una marcha hacia la Casa de Gobierno pidiendo la renuncia de Alcántara, acusándolo de ser el responsable de un incidente entre manifestantes oficialistas y policías. El ministro, ni lerdo ni perezoso, se organizó al día siguiente una movilización propia de apoyo.

Además del cambio de Holzer por su esposa en Salud, el gobernador sacará a Cristina Magnano de Desarrollo Social y llegará el intendente Aldo Leiva, presidente del peronismo chaqueño. Será el tercer ministro del área en menos de un año de gestión. Alcántara se irá para que entre Domingo Peppo, otro intendente de peso