Una renovada ola de furia sobrevolaba Olivos anoche los alrededores de la residencia presidencial. Ahí, la presidenta Cristina Kirchner, su marido Néstor y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, intentaban reaccionar ante las duras palabras que durante la tarde habían brotado del escenario montado en el Monumento a la Bandera en Rosario y planeaban el contraataque.

Entre las cosas que surgieron, además de la decisión de suspender la reunión de hoy con las entidades y la convocatoria al Consejo Nacional del PJ volvió a surgir una idea que desde hace varios días se instaló en la cabeza del ex presidente y desde ese primer instante un grupo no mayor a cuatro personas lo impulsa desde las sombras: la recreación del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI).

Según fuentes del Congreso, quien maneja un proyecto para la construcción de un organismo similar al creado por Juan Domingo Perón en 1946 es el diputado Alberto Cantero. Si bien llevaría otro nombre para maquillar un poco las intenciones, el funcionamiento sería casi un calco del original.

Cantero es un legislador de Córdoba, la provincia más resistente a la línea oficialista. Sin embargo, él no está detrás del impulso que comando el ex gobernador, José Manuel de la Sota, ni su sucesor, Juan Schiaretti, sino que llegó al Congreso nacional de la mano de Patricia Vaca Narvaja, la única carta fiel el kirchnerismo que opera desde la provincia mediterránea.

Lo cierto es que de confirmarse esta medida, la situación podría tocar límites insospechados. Con sólo saber que el IAPI tendría como rol intermediar todas las transacciones de exportación de productos agropecuarios y ganaderos y que los productores estarían obligados a vender su producción a este organismo sin gozar de los beneficios de la venta a precio dólar, la cosa llegaría a un punto de difícil regreso.

Historia

El Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) fue un ente público argentino creado bajo la órbita del Banco Central el 28 de mayo de 1946, durante la primera presidencia de Perón, con el fin de centralizar el comercio exterior y transferir recursos entre los diferentes sectores de la economía.

Fijaba un precio de compra a los productores y negociaba las cosechas en los mercados externos a otro precio. Los precios de los alimentos, entre 1946 y 1948, tuvieron un alza notable, debido al aumento de la demanda, con el fin de la guerra. El IAPI compró en el país a los productores a un precio inferior al que vendió.

La tendencia luego se revirtió. Debido a la reconstitución de la producción y a los envíos de alimentos subsidiados, el IAPI tuvo pérdidas al haber comprado a un precio superior a aquel al que podía vender, al cambio oficial. Los productores recibían un subsidio por el precio doméstico más elevado, pero tenían una pérdida al liquidarse sus divisas al tipo oficial, notoriamente subvaluado.

La compra a los productores a un precio más bajo que el internacional, en un período de alza internacional de precios, evitó un gran impacto sobre los precios internos, lo que probablemente fue uno de los objetivos del gobierno. Pero el IAPI cumplió otras funciones.

Los recursos del IAPI se formarían con las diferencias entre la compra y la venta de divisas en sus operaciones con el exterior, para las que se le daba al Instituto el monopolio. No sólo se incluyeron los recursos provenientes de las operaciones de cambio, sino también los provenientes de las diferencias entre los precios de compra (locales) y los de venta (externos), para las exportaciones, y de compra (internacionales) y venta (locales), para las importaciones.

Por otro lado, el IAPI no sólo actuó en el mercado externo, sino que, en casos como el del trigo, también actuó en el mercado interno. Sus operaciones abarcaron entre el 60 y el 90% del valor de las exportaciones y debían rondar entre los 500 y los 700 millones de dólares.