En los balcones urbanos se ve la mugre debajo de la alfombra y las performance de un tiempo de aislamiento en el que quedó al desnudo lo que nos une. |
Las cacerolas que parecieron estrellas fugaces de estos dÃas, ¿son macristas? ¿Son también la interna macrista? Elisa Carrió (coherente en su rechazo a la "demagogia" de bajar sueldos de funcionarios) salió a mostrar las costuras de esa interna. ¿Peña versus Larreta? PodrÃan resultar también de la agitación que produce ver a la polÃtica en bloque comprometida para resolver la Pandemia, "a Horacio y Axel con Alberto". Contra esa sensatez que, no es que "superó la grieta", sino que mostró su lÃmite (cuánto no puede hacer eludir las contingencias reales). Y, de nuevo, brotó la figura de Marcos Peña, aunque sea como una invocación urgente para nombrar algo que nombra a eso. El peñismo, eso tan simultáneo que por un lado puede ser sus supuestos "trolls" y por otro lado es la cara de Niño Yo No Fui de Marcos Peña que dice que "la gente" es irrepresentable y la polÃtica va detrás. La peor forma de pensar estos dÃas es hacerlo como los pensábamos un dÃa antes de esto, y sin que eso signifique la idea frÃvola de que todo cambió. Hay miedo, hay incertidumbre, y hay que gente que sabe que aún no sabe cómo se soluciona esto.
Los tiempos en cuarentena se miden en años de perro. Y los tiempos polÃticos más: una semana vale un mes, y asÃ. Los cacerolazos son tan parte del paisaje polÃtico como una marcha sindical sobre Leandro N. Alem, una movilización de los movimientos sociales en la 9 de julio, una misa en Liniers por el trabajo o un abrazo al Congreso por el aborto. Quizá la novedad de este tiempo fueron esos aplausos a los trabajadores de la salud que se siguen repitiendo como un rito, a veces más, a veces menos, de religiosidad laica. Pero se arma una hora pico ahÃ: donde se cruzan aplausos, himnos, cacerolas. Hasta el fatÃdico viernes 2 de abril eso ocurrÃa y el historiador Alejandro Galliano los llamó en twitter: el balconpalooza. En un mismo lodo, el ruido y la furia. No todas las manifestaciones funcionan en igualdad, ni obteniendo mismos resultados, ni con la misma cobertura. Las cacerolas, a las que se les exagera el veredicto, no tienen la última palabra. Su historia argentina dice que las promovió la Alianza contra Menem y después las promovió la sociedad contra la Alianza. Y asÃ, se instalaron. Por izquierda se las ama odiar, aunque también se celebraron los cacerolazos contra Macri por su reforma previsional en 2017. En definitiva, no toda cacerola es de teflón.
Lo común es el caldo de cultivo de la polÃtica y de la "antipolÃtica", esa palabra vidriosa. Podemos programáticamente llamar "antipolÃtico" a una negación de los costos, los tiempos y las mediaciones polÃticas, y a un énfasis organizado para celebrar "lo espontáneo". Lo antipolÃtico, ¿es contra el Estado? Sà y no, porque sencillamente es contra los partidos, las movilizaciones, la lucha, las dietas de los senadores, los ministros y sus choferes o los que cobran planes. La objeción por izquierda al "espÃritu" antipolÃtico funciona como un regocijo intelectual de las militancias: la antipolÃtica parece el blanco fácil de una ciudadanÃa silvestre que grita sin editar sus verdades y que desconoce por qué intereses doblan sus campanas. Es "el vecino que odia los piqueteros y mira a Susana", dicen. En fin, un capÃtulo de polÃtica y consorcio.
La disyuntiva entre salud y economÃa es casi falsa, pero en lo que tiene de verdadera hay decisiones. La curva de contagios -la que hasta ahora vemos- hace decir a muchos (sin ninguna evidencia): "si hay pocos casos, entonces, ¿para qué sirve el aislamiento que mata la economÃa?". Son formulaciones "manta corta" que buscan conspiraciones. En esa noche mental los polÃticos aparecerÃan como jabalÃes que de madrugada recorren las calles vacÃas y se comen la riqueza abandonada. Sin embargo pareciera hasta esperable que en tiempos de crisis emerja la puteada argentina contra "la teta del Estado": la del plomero y el doctor, el meme que manda tu primo panadero, el like liviano, la risa negra, un contagio de humor costumbrista. Nada más viejo que putear a un polÃtico, mientras el nombre de un Paolo Rocca queda afuera de una conversación en la cola de un supermercado chino.
Pero vivimos dÃas tensos, insólitos, angustiantes. DÃas al lÃmite de una experiencia sin paradigma: una cuarentena que puso sobre la mesa de cuánto cuero duro es capaz la sociedad. Los aplausos, los cacerolazos que van y vienen, los cantitos de "aguante Alberto", cierta lucha de clases medias desde el balcón, ocurre en el exacto lugar donde el Estado le pidió a la gente que permanezca: adentro. No hay cacerolazos desobedientes en las esquinas. La gente golpea su Essen, su cacharro, grita, canta el himno o la marcha, aúlla, y en cada ruido dice: estoy en casa. La cuarentena se convirtió en una prueba crucial de la relación entre sociedad y Estado. En palabras de Sebastián Carassai, funciona por "superstición cÃvica": para mucha gente el Estado sabe por qué lo hace. Quienes viven de narrar el minuto a minuto de la rivalidad polÃtica parecen sorprendidos con que el Estado haya podido crear una conducta. Los grados de aceptación fueron sensatos. El fatÃdico viernes 3 de abril vino también de una "obediencia" extrema: el dÃa que mucha gente tenÃa que cobrar. Porque, mientras recordábamos a los soldados que lucharon por Malvinas, vimos la excepción en la excepción. Lo que no tenÃa que pasar. Colas de jubilados amontonados entre sà por cobrar. La situación cambió bastante el fin de semana. Las fallas, inadmisibles, también hablan del estado de cosas: un gobierno que ante una falla contuvo y recalculó. Lo que venÃa de fondo no era tampoco fácil. Muchas crónicas dieron cuenta de lo que pasa en los barrios humildes. Hay una variante de la cuarentena: el quedate en casa transformado a quedate en el barrio evidenciando la realidad y el hacinamiento de millones de personas. La cuarentena volvió a desnudar el máximo desafÃo de la gobernabilidad argentina... gobernar los Conurbanos. Si algo se aprieta de arriba para abajo en igualdad, se asoman de abajo hacia arriba las desigualdades. Por eso, la costura de la cuarentena fue ahÃ: en los municipios del Gran Buenos Aires.
En un paÃs que viene arrastrando un tercio de la población pobre, servicios públicos dañados, una economÃa con inflación y recesión, la relación de muchos con la polÃtica no tiene mediaciones y se resume: el polÃtico gana lo que me gustarÃa ganar a mÃ. Y muchos de los que cacerolean (no importa cuándo) no juegan en la mesa de poker grande, ni reciben el apoyo estatal para los que están peor. La tarea de "reivindicar" la polÃtica que muchos practican frente a estas cuitas de balcón incluye distinguir niveles de discusión: muchas veces se discute en audiencias militantes con otros politizados (opositores) que fomentan sentimientos contra la polÃtica, pero la defensa "ideológica" de la polÃtica, ¿qué escucha tiene para la gente a la que no le gusta la polÃtica? ¿Por eso quizá sea necesario aceitar reflejos para tener alguna gestualidad reparadora con esa sensibilidad? Juntos por el CamÂbio tomó nota de que hay algo que hacer con esto y Massa redobló la apuesta. Pero Alberto eligió que ese espÃritu no lo organice, sino que él organiza ese espÃritu: basó su argumento en favor de una mayor presión fiscal contra los ricos (el proyecto de un impuesto a los que blanquearon en 2017 que tiene la firma de Máximo Kirchner). Y una convicción: el resguardo del servicio público (porque no hay Estado si no hay gobierno).
En este mini brote de riña asomó la oposición pidiendo "gestos", o sea, haciendo polÃtica con la antipolÃtica. Y lo hacen en este "compás de espera" en el que, detrás, algunos sectores poderosos de la economÃa son los más nerviosos por el estado de excepción: como la suspensión de despidos que decretó el gobierno para atender a aquellos que sufrirÃan un doble desamparo... al terminar la cuarentena no tendrÃan adónde ir. O el control de precios. Se repite de fondo en el eco de este reclamo un trauma macrista: ¿por qué le dan tanto poder a la polÃtica? Aquel estigma con el que gobernaron y que organizó uno de sus tics nerviosos: tercerizar el poder. La pregunta entonces: ¿qué habrÃa que hacer? ¿Bajamos los salarios de los polÃticos y después qué? ¿Qué tendrÃa que haber hecho Alberto que no haya hecho? ¿Qué gesto? EstarÃa bien no ahorrar gestos. Si se pide esfuerzo, ok, hagamos todos el esfuerzo, todos conocemos esa lista. Esfuerzo también son las más de 300 camas que garantizó el sindicato de Camioneros que conduce Hugo Moyano en una clÃnica de la ciudad de Buenos Aires. Esfuerzo son los cientos de voluntarios y militantes que circulan para dar de comer. Esfuerzo es Rosa de Soldati que revuelve la olla en el comedor Mondonguito de Villa Calacita. O será que este escenario nos muestra un antagonismo entre los que quieren recomponer el tejido social y la autoridad del Estado y los que viven de explotar el resentimiento. De nuevo: ruido y furia.
"Cultura y poder son esta porno bajón"
La polÃtica democrática lidia con su "clase" (polÃtica) y sus "representaciones" desde hace años. Desde los 90, cuando se iban acumulando costos sociales y la polÃtica estaba contra los lÃmites de la convertibilidad, con un solo libreto sobre lo "posible". Menem traÃa famosos "no polÃticos" para que inviertan su popularidad (Scioli, Palito, Reuteman), Chacho traÃa prestigiosos "no polÃticos" para que la "purifiquen" (Ibarra, Meijide). Duhalde en el cénit de esas ciudades llena de asambleas fue "aceptado" por su condición de piloto de tormentas pero, sobre todo, porque era un polÃtico "sin futuro". En el presente punk del 2002 la sociedad necesitaba alguien absolutamente limitado al ejercicio de la gestión. Una presidencia de maestranza. Y Kirchner tuvo, el heredero del 2001, un oÃdo absoluto para el temblor cacerolero (y para el piquetero también). PartÃa en helicóptero a Tres de Febrero a escuchar un intendente, pero también a tomarse un café con Alberto en una confiterÃa de Colegiales en la que los vecinos denunciaban "zona liberada". Con la 125 nació otro proceso donde la discusión no era contra la polÃtica sino dentro de la polÃtica. El macrismo (o su parte "juvenil") se interpretó como hijo de los vecinos de la noche del 19 de diciembre de 2001 con la constitución en la mano (el kirchnerismo, asÃ, aparece más como un hijo del 20 de diciembre, de la ciudad asamblearia y el Conurbano sublevado). La polÃtica siempre hace polÃtica con la antipolÃtica, se alimenta y regenera en los bordes de su propio sistema.
En los balcones urbanos se ve la mugre debajo de la alfombra y la performance de un tiempo de aislamiento en el que quedó al desnudo lo que nos une. En medio de este "Yendo de la cama al living" obligatorio de muchas capas medias se podrÃa decir que un vaso de agua y un aplauso o cacerolazo a las 9 de la noche no se le niegan a nadie. Todos hacemos ruido, todos queremos meter nuestro nombre en el muro de los lamentos de la época. Pero la época quizás nos pide que acompañemos y que lo hagamos con este presidente (si lo votaste, si no lo votaste), que es quien debe hacernos cruzar el rÃo. El gobierno se podÃa preparar para una "corrida", para un "default", para un pico inflacionario incluso. Y le tocó esto: una Pandemia, una crisis global que se escribe todos los dÃas. Asà estamos. No queda otra que esto que pasa pero en manos de quien pasa: la polÃtica y el Estado.
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Cuanto trolB (barato, berreta, bobo y betero) sodomizado, defendiendo la currentena
Estatal trol vago, ponete a laburar
a- El contagio masivo en un partido de la champion league
b- abandono de la vacunación masiva contra la tuberculosis.
c- La presión de cofindustria sobre el estado para no declarar zona roja en val Seriana.
Haganle un favor a sus mandantes y matense.
Gordito, o nos cargas o que?
Hizo leyes que gravan al que tiene un dpto y un auto y le niega asistencia al monotributista C (30 lucas al mes) y a los jubiletes de 20 para arriba les aumenta debajo de la inflacion
Supongo que cuando escribis nos estas cargando
SI ese es el estado que pondera, o vive de él o nos esta cargando?
Muchos se enriquecerán y ganarán fortunas con tasas d einteres altisimas, manipulando precios y generando inflacion incontyrolable
Otros apenas podrán sobrevivir
Una cuarentena con beneficiados y perjudicados
Un desastre mas de un gobierno que de economia casera, no entieende nada (menos de macro)