Economía
Argentina y el ejemplo Venezuela
Por Leo Anzalone
La brutalidad de su día a día expone al país hermano como el ejemplo de todo lo que no hay que hacer con la economía. ¿Pero Argentina cambió su rumbo hacia la "venezualización"?

Venezuela sabe estar en las noticias mundiales por su difícil situación social, política y económica. La brutalidad de su día a día expone al país hermano como el ejemplo de todo lo que no hay que hacer con la economía. ¿Pero Argentina cambió su rumbo hacia la "venezualización"?

Durante muchos años en nuestro país se dijo que íbamos hacia un modelo similar al que Nicolás Maduro llevó a la tierra de las arepas. Con fundamentos más retóricos que técnicos se sostenía que Argentina marchaba, por decisiones políticas, hacía una economía de hambre, miseria y penumbras. La comparación se volvió tan común que Mauricio Macri la usó como un arma en la campaña presidencial que ganó en 2015.

Sin querer comenzar por la conclusión, y siguiendo el juego de la retórica, nuestra patria está más cerca ahora de ese infierno que hace años atrás. Basta ver los datos de inflación, pobreza y desempleo actuales.

Otro punto de encuentro con esa premisa, podría ser un informe de la agencia Bloomberg, que señala que las dos economías "más miserables del mundo" son, en primer lugar, la venezolana y en segundo la argentina.

Ahora bien, es términos más académicos, Argentina está muy lejos de Venezuela. En principio la matriz de producción de ambos países es profundamente distinta, las potencialidades también lo son. Podemos (y debemos ante estos enunciados) ver los datos macroeconómicos de ambos países para sellar las diferencias.

El PBI argentino fue durante el último año de aproximadamente US$500 billones, mientras que el venezolano fue de apenas US$142 billones. Si esa capacidad la dividimos por población, Argentina tiene un PBI per cápita de US$10 mil, mientras que en Venezuela es de US$3 mil. Mientras el déficit fiscal, en proporción del PBI, para nuestro país fue de más del 5%, Venezuela tuvo 23%.

La riqueza potencial de Argentina es inimaginable, cuencas petroleras tan grandes como las de Venezuela, la segunda reserva de gas, la inagotable energía del litio, una librería por cuadra, las posibilidades de nuestras economías regionales, el campo, ese tractor inagotable, Premios Nobel en ciencia, y podría seguir, pero aún así, vivimos una realidad ajena a todo esto.

¿Qué es entonces lo que podemos aprender de Venezuela? El pecado mortal de nuestro vecino país fue la no diversificación de su economía, nunca pudo reducir el peso específico que el sector petrolero representó en su economía. Eso no era un problema cuando el crudo rompía récords de precios, pero ahora, en caída sostenida, sumergió a Venezuela en la oscuridad que vemos en las noticias.

Ante un mundo caracterizado por la desaceleración de las economías emergentes, el crecimiento económico muy flojo de las economías industrializadas, el desplome de los precios de las materias primas, la merma de los flujos de capitales y de los intercambios comerciales, que crean un escenario de gran volatilidad, es imperioso que Argentina, como ha sabido hacer durante gran parte del siglo pasado, diversifique su economía, discuta un modelo de desarrollo industrial, que genere empleo, agregue valor a las materias primas y cierre esa histórica y no aceptada restricción externa. Serán las industrias, apuntaladas por el ahora deteriorado sector científico, las que bajarán nuestra dependencia del mundo, no el usufructúo del suelo. Eso es lo que no pudo o no quiso cambiar Venezuela, nosotros, todavía estamos a tiempo. 

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