Coronavirus
La situación de los barrios más vulnerables nos interpela como sociedad
Por Jorge Ceballos
A raíz de la pandemia, muchísimos barrios populares del conurbano y de CABA se vieron afectados por la inmensa ola de contagios. El debate se divide entre cumplir la cuarentena o salir a trabajar y traer dinero para comer y vivir. Es fundamental el rol de asistencia del Estado, la cual no se viene cumpliendo. Los movimientos sociales nuevamente en el eje de la discusión.

Por estos días gana un lugar preponderante en los medios la gran cantidad de contagios de Covid-19 en los barrios más vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires.

¿Es algo particular de Argentina podríamos preguntarnos? No, porque la pobreza e indigencia no distingue nacionalidades. En Estados Unidos ocurre lo mismo en dimensiones mucho mayores y lo que es más grave es la tasa de letalidad o cantidad de muertos donde entre el 63 y el 65% corresponde a afroamericanos y latinos. Allá, además de la desastrosa administración de Trump, se evidencia un racismo estructural porque son aún mayores las proporciones de afroamericanos que en tiempos normales mueren por HIV, diabetes, asma, entre otras enfermedades.

La otra pregunta que podríamos hacernos es si era previsible que esto ocurriese. Si, era muy evidente que esto iba a ocurrir. Las autoridades en el orden nacional y particularmente en la ciudad de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires inteligentemente confluyeron en decretar la cuarentena entendiendo como una zona común y porosa el área metropolitana. ¿Esto implicó que se tomaran todas las medidas necesarias para evitar el avance del virus en los barrios más vulnerables? Evidentemente no.

La cuarentena temprana y estricta tuvo por objetivo declarado ganar tiempo para armar la estructura sanitaria que demandaría el avance del virus cuyas proporciones se desconocían y aún se desconocen. También evidenció las falencias que se arrastran desde hace décadas en esas jurisdicciones. De todos modos, por lo que podemos conocer se han realizado obras y tomado las medidas para que el pico de contagio no desborde. Esto se hizo y bien.

La otra cara que tiene que ver con los barrios populares también tuvo y tiene sus lados oscuros. Una cuarentena estricta que privó de sus fuentes de trabajo a millones de argentinos, afectando más gravemente a los que viven o complementas sus ingresos con el cuentapropismo o trabajo informal. Estos no tuvieron el respaldo alimentario acorde a esta situación. Es bueno repetir que desde marzo hasta la fecha no se ha normalizado la entrega de alimentos por parte del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Esto tiene dos consecuencias graves: debilita las defensas de sus habitantes frente al virus y además obliga a romper la cuarentena para procurarse el sustento. La ayuda denominada IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) se anunció en marzo y quizás algunos terminen cobrando en junio.

Las consignas sanitarias obviamente no comprendían a estos sectores vulnerables, les decían "quédate en tu casa" y eso equivalía a subirse al tren en hora pico en tiempos normales. "Lávate las manos" era otra de las recomendaciones y en varios barrios no había agua.

También se observó inacción y faltas de orientaciones cuando los vecinos de los barrios vulnerables acudían con síntomas compatibles con el Covid19 y hasta en casos de confirmación de la enfermedad. Esto fue y aún sigue siendo así en los barrios 31, Zabaleta, 1-11-14, entre los principales sitios vulnerables de la Ciudad y también en varios (no todos) municipios del conurbano bonaerense.

Finalmente, hay que destacar por sobre todas las cosas la auto-organización que ha florecido en los barrios humildes. El reparto de viandas en los comedores y merenderos, la movilización cuando no les queda alternativa porque las autoridades no responden a casos confirmados de Covid sin medidas de aislamiento, elementos de higiene y condiciones habitacionales, las millares de ollas populares que se organizan con vecinos, docentes, profesionales, comerciantes solidarios, coordinadoras, comités de emergencias, compras comunitarias frente a la suba de los alimentos, confección de barbijos o tapabocas, y una larga lista más de muestras de compromiso y solidaridad. 

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