Post pandemia
Mejor sí hablar de ciertas cosas
Por Javier Pelegrina
La trata de personas es el tercer crimen trasnacional, después del tráfico de drogas y el de armas. En un mundo golpeado por una pandemia, amenaza con convertirse en el primero. Estamos a tiempo de evitarlo

La trata de personas es una forma moderna de esclavitud, una problemática cuya relevancia ha crecido de manera considerable en la agenda internacional desde mediados de la década de los noventa. Es una de las violaciones más graves de los derechos humanos, y por ello niega el principio de la dignidad humana al reducir a la persona a un objeto o mercancía. Vulnera su derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad, al trabajo digno, a la salud y a la seguridad personal.

En un mundo que implosiona por los aires, que está transitando una crisis estructural y una reformulación de las relaciones sociales. En un mundo golpeado por una pandemia global, que vino a apresurar los procesos de reingeniería social, la trata sigue siendo una de las formas de esclavitud del siglo XXI, es el tercer crimen trasnacional, después del tráfico de drogas y el de armas; y amenaza con convertirse en el número uno dadas las multimillonarias ganancias que generan, en especial lo vinculado a la trata con fines sexuales, fundamentalmente de niñes y mujeres. Este último dato explica que del total de víctimas de la trata el 70% son mujeres y niñas.

Según la ONU, en su Informe Mundial de la UNODC de 2018 sobre la Trata de Personas, en los últimos años se ha incrementado la cifra de personas víctimas de este flagelo, sobre todo en las zonas de conflicto, en donde se puede operar con mayor impunidad.

"La mayoría de las víctimas de la trata son extranjeras en el país donde se identifican como víctimas. En otras palabras, esas víctimas -más de 6 de cada 10- son trasladadas cruzando al menos una frontera nacional. No obstante, muchas operaciones de trata entrañan movimientos geográficos reducidos, ya que suelen llevarse a cabo dentro de una única subregión (a menudo entre países vecinos). También se detectan numerosos casos de trata a nivel nacional; en uno de cada tres casos de trata, la explotación se produce en el país de nacionalidad de la víctima". (ONU, 2014)

Al parecer la trata de personas es un delito que ha adquirido la misma forma de actuar del capitalismo, como parte integrante de él; sin fronteras nacionales ni territoriales y en una red que en muchos casos (si no es la mayoría) resulta imperceptible.

En Argentina los antecedentes normativos en la materia se remontan al año 1813, cuando la Asamblea Constituyente decreta la "libertad de vientres", de modo que todo hijo de esclavos que habitaba en este país nacería libre en lo sucesivo. La Constitución Nacional -sancionada en 1853- prohíbe absolutamente la esclavitud. Es decir, que quien someta a una persona a la servidumbre para que ejerza contra su voluntad cualquier actividad, comete un crimen constitucional.

En el año 2008, el gobierno nacional, en ese entonces, bajo el mandato de Cristina Fernández de Kirchner promulga y sanciona la Ley N° 26.364 (modificada por la Ley N° 26.842 en el 2011 a fin de incrementar los derechos de las víctimas), relativa a trata de personas, dicha ley tipifica el delito de trata de personas, lo incorpora al Código Penal (artículos 145 bis y ter) y establece la competencia de la Justicia Federal en su investigación y persecución adquiriendo de esta forma el carácter de delito federal.

Desde la sanción de la ley N° 26.364 hasta el 31 de agosto de 2019, se han rescatado y/o asistido un total de 14.505 víctimas, mientras que durante 2018, la línea 145, atendió 2.037 denuncias por explotación sexual, intentos de captación, personas desaparecidas y casos de explotación laboral, entre otros. En total la línea recibió más de 3.300 llamados; el resto fueron pedidos de información.

De todas las denuncias recibidas, el 46% corresponden a situaciones de explotación sexual (940 casos); el 22% a intentos de captación, categoría que incluye ofertas laborales engañosas (448); el 13% responde a búsqueda de personas (264) y el 12% explotación laboral (246).

Desde el Comité Ejecutivo para la lucha contra la Trata y la Explotación de las Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas destacaron que poco más del 10% de las denuncias fueron realizadas por víctimas, y que más del 60% de los hechos denunciados ocurrieron en la Ciudad y provincia de Buenos Aires, el 61% de las denuncias fueron realizadas por mujeres, y el 45% de las denuncias fueron anónimos.

En lo que respecta a la asistencia a las víctimas, la Ley N°23.364 brinda información sobre alojamiento, manutención y alimentación suficiente, asistencia psicológica, médica y jurídica gratuita, medidas para asegurar su integridad física, protección de su identidad e intimidad, permanencia en el país o retorno voluntario al domicilio.

Ahora bien, en este contexto de pandemia global, donde el sistema productivo tal cual lo conocíamos atraviesa profundas transformaciones, no puede dejar de lado el tratamiento de este flagelo, que como menciono más arriba, es producto de un sinnúmero de mecanismos perversos que vulneran los derechos de las personas.

El sistema de producción conocido hasta hoy, es el trasfondo de todos los males que atentan contra la dignidad de mujeres, hombres y niñes, ante ello debemos ser conscientes y alertar a la sociedad de que esto existe y sino se combate seguirá existiendo. De lo que hablamos es de la "mercantilización" de los seres humanos al punto de comercializarles y traficarles.

Prácticamente no existe un lugar en el mundo que no sea parte de esta red delictiva. Ya sea como punto de origen, tránsito o destino. Los diferentes países o regiones del globo son territorio de trata con un carácter tanto regional e interno, ya que las víctimas son objeto de trata dentro de su propio país, hacia países vecinos e incluso de un continente a otro. Se ha informado de que en 137 Estados se ha explotado a víctimas de por lo menos 127 países. Por ejemplo, en más de 20 países de todo el mundo se han encontrado víctimas provenientes del Asia oriental.

Por lo que trabajar en redes de detección, articulando desde lo local a lo global, es una necesidad imperiosa para transformar el sistema que oprime de formas diversas a la sociedad. Lo realizado es valedero pero no alcanza, y debemos estar a la altura de las demandas que requiere construir una "nueva normalidad" para todos, todas y todes. Un mundo sin trata es un mundo más justo. 

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