Hace una semana que se negocia la comunicación. A esta altura sólo ellos pueden definirlo. |
Sun Tzu recomendaba a los generales chinos, en un milenario ejercicio
de peronismo explícito, sólo librar las batallas que iban a ganar. El consejo
es simple, la dificultad estriba en distinguirlas.
Sergio Massa recibió días atrás una propuesta sencilla del armador macrista Emilio Monzó. El ministro de Gobierno porteño le sugirió que ofrezca a Macri hacer una suerte de renunciamiento patriótico a favor de la unidad opositora y declinar su participación en este turno electoral.
Sería el inicio de dos caminos posibles: Una postulación a gobernador como parte de la alianza opositora que lidera el PRO o efectivamente su paso al costado en este turno, pero acordando las listas de candidatos y siendo parte desde su fundación de un bloque político que tiene chances de gobernar la Argentina.
Puede parecer una rendición incondicional, pero no lo es. “Es lo que hizo Macri en el 2013, cuando De Narváez rechazó el acuerdo con el PRO. Macri resignó la presentación de listas y fue a Tigre a acordar. Parecía que era el final y mirá donde está ahora”, explicó uno de los hombres más cercanos del jefe de Gobierno, que a esta altura –ya saldada la puja por la principal candidatura presidencial de la oposición-, cree que Massa es un aliado importante para el futuro.
Es que a ninguno de los que importan en esta discusión, se le escapa que Massa tuvo fallas importantes de conducción política, pero sigue siendo una figura que sintoniza muy bien con una parte importante de la sociedad, que simplemente parece haber entendido que este no es su turno.
Lo importante en todo caso para Massa en este momento, es planificar con mucho cuidado el aterrizaje suave de su proyecto presidencial de manera de lastimarse lo menos posible. Pero claro, debe ser muy complicado pasar en un año de prácticamente ser el próximo presidente a estar al borde de no participar de la pelea. Se entiende la dificultad para procesar el cambio de las circunstancias.
Sin embargo, por estas horas se está hablando de cosas serias, aunque por momentos no parezca. En la cúpula del PRO saben que si llegan a ganar las elecciones, para gobernar la Argentina van a necesitar alcanzar acuerdos más amplios que los actuales, que deben incluir a algunas figuras claves del peronismo que viene. Y Massa sin duda entra en esa categoría.
El paso al costado en esta instancia le ahorraría al ex jefe de Gabinete el daño de una eventual derrota fuerte en las primarias que lo obligue a bajarse antes de las generales, para evitar que el voto útil termine de triturar su capital político.
Como sea, el primer paso para empezar a desplegar posibles escenarios es tan sencillo y tan complicado como un llamado telefónico. Hace una semana que se está tratando de “acordar” los términos de un llamado de Massa a Macri. Pero el hombre nunca fue sencillo. “Lo único que falta que pida es que primero atienda Juliana y ella le pase a Mauricio”, bromeaban hoy en el PRO.
Aunque suene paradójico, en algún punto la política también se cruza con lo humano. Y es en ese terreno donde las formas, los buenos modales, la sensibilidad con el otro y hasta la elegancia, son determinantes. Hoy nadie tiene claro donde puede terminar un diálogo directo de Macri y Massa.
Hay una instancia, cuando los líderes se encuentran cara a cara, que adquiere su propia dinámica, para bien o para mal.
Pero todavía Massa sigue apostando a viejos reflejos, que ya no parecen funcionar. Presionar a Macri públicamente y a través de los factores de poder real para que acepte un acuerdo, sólo está alejando al líder del PRO. A veces, la mejor táctica para desarmar a un adversario-posible socio, es bajar la guardia. Parecen temas menores, obvios, pero tienen enorme trascendencia por estas horas.
A nadie se le escapa que el kirchnerismo está acumulando el grueso de la sangría que sufre el Frente Renovador y cada día que pasa parece estar un paso más cerca de ganar en primera vuelta. Massa sigue siendo el electrón suelto del actual escenario, que según donde decante acaso pueda desequilibrar la pelea grande. Por eso, también desde la Casa Rosada le abren las puertas. Es una trampa. Y él lo sabe.
Son horas claves. En una semana cierran las alianzas. El primer trazo grueso del futuro se definirá en los próximos siete días.
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"Scooby doo me habla de tu y jimmy carter" Homero Simpson.