Estados Unidos
Trump, ante la historia
Por Gonzalo Fiore Viani
La situación política que atraviesa Donald Trump tiene muchos paralelismos con la de Richard Nixon. Las lecciones de la historia pueden servir para entender hacia dónde va el futuro político de los Estados Unidos.

Tradicionalmente, en la política estadounidense, las protestas pacíficas fueron funcionales a los demócratas, mientras que los disturbios ayudaron electoralmente a reforzar el papel "ordenador" de los republicanos. Si bien a Trump le gusta compararse con Ronald Reagan -o, incluso, con Abraham Lincoln-, es posible encontrar su paralelo más importante en Richard Nixon.

Las analogías con las revueltas de 1968 no son pocas, y en aquel momento, el mayor beneficiado de ellas fue el republicano. Mientras que los demócratas sucumbieron con un candidato de centro como Hubert Humphrey primero, y luego, de manera aún más aplastante, con un izquierdista como George McGovern.

Mientras que Humphrey se parecía más a Joe Biden, podría decirse que Bernie Sanders tiene grandes similitudes con McGovern. En un contexto de polarización, caos social y brecha generacional como el de 1968 triunfaron los republicanos, estará por verse si también lo hacen en 2020.

Nixon en su momento triunfó contra Humphrey 43% a 42%. En 1968 habían sido asesinados Martin Luther King Jr. primero, provocando una serie de revueltas en todo el país, y Robert F. Kennedy luego, quien se perfilaba para ser el candidato a presidente del Partido Demócrata y heredero político de su hermano John. A su vez, se produjeron grandes desmanes en la Convención Nacional Demócrata de agosto de 1968.

El rechazo de los manifestantes contra el establishment del partido era muy grande debido a la Guerra de Vietnam y las críticas contra la presidencia de Lyndon Johnson, que si bien fue un presidente progresista en muchos aspectos, no pudo despegarse de las atrocidades de una guerra heredada.

Humprhey era vicepresidente de Johnson, y su candidatura enfureció al sector más progresista de los manifestantes, que esperaban un candidato más cercano a la izquierda como McGovern y todavía arrastraban la desazón por el asesinato de Bobby Kennedy.

De un Partido Demócrata fragmentado y una situación social extremadamente convulsionada, se benefició electoralmente Richard Nixon, quien finalmente logró llegar a la presidencia tras haber perdido las elecciones de 1960 contra John F. Kennedy.

Cuatro años más tarde, en 1972, el sector más radicalizado del Partido Demócrata logró imponer a su candidato, el senador del Estado de Dakota del Sur, George McGovern. El sureño fue el candidato presidencial con ideas más cercanas al socialismo o a la izquierda de toda la historia de los Estados Unidos. Fue apoyado efusivamente por el ya entonces decadente movimiento hippie y por las grandes figuras de la contracultura de aquellos años.

El país seguía desangrándose internamente por las protestas contra la Guerra de Vietnam, que, además, estaba siendo perdida. En 1970, cuatro estudiantes fueron asesinados en la Universidad de Kent State en Ohio en medio de protestas contra el gobierno de Nixon y las fotos tuvieron repercusión tanto nacional como mundial.

El Movimiento de los Derechos Civiles se había radicalizado y el Partido de las Panteras Negras para la Autodefensa había acaparado la centralidad. Parecía un escenario propicio para la derrota del Partido Republicano y la salida del poder de Richard Nixon. Sin embargo, la debacle electoral demócrata fue aun peor que la sufrida en 1968.

El programa de McGovern, similar al de Sanders décadas después, prometía grandes reformas al sistema de salud, programas para combatir la pobreza, avanzar en los derechos civiles, reducir el presupuesto militar y salir de la Guerra de Vietnam, e incluso despenalizar el consumo de marihuana.

Como en otros momentos donde "la ley y el orden" se vieron amenazados, el establishment cerró filas detrás del cuestionado Nixon y el Partido Demócrata atravesó la peor derrota de toda su historia alcanzando apenas el 38% de los votos frente al 60% de Nixon y 520 a 17, en lo que fue una campaña presidencial atravesada por tácticas de espionaje que terminarían desembocando en el escándalo de Watergate y la renuncia anticipada del presidente apenas dos años después.

A pesar de los intentos del Partido Demócrata durante los últimos cuatro años de conseguir el impeachment de Trump, Richard Nixon sigue siendo el único presidente estadounidense en verse obligado a renunciar debido a la amenaza concreta de ser destituido.

Donald Trump espera que el complejo escenario social que enfrenta le sea funcional de la misma manera que le fue a Nixon. Por ello le gusta mostrarse como el presidente de la ley y el orden.

Si triunfa, Joe Biden, a sus 78 años, se convertiría en el hombre con más edad en llegar a la presidencia por primera vez en la historia de Estados Unidos.

De la misma edad que Trump, la vida del demócrata estuvo signada por grandes tragedias personales. Pocos meses después de haber sido electo senador por Delaware, a los 29 años, en medio de la derrota de su partido frente a Richard Nixon en 1972, su esposa e hija de un año murieron en un accidente de auto. Sus dos hijos resultaron heridos y juró la banca desde la habitación del hospital donde estaban recuperándose. Más recientemente, en 2015, su hijo Beau, una creciente figura del partido, murió a causa de un tumor cerebral a los 46 años. Debido a estas grandes pérdidas, el candidato demócrata logra conectar como pocos con su electorado. Sin tener un gran carisma ni ser un orador demasiado sobresaliente, la principal fortaleza de Biden es el mano a mano con sus seguidores.

Según la mayoría de las encuestas, Trump ronda una intención de voto del 41% mientras que Biden lo supera en dos o tres puntos. La elección continúa profundamente polarizada y abierta. Si nos atenemos a los paralelismos históricos, la suerte del actual presidente no está echada.

No obstante, el escenario social en los Estados Unidos es tan complejo que en medio de una pandemia que se llevó más de 100.000 vidas, 45 millones de puestos de trabajo, y una serie de revueltas populares, tampoco sería de extrañar que Trump se convierta en el primer presidente de los Estados Unidos desde George H. W. Bush en 1992 en perder su re elección. El escenario, por ahora, permanece tan abierto como impredecible. 

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