Caso Nisman
Servicios de inteligencia: Una deuda pendiente
Por Gonzalo Fiore Viani
El documental sobre la muerte de Alberto Nisman vuelve a exponer la necesidad de desmantelar los servicios que condicionan y jaquean a la política nacional.

Como si no sucedieran suficientes cosas en la política argentina de los primeros días del 2020, la agenda mediática volvió a girar nuevamente en torno al caso del fiscal Alberto Nisman. Tras el estreno de un documental en Netflix sobre su muerte, a poco tiempo de cumplirse cinco años del hecho que conmocionó a un país y terminó repercutiendo de manera central para que el Frente para la Victoria perdiera las elecciones y Cambiemos llegara al poder.

Uno de los entrevistados en el documental es el actual presidente. La nota en cuestión data del año 2017, donde era muy poco probable que Alberto Fernández pudiera convertirse en presidente, y además, en una formula con Cristina Kirchner. Allí el actual mandatario dice que "todavía duda que Nisman se haya suicidado". Fernández fue muy crítico en su momento del memorándum con Irán, del cual la misma Cristina hizo auto critica en su libro Sinceramente del año pasado.

En el tablero geopolítico, el terrorismo sigue siendo una de las principales problemáticas de los países centrales. Argentina sufrió en 1994 uno de los atentados más cruentos del terrorismo internacional sin que aún se sepa a ciencia cierta quienes fueron sus autores materiales e intelectuales. Por lo pronto, el interés tanto de Estados Unidos como de Israel es evitar que se retomen las relaciones entre Irán y Argentina. Especialmente lo es para Israel, ya que el país islámico es su principal rival en la región.

En un contexto internacional donde el gobierno necesita de manera imperiosa mantener buenas relaciones con los Estados Unidos, Fernández no puede acercarse nuevamente a Teherán. Muestra de esto fue, tras algunas idas y vueltas en diciembre pasado, la decisión de mantener a Hezbollah en la lista de grupos terroristas, a pedido del gobierno estadounidense. En aquel momento Felipe Solá había dicho que el gobierno no va a hacer nada que pueda "traerle problemas" al país.

Hoy Alberto Fernández tiene una posibilidad histórica excesivamente poco común: rectificar errores propios. Visto con el transcurso del tiempo, la decisión de Néstor Kirchner de pedirle la renuncia a Gustavo Béliz al mismo tiempo que se apoyaba en Jaime Stiusso y el aparato de los servicios de inteligencia, demostró ser un error grave. Dentro del complejo contexto internacional que le toca al flamante gobierno, se encuentra una región extremadamente compleja.

El espionaje y las fuerzas de seguridad, debido a su poder de fuego tanto real como figurado, tienen la capacidad de poner en jaque a la democracia. La cuestión de cómo se resuelve la problemática que comprende a los servicios de inteligencia sigue siendo una materia pendiente de la democracia argentina desde 1983 a la fecha. Durante los tiempos más oscuros del país, fueron parte del plan de desaparición forzada de personas. Tras la vuelta de la democracia, operaron tanto para los gobiernos de turno como para la CIA y los servicios estadounidenses.

El retorno de Béliz al gobierno, sumado a lo que expresó con contundencia el presidente en su discurso de apertura, indican que tomará cartas en el asunto. El actual Secretario de Planeamiento Estratégico tiene además, lazos importantes con los Estados Unidos, país donde vivió tras decidir auto exiliarse en 2004. Esos vínculos pueden ser importantes a la hora de desenvolverse dentro del panorama que enfrentará.

La decisión política del presidente ha quedado clara: enfrentar de una vez al aparato de inteligencia que opera en la oscuridad con independencia total, ignorando todo tipo de mandato popular. El entramado putrefacto que comprende a la ligazón entre los servicios de inteligencia y sectores de la justicia encargados de investigar la corrupción de los gobiernos debe ser destruido. De lo contrario, seguirá siendo una losa que pese sobre la democracia, tutelándola, trabajando por sus propios intereses, pero no por los de la Nación. 

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