Algunos comparan las convulsiones que atraviesa la región con la mal llamada primavera árabe de 2012 y 2013. No obstante, eso terminó en un invierno, con la mayorÃa de esos paÃses sumidos en el caos y la inestabilidad. |
En el mundo de hoy, nadie parece estar contento con quien es, que hace, ni quien lo gobierna. La ola de protestas mundiales ha hecho especial mella en América Latina, la región más desigual del planeta. Esto puede llegar a ser aprovechado por quienes se están disputando la hegemonÃa en la región: China y Estados Unidos.
A principios de año parecÃa que sólo Venezuela, Nicaragua o Haità serÃan focos de conflictos sociales de gravedad. Sin embargo, con el transcurso de los meses se sucedieron masivas manifestaciones en Puerto Rico, Honduras, Perú, Chile, Colombia y Bolivia.
Vladimir Putin comparó recientemente la situación que atraviesa el Estado Plurinacional de Bolivia y el vacÃo de poder que vive el paÃs con lo que sucede desde el asesinato de Muamar El Gadafi a manos de mercenarios de la OTAN en Libia.
Esta cuestión debe encender alertas, no sólo por las masacres que están sufriendo los bolivianos, especialmente los indÃgenas y las mujeres, sino por el escenario de caos que desde allà puede llegar a expandirse al resto de la región.
Bolivia, con una ubicación sumamente estratégica en la región, es el corazón geográfico de América del Sur. A su vez, el futuro gobierno de Alberto Fernández está preocupado debido a la situación humanitaria que se podrÃa generar en las fronteras con Argentina.
El gobierno de Donald Trump, hoy, claramente, ha perdido gran parte del interés que habÃa puesto en Medio Oriente, para nuevamente volver a poner su mirada en América Latina. Para el gobierno de los Estados Unidos, el "Make América Great Again" parece incluir ahora también a lo que históricamente han considerado su "patio trasero".
Una especie de retorno a la Doctrina Monroe que establecÃa una "América para los americanos", es decir, una América Latina para los norteamericanos. La hegemonÃa estadounidense, fuertemente discutida por China en los últimos años, especialmente en América del Sur y Centroamérica, no tiene gran oposición entre los liderazgos latinoamericanos actuales.
Más allá del muy particular caso venezolano, el golpe de Estado contra Evo Morales dejó a los lÃderes de izquierda o progresistas sin una pata importante. Si bien el México de Andrés Manuel López Obrador tÃmidamente se erige como un contrapeso progresista al Brasil de Jair Bolsonaro, su cercanÃa y a su vez importante dependencia de los Estados Unidos le hace muy difÃcil enarbolar banderas de soberanÃa o unidad latinoamericana tan abiertamente.
A su vez, Alberto Fernández se encontrará fuertemente comprometido por la cuestión de la deuda y la necesidad del apoyo del gobierno de Trump, pero también de Macron y Merkel, para su renegociación. El futuro presidente se verá obligado en hacer un juego de equilibrios delicados donde no tendrá mucho margen para consumir autonomÃa, en términos del teórico y ex canciller argentino Juan Carlos Puig.
Hace tiempo no se recuerda un contexto latinoamericano tan incendiado, literal y metafóricamente, como el actual. PaÃses que parecÃan los ejemplos económicos, tanto de la izquierda como de la derecha, como Bolivia y Chile, se han sumergido en profundas crisis sin atisbos de solución en el mediano plazo.
En un caso por un claro golpe de Estado cÃvico, militar y policial, mientras que en otro por una ebullición social que pocos podÃan suponer hace tan sólo unos meses. Otro paÃs modelo para la derecha liberal como Colombia también ha estallado con manifestaciones masivas en las calles y dura represión gubernamental.
Una de las principales caracterÃsticas de las protestas, al igual que en el resto del mundo, es que no existe un liderazgo claro, sino más bien una amplia baterÃa de reclamos y especialmente, una gran frustración de los pueblos para con la clase dirigente tradicional. Hoy la organización, debido a las redes sociales y a la inmediatez de la información, es mucho más sencilla.
No es casual que Putin compare el caso de Bolivia con el de Libia. Salvando todas las distancias del caso, se ha querido ver en esta ola de protestas una nueva "primavera latinoamericana" como sucedió con la mal llamada "primavera árabe" entre 2012 y 2013. Eso terminó con varias catástrofes polÃticas y sociales, con paÃses como Libia, prácticamente desintegrados, y otros destruidos, sumidos en la inestabilidad, como Siria.
América Latina se debate entre resolver las causas estructurales que la hicieron la región más desigual del planeta o seguir sumiéndose en el caos. Mientras algunos parecen querer re editar cierta vieja lógica de la Guerra FrÃa y recuperar su influencia perdida en la región, es momento de recordar lo que dijera el Papa Francisco en Panamá en febrero de este año: "No somos el patio trasero de nadie."
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