Iberoamérica
Gobierno Abierto: de la tecnología al ciudadano
Por Antoni Gutiérrez-Rubí
Los presidentes de Iberoamérica buscarán en Cartagena de Indias una visión conjunta que promueva gobiernos transparentes, abiertos y cercanos a la ciudadanía.

La Cumbre Iberoamericana es un espacio común de concertación política y de cooperación que reúne, cada dos años, a los líderes de los 22 países de Iberoamérica (19 de América Latina, más Andorra, España y Portugal). Este año, la Cumbre -que está celebrando sus 25 años- se celebrará los próximos 28 y 29 de octubre en Cartagena de Indias, Colombia.

Dentro de un extenso programa de actividades y eventos, los presidentes de la región deberán refrendar la Carta Iberoamericana de Gobierno Abierto (CIGA) que presentó el Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD) el pasado 12 de agosto. Con esta Carta, el CLAD busca alinear las diferentes políticas y estrategias de los países miembros bajo una visión conjunta y consensuada que promueva gobiernos transparentes, abiertos y cercanos a la ciudadanía. Es en este sentido que la CIGA entiende por Gobierno Abierto al «conjunto de mecanismos y estrategias que contribuye a la gobernanza pública y al buen gobierno, basado en los pilares de la transparencia, participación ciudadana, rendición de cuentas, colaboración e innovación, centrando e incluyendo a la ciudadanía en el proceso de toma de decisiones, así como en la formulación e implementación de políticas públicas, para fortalecer la democracia, la legitimidad de la acción pública y el bienestar colectivo».

Nótese que la definición no hace mención alguna al uso de la tecnología o a la modernización de la gestión pública. Es una reformulación del concepto de Gobierno Abierto ─surgido a finales de la década del setenta, pero puesto de moda en 2009 con el Memorando sobre Transparencia y Gobierno Abierto que promulgó un Barack Obama recién llegado a la Presidencia─ que posterga, sutilmente, la dimensión tecnológica para centrarse en el rol del ciudadano como decisor, como legitimador de los sistemas democráticos. Después de años en los que la perspectiva dominante fue la tecnológica (fundamentalmente, los ejercicios y reflexiones sobre Open Data y Open Action), empiezan a ganar protagonismo los planteamientos que ponen el foco en el ciudadano como epicentro.

El Open Data, uno de los ejes históricos del Gobierno Abierto, también está evolucionando y transitando del lado de la oferta (los datos) y sus operadores, al de la demanda (los ciudadanos) y sus retos. En este caso, de lo que se está hablando es de cambiar el punto de vista: entender que lo que genera valor no son los datos per se, sino las personas que trabajan con ellos y las nuevas soluciones que se imaginan de retos y procesos al disponer de nueva información que les abre o mejora la perspectiva de abordaje. Este debate fue ampliamente tratado en el congreso sobre Open Data que se celebró en Madrid los días 6 y 7 de octubre.

Algo similar también está ocurriendo con la idea de la smart city, que está siendo desplazada, poco a poco, por el concepto de smarts citizens. Un cambio de planteamiento que no imagina la ciudad como un sistema que debe ser automatizado y controlado, sino como un ecosistema diverso e incontrolable del que debemos estar aprendiendo constantemente, y al que es necesario adaptarse. Hablamos del paso de un ciudadano-consumidor, que se limitaba a usar la tecnología, a uno que hace un uso activo de todas las herramientas que tiene a su alcance y que es, además, capaz de crear nuevas. Como apuntaba Dan Hill, experto en urbanismo, «las ciudades inteligentes serán aceptables en la medida que sigan un enfoque de abajo a arriba, dirigido por los ciudadanos».

El último concepto que gana fuerza dentro del paraguas del Gobierno Abierto y que también está en proceso de transformación es el de innovación. En el extraordinario libro The Rainforest. The Secret to Building the next Silicon Valley se describen cuáles son las condiciones que hacen que un territorio, una organización o una comunidad puedan innovar de manera creativa y disruptiva. Sus autores sostienen que la innovación se produce únicamente bajo un modelo, que denominan «modelo selva tropical», que plantea un ecosistema en red y un cierto nivel de descontrol. Las selvas tropicales de la innovación se producen en un recorrido bottom-up, donde prima el comportamiento irracional, se superan las barreras sociales y se reduce el miedo al error. Innovar es experimentar, practicar. No implementar.

El periodista Francis Pisani, en su último libro Creadores de futuro. De la innovación en el mundo (Fundación Telefónica, 2016) define a la innovación como «un nuevo ensamblaje, improbable pero aceptado, de elementos no todos nuevos, para afrontar un problema o aprovechar una oportunidad». Es así, la innovación pública debe orientarse, siempre, a la resolución de problemas reales y, para ello, la participación y colaboración activa de la ciudadanía es indispensable.

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