Son infinitas las notas y columnas de opinión que se escribieron estos años sobre el aura ganadora de la gobernadora María Eugenia Vidal. Los principales matutinos argentinos, de puño y letra de sus mejores plumas, describían las maravillosas virtudes de una leona que resultó desdentada.

Los resultados de las elecciones PASO desmitificaron a la jefe de Estado de la Provincia. Es un dato certero de la realidad. Las razones se combinan hasta el infinito, aunque todas terminan atravesadas por el crecimiento exponencial de la miseria, la falta de trabajo y el apagón del consumo.

La principal premisa de la derrota de Vidal tiene que estar centrada en la exacerbada utilización de peleas retóricas que no interpelaron las necesidades palpables. La corrupción no compra comida, no llena la heladera, no te ayuda a llegar a fin de mes, ni a pagar las facturas de luz o de agua o de gas. La solución a la desolación de la gente es el dinero, que se genera mediante puestos de trabajo, que a su vez generan consumo, que a su vez eleva la calidad de vida del ciudadano, que ba´zsicamente hace que una familia gire.

Como si fuera adrede, Vidal reunió a la tropa de intendentes que le queda, en la República de los Niños en la Plata. Allí tuvo un mensaje de aliento y arenga que se escuchó con atención, pero con desconcierto porque los presentes no encontraban relación entre las palabras y la gestualidad de una gobernadora ida.

¿Quién convenció a Vidal de que para ganar uno de los territorios más importantes del país solo alcanzaba con parecerlo? La falta de Estado para los que más necesitan no es una sensación, se vuelve hambre.

Pero su pose tiene su correlato en la gestión. Solo en dos días de devaluación, se incrementó la deuda en alrededor 70 mil millones de pesos, algo así como un Presupuesto de Salud. El año que viene, en 2020, la provincia de Buenos Aires va a tener que pagar 200 mil millones de pesos de intereses, amortizaciones y vencimientos de deuda, como tres presupuesto de salud.

Este escenario es responsabilidad del nuevo ministro de Economía de la Nación, Hernán Lacunza. Un informe del Observatorio de Política Fiscal PBA de la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ) da cuenta de que, entre el primer trimestre de 2018 y el mismo período de 2019, el stock de deuda de la provincia de Buenos Aires se incrementó un 91 por ciento interanual y totaliza 518.429 millones de pesos.

Vale hacer memoria. Apenas unos meses atrás, la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner decía -en contraposición a la "leona"- que era una "yegua herbívora". Después de eso vino el anunció de Alberto Fernandéz como su candidato a presidente. Una semana más tarde, Axel Kicillof era ungido candidato a gobernador por los propios intendentes del conurbano. Un tiempo después, llegó el cierre de listas y con ello se selló un nuevo amor con Massa.

Los modos son efectivos y son reflejo de realidades inconscientes. Las palabras condicionan el pensamiento, según filosofías orientales milenarias, pero también pueden condicionar la imagen proyectada. Resultó que el electorado se sintió interpelado por la imagen de la yegua herbívora. Pobre, desnutrida, solitaria, solo con la certeza del amor al prójimo. Del otro lado, la abundancia y la frialdad de estrangular mirando a los ojos pidiendo que "hay que aguantar, ya llegamos". La leona no cumplio su deber de proteger. Lo que es más grave, la leona fue parte.

Esta Vidal sin brillo y sin espontaneidad se pelea con el espejo mientras se viste de negro luto, añora el blindaje mediático y les confiesa a algunos pocos en voz baja que admira a Cristina. Como dijo el intendente de Bahía Blanca, quien responde a directamente a ella: "La heladera vacía se la llevó puesta".