26 de abril, 2024
Editorial
Cuando el Estado no resuelve nadie puede cumplir la cuota
El incumplimiento de la Hilton por parte de la Argentina no está determinado por problemas no resueltos sino "creados" por el Estado Nacional. El problema se inicia en una visión gubernamental negativa hacia la exportación, y más negativa cuánto más valor tenga el producto involucrado. |
Es un axioma que cuando el Estado no resuelve los problemas, se los endilga a los particulares que, entonces, tratan de solucionarlos como pueden. Esto genera conflictos entre los privados que, lejos de solucionarlos, terminan peleándose entre ellos.
¿Este es el caso del incumplimiento de la Cuota Hilton argentina?
Absolutamente no, es mucho peor.
El incumplimiento de la Hilton por parte de la Argentina no está determinado por problemas no resueltos sino “creados” por el Estado Nacional.
La complejidad de requisitos y la actitud permanente de trabar, frenar y desalentar la operatoria de exportación impacta de manera distinta en cada uno de los operadores y, por lo tanto, las operatorias se ven más o menos perjudicadas.
Los grupos de exportadores argentinos no pudieron cumplir con su volumen de cuota en forma más significativa que las empresas frigoríficas por una cuestión fundada en su estructura misma. Los productores exportadores tienen una producción fidelizada, acotada a sus existencias, y enfiladas en un camino de abastecimiento de acuerdo al devenir propio de su producción.
Faenan su propia producción y están involucrados en un negocio exportador a fin de darle mayor valor agregado a la misma. Por lo tanto, cuando el animal está listo hay que faenarlo, procesarlo y venderlo. Una parte va a la exportación y otra gran parte queda en el mercado interno. Pero si en ese momento se frena, se entorpece y no se deja exportar, todo va a mercado interno y el productor se queda sin recursos para intentar otro proceso de exportación.
Termina todo en un intento fallido y fracasado, que no tiene mucha solución pues en el campo no hay con qué suplir ese fracaso. Y el gran desaliento que provocan los sucesivos fracasos va a su vez desalentando a los productores a involucrarse en un proceso de exportación.
Las empresas frigoríficas sufren las mismas restricciones, pero compran su mercadería, no la producen, por lo que el abastecimiento es continuo, y el impacto de la política oficial las perjudica, pero tienen más recursos para enfrentar los problemas que derivan de éstas.
Hoy nuevamente estamos ante una realidad: no se ha cumplido la cuota. Comenzar a evaluar quién cumplió más o menos es entrar en un terreno peligroso. Más aún si vemos que se impulsan proyectos de ley o de resolución para una nueva forma de distribuir la cuota.
No caigamos en simplificaciones infantiles. El problema es muy complejo y se inicia en una visión gubernamental negativa hacia la exportación, y más negativa cuánto más valor tenga el producto involucrado.
Este es un grave problema para la cadena de ganados y carnes en la Argentina. Cadena que ya de por sí sola debe ser una de las cadenas de valor más desintegradas del mundo.
¿Este es el caso del incumplimiento de la Cuota Hilton argentina?
Absolutamente no, es mucho peor.
El incumplimiento de la Hilton por parte de la Argentina no está determinado por problemas no resueltos sino “creados” por el Estado Nacional.
La complejidad de requisitos y la actitud permanente de trabar, frenar y desalentar la operatoria de exportación impacta de manera distinta en cada uno de los operadores y, por lo tanto, las operatorias se ven más o menos perjudicadas.
Los grupos de exportadores argentinos no pudieron cumplir con su volumen de cuota en forma más significativa que las empresas frigoríficas por una cuestión fundada en su estructura misma. Los productores exportadores tienen una producción fidelizada, acotada a sus existencias, y enfiladas en un camino de abastecimiento de acuerdo al devenir propio de su producción.
Faenan su propia producción y están involucrados en un negocio exportador a fin de darle mayor valor agregado a la misma. Por lo tanto, cuando el animal está listo hay que faenarlo, procesarlo y venderlo. Una parte va a la exportación y otra gran parte queda en el mercado interno. Pero si en ese momento se frena, se entorpece y no se deja exportar, todo va a mercado interno y el productor se queda sin recursos para intentar otro proceso de exportación.
Termina todo en un intento fallido y fracasado, que no tiene mucha solución pues en el campo no hay con qué suplir ese fracaso. Y el gran desaliento que provocan los sucesivos fracasos va a su vez desalentando a los productores a involucrarse en un proceso de exportación.
Las empresas frigoríficas sufren las mismas restricciones, pero compran su mercadería, no la producen, por lo que el abastecimiento es continuo, y el impacto de la política oficial las perjudica, pero tienen más recursos para enfrentar los problemas que derivan de éstas.
Hoy nuevamente estamos ante una realidad: no se ha cumplido la cuota. Comenzar a evaluar quién cumplió más o menos es entrar en un terreno peligroso. Más aún si vemos que se impulsan proyectos de ley o de resolución para una nueva forma de distribuir la cuota.
No caigamos en simplificaciones infantiles. El problema es muy complejo y se inicia en una visión gubernamental negativa hacia la exportación, y más negativa cuánto más valor tenga el producto involucrado.
Este es un grave problema para la cadena de ganados y carnes en la Argentina. Cadena que ya de por sí sola debe ser una de las cadenas de valor más desintegradas del mundo.
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