Editorial
Argentina: incertidumbre e inflación, los desafíos del 2010
Por José María Fanelli
La estrategia política del gobierno es es intensiva en el uso de recursos públicos y, por ende, hace poco creíble que el gobierno vaya a mantener bajo control un déficit fiscal que ha estado aumentando fuertemente durante el último año.
La incertidumbre ha vuelto a ser el rasgo más saliente de la coyuntura. Este hecho tiene su origen en dos factores centrales. El primer factor de generación de incertidumbre es la obstinada estrategia del gobierno de evitar la búsqueda de consensos con la oposición. Antes que los acuerdos en el Congreso, las autoridades privilegian las iniciativas unilaterales y buscan alianzas coyunturales con actores específicos.

Esto es, el apoyo para cada medida particular se busca, primordialmente, en grupos cuyos intereses económicos o políticos son favorecidos por las medidas en cuestión. Estas alianzas se caracterizan por su heterogeneidad y su fragilidad. Son heterogéneas porque incluyen desde intendentes, gobernadores y sindicalistas hasta líderes sociales, crony capitalists e ideólogos. Son frágiles porque dependen de iniciativas específicas y quienes son hoy aliados para un tipo de medida pueden no serlo para otras.

Por supuesto, el punto que interesa a nuestro análisis no es el de juzgar la validez de esta estrategia desde una perspectiva estrictamente política sino subrayar sus implicancias económicas.

En este sentido hay dos aspectos que merecen destacarse. Por un lado, se trata de una estrategia que es intensiva en el uso de recursos públicos y, por ende, hace poco creíble que el gobierno vaya a mantener bajo control un déficit fiscal que ha estado aumentando fuertemente durante el último año por las mismas razones que siguen vigentes: la necesidad de atender demandas de diferentes aliados políticos. Por otro lado, como las alianzas son frágiles y cambiantes e involucran actores con intereses muy disímiles, es muy difícil formar expectativas sobre cuáles serán los programas de trabajo que el gobierno privilegiará en el mediano plazo. Un ejemplo: el ritmo de inversión en obra pública suele depender de manera significativa de la jurisdicción política en que tal inversión se realiza.

La credibilidad del Gobierno

La segunda fuente de incertidumbre es la incapacidad de dar credibilidad a las iniciativas en el plano económico. Podría pensarse que la falta de credibilidad actual es sólo una forma más en que se manifiesta el problema de las alianzas heterogéneas en el campo político: el sector privado anticipa que las iniciativas audaces que lanza el gobierno no cuentan con bases de consenso sólidas para mantenerse a largo plazo.

Esto es cierto, pero hay un hecho más: el factor “mala praxis” ha estado jugando un rol independiente, adicional y no menor en los fracasos y la falta de credibilidad de las políticas. Por supuesto, el episodio del Fondo del Bicentenario, seguido del embargo de fondos en Nueva York y las implicancias institucionales de la renuncia de Redrado es un ejemplo paradigmático en este sentido. Pero no es el único y es más bien el punto culminante de una serie de pasos en falso.

La mejor forma de ilustrar el nivel de incertidumbre que vive la economía argentina es constatar dos hechos. Ya bien comenzado el año:

• No se sabe cuál es el programa monetario ni se sabe cuál es la meta –o, al menos, la expectativa– de inflación con que las autoridades se están manejando.

• No se sabe cuál será la evolución de las variables fiscales fundamentales, el nivel de financiamiento que el gobierno necesitará y cómo hará para financiarlo.

Un desbalance fiscal creciente sin financiamiento cierto

El presupuesto es el arma por excelencia que tiene el gobierno para informar al sector privado sobre los lineamientos económicos de cada año. Pero el presupuesto que aprobó el Congreso no refleja de manera realista lo que el gobierno se propone hacer este año. Por supuesto, si esta afirmación fuera realizada por la oposición podría resultar dudosa.

Pero es el propio gobierno el que ha dejado en claro, a través del intento de constituir el Fondo del Bicentenario pocos días después de aprobado el presupuesto, que éste no reflejaba de manera creíble sus intenciones.

Tampoco ayudó, en este sentido, que diferentes funcionarios atribuyeran al Fondo del Bicentenario diferentes objetivos: desde actuar como garantía de los pagos al exterior, hasta mecanismos para financiar el gasto de las provincias.

De hecho, lo que el gobierno buscaba con el Fondo del Bicentenario no era más que una versión corregida y aumentada de su estrategia de financiamiento de los últimos años: recurrir a los stocks de activos acumulados en el pasado en las cuentas oficiales o privadas, aún a costa de violar la institucionalidad. Hasta ahora había hecho uso sólo una vez de las reservas (cuando le pagó al FMI) y había privilegiado el uso de fondos como los acumulados en la ANSES, en las cuentas de los particulares en las AFJP y en el Banco Nación. En todos los casos, para utilizar los fondos hubo que cambiar las reglas de juego.

De hecho, los analistas esperaban que el gobierno echara mano de las reservas para pagar los vencimientos de deuda en dólares. Lo que ningún analista anticipó es que las autoridades lo harían violando la Carta Orgánica del Banco Central cuando podían apropiarse de las reservas necesarias de maneras alternativas, como la emisión de Letras de Tesorería para comprar dólares al Banco Central o el canje de letras del Banco Central en manos de los bancos por Letras del Tesoro. Las explicaciones sólo pueden ser dos: mala praxis (solución técnicamente incorrecta) o el gobierno piensa utilizar los dólares de las reservas no sólo para pagar deuda sino también para financiar gasto corriente. Esto último es incompatible con una tasa de inflación que no explote.

Sin rumbo monetario

La información monetaria es vital para coordinar las decisiones del sector privado. Si esa información no está disponible, lo más seguro es que para minimizar costosos errores, se pospongan todas las decisiones que no son estrictamente de corto plazo.

Esto tiene dos consecuencias muy negativas. Por un lado, retrasa el gasto en inversión productiva; por otro, alimenta la compra de activos externos debido a que el dinero no gastado no se deposita en el sistema financiero doméstico.

Esto ya ocurrió varias veces desde 2007 en adelante: cada vez que aumentó la incertidumbre política, se cayó la inversión productiva y salieron capitales hasta el punto de no producirse acumulación significativa de reservas en un contexto de generación récord de superávit comerciales. Una de las buenas noticias del final del último trimestre de 2009 había sido, justamente, que la salida de capitales se había revertido. El efecto mala praxis de enero seguramente será un obstáculo para que tal reversión se consolide.

El gobierno sigue sin solucionar el problema del INDEC y el programa monetario no se conoce porque ha cambiado el Presidente del Banco Central y no se ha dado a conocer ningún tipo de pauta respecto del crecimiento de los agregados monetarios que la nueva conducción considera apropiado.

Sí se han adelantado ciertas orientaciones para la nueva conducción del Central. En particular, se ha puesto de manifiesto que el BCRA buscará coordinarse en mayor medida con el resto de las políticas del gobierno, para lo cual se creó una comisión. Asimismo, se especificó que la nueva conducción buscará poner al BCRA al servicio del desarrollo y no sólo de la inflación. Estas orientaciones hacen poco, sin embargo, para despejar la incertidumbre.

Si el problema fue que el BCRA estuvo hasta ahora sólo abocado a controlar la inflación y ésta se ubica ya en el entorno del 20%, no resulta claro a qué niveles llegará la misma si ahora se agregan objetivos reales como empujar el crecimiento. Una pauta en relación a lo que piensa el sector privado la brinda el sindicato de los maestros: adelantaron que exigirán un incremento del 23%.

Mezclar en la misma bolsa la cuestión monetaria con el desarrollo sólo traerá confusión. Lo único que es necesario hacer con el Banco Central es fortalecerlo institucionalmente. En la Argentina, la falta de fortaleza institucional del Banco Central llevó continuamente a situaciones críticas.

Con referirse a dos tipos de instancias de la historia reciente alcanza. La primera instancia se refiere a los episodios hiperinflacionarios de 1975, 1989 y 1990. En estos casos, la emisión del Banco Central se adaptó a las necesidades de los bancos y el gobierno y la inflación encontró pocos obstáculos para acelerarse.

La segunda instancia histórica se refiere al período de convertibilidad. En este caso, el Banco Central tampoco era relevante institucionalmente. Era un mero apéndice del sistema de convertibilidad ya que, como es bien sabido, bajo un régimen de convertibilidad no existe política monetaria. Por lo tanto, la “independencia” del Banco Central era una declaración vacía en los hechos: la institución era independiente para decidir pero no tenía nada sobre qué decidir en el plano monetario.

Bajo el “uno a uno” la autoridad monetaria era una caja de conversión de pesos a dólares o viceversa, según los deseos del sector privado. En realidad, el sistema de convertibilidad era una forma de declarar abiertamente la incapacidad de la sociedad argentina para construir instituciones. Es decir, se renunció a tener política monetaria propia ante la incapacidad de instituir un Banco Central creíble.

La conclusión que se sigue del análisis de estos dos tipos de instancia histórica es que en la Argentina nunca hubo un Banco Central institucionalmente fuerte y preocupado por defender el valor de la moneda. Afirmar, como lo hace el gobierno, que el problema es que el Banco Central ha dado excesivo peso a la inflación y poco al crecimiento es no sólo equivocado (como lo muestra una inflación del 20%) sino que genera confusión.

El ejemplo de Brasil

Es muy difícil anticipar, por otro lado, cómo será institucional y operativamente un Banco Central abocado a tareas de desarrollo. Los países que pueden mostrar una acción relativamente exitosa en lo que hace a financiamiento estatal para el desarrollo, como es el caso del Brasil, muestran una estructura institucional que está en las antípodas de lo que aparentemente se propone realizar el gobierno.

En Brasil existe una clara y tajante separación entre el Banco Central y el BNDES (el banco estatal encargado del financiamiento a empresas). En Brasil, el Banco Central tiene un claro mandato de cumplir con un objetivo de inflación y defender el valor de la moneda. El Banco Central no se ocupa del crédito estatal a empresas y el BNDES no tiene relación con la política anti-inflacionaria.

El problema de la inflación

Pero más allá de las cuestiones institucionales, lo cierto es que la inflación es un problema hoy. Un incremento salarial del tipo solicitado por el sindicato de maestros –que actúa como testigo– llevaría el gasto público y las necesidades de financiamiento a niveles incompatibles con tasas de inflación razonables. El BCRA, ahora preocupado por el desarrollo, ¿convalidará esta inflación pasivamente? Si la política monetaria no es la encargada de poner coto a la inflación, las alternativas son una política de ingresos o la política cambiaria.

Si la política de ingresos pasara a ser la protagonista, el gobierno no podría convalidar aumentos del orden del 23% y debería adoptar una actitud negociadora muy firme. Es muy difícil que esto ocurra porque el gobierno debería cambiar la política de alianzas heterogéneas antes descripta. Esto es obvio: un grupo de interés específico se alía en la medida que puede conseguir algo; un grupo así se forma, justamente, para presionar sobre el gasto y no para limitarlo.

Si el instrumento anti-inflacionario fuera la política cambiaria, el dólar debería subir mucho menos que los precios. Pero claro, un dólar barato en un contexto de incertidumbre y baja entrada (o salida) de capitales es incompatible con reservas constantes: si el dólar no sube y la inflación se ubica por encima del 20%, en poco tiempo el BCRA corre el riesgo de perder muchos más dólares que los del Fondo del Bicentenario.

En suma, si el gobierno no se ocupa de la inflación, corre el riesgo de generar demandas insostenibles de financiamiento y pérdida de reservas. De hecho esto ocurrió de manera repetida en los momentos en que el Banco Central no era independiente.

Situación internacional


Para terminar, vale acotar que los eventos del plano internacional son variados pero, en general, no han tenido efectos significativos sobre la evolución de la economía en el mes que pasó. Una noticia positiva es que el FMI actualizó hacia arriba la tasa de crecimiento esperada para el mundo, ubicándola en un 4%.

Sin embargo no hay mucho lugar para el optimismo debido a que hay factores estructurales que siguen siendo preocupantes. Dos puntos merecen especial mención. Por una parte, la tasa de desempleo sigue ubicándose en niveles muy significativos a pesar de la recuperación en el nivel de actividad debido a los planes de estímulo. Por otra parte, la evolución de los déficit fiscales y de la deuda pública es preocupante, como lo muestran las cifras del presupuesto de Estados Unidos y la situación en los llamados PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España).

En particular, los mercados reaccionaron muy negativamente ante la posibilidad de que Grecia enfrente problemas en el futuro para cumplir con los servicios de su deuda. Por supuesto, la economía griega no tiene entidad suficiente para incidir per se en la evolución de la economía internacional. La atención que recibe se debe, sobre todo, a que podría estar anticipando los problemas que enfrentarán otras economías cuyos coeficientes de deuda pública han aumentado de manera sustancial debido a los salvatajes bancarios y el aumento de los déficit fiscales. Entre las economías más vulnerables se encuentran los PIGS. Pero la situación fiscal y de deuda pública en Inglaterra o Estados Unidos no deja mucho lugar para el optimismo.

Columna publicada en el sitio Observatorio Económico.

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  • 3
    noelia
    10/08/10
    16:05
    Economia Bipolar:
    Paralelo a una economia evolutiva para algunos, consumista para otros tantos, crece una realidad que ya no puede esconderse a los ojos.
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    Responder
  • 2
    mabelirislantell
    02/03/10
    14:04
    ESCRIBA SU COMENTARIO
    Responder
  • 1
    Hector
    01/03/10
    11:18
    Impecable artículo. Ojalá que quienes deciden en nuestro país, al menos lo lean (y entiendan).
    Responder
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