Editorial
El destino transversal
Por Dante Augusto Palma
Contrariamente a la opinión mayoritaria, la clave de supervivencia del kirchnerismo no es un deslizamiento hacia la moderación sino la radicalización de una agenda de centroizquierda que reedite la transversalidad y permita un consenso acotado que incluya a los representantes del progresismo en las Cámaras.
No es fácil desbrozar el camino y quitar de éste el triunfalismo, la exageración y el odio visceral con que se analizó el episodio legislativo por el cual el kirchnerismo perdió la mayoría en las comisiones y en la Cámara de diputados en general.

Para realizar tal tarea, sin duda no parecen ser de ayuda aquellos que con extrema liviandad e irresponsabilidad intelectual, afirman que lo que viene es “el fin del stalinismo patagónico”, o equiparan los movimientos sociales kirchneristas con las fuerzas que apoyaban a Mussolini y Hitler.

De aquí que no me ocuparé de este tipo de apreciaciones y dejaré que los archivos se burlen de ellos el día de mañana.

Lo más fácil de analizar son los datos más o menos objetivos, a saber: es falso que esta es la primera vez que el kirchnerismo no es mayoría en las cámaras.

Quienes afirman esto faltan a la verdad por omitir que recién en 2005 el kirchnerismo comenzó a traducir en representación en las cámaras el creciente apoyo que las medidas de gobierno empezaban a tener entre una ciudadanía que apenas dos años antes le había otorgado sólo un 22% del voto a Néstor Kirchner; y, además, desconocen que cuando lo que está en juego son leyes que afectan intereses o creencias profundas la supuesta homogeneidad y el carácter monolítico de los bloques no son más que la descripción temeraria de una dudosa ontología. (El resquebrajamiento del bloque oficial durante y después de la 125 y la forma en que se eludió el tratamiento de una ley a favor del matrimonio gay son ejemplos cercanos).

Lo inevitable


Pero lo más difícil es saber lo que vendrá. Aquí, me atrevería a afirmar que contrariamente a la opinión mayoritaria, la clave de supervivencia del kirchnerismo no es un deslizamiento hacia la moderación, es decir, hacia los reclamos que provienen de la derecha, si no más bien lo contrario.

En otras palabras, aunque resulte paradójico, sólo en la radicalización de políticas de centroizquierda, el kirchnerismo podrá lograr un consenso (acotado) que acerque a representantes de fuerzas alejadas de los dictados del establishment económico-discursivo (para muestra, en este sentido, obsérvese lo ocurrido respecto de la ley de Medios).

Por todo esto, otra vez, quizás paradojalmente, el presente del kirchnerismo lo obliga a refugiarse en la otrora rechazada transversalidad que, en esta etapa, no forma parte de un proceso amplio que teóricamente iba a incluir a diferentes sectores de la ciudadanía con ideales progresistas sino que se restringe a acuerdos de cúpula entre los representantes de la centroizquierda y el kirchnerismo a la hora de impulsar determinadas leyes.

Por supuesto que cualquier no kirchnerista que apoye una propuesta oficialista se habrá “borocotizado” mientras que cuando un aliado del gobierno como Cobos, Solá y Graciela Caamaño, entre otros, todos elegidos en las listas del FPV, se pase a las filas opositoras se transformará en un hombre digno, con valor y conciencia.

Pero ese será un tema de los videographs y de los noteros. Lo que importa es que la propia lógica confrontativa de Kirchner y la intransigencia de la derecha llevan indefectiblemente al oficialismo, casi al mejor estilo de una tragedia griega, a retornar a una estrategia transversal por el camino de la profundización de las políticas que afectaron intereses de grandes corporaciones.

Demostrado que la pejotización no garantiza ganar elecciones y sin embargo supone cargar con el lastre de apoyar barones bonaerenses; y comprobado que una alianza con moderados como Cobos aporta sólo un mínimo apoyo para triunfos circunstanciales, el destino parece decirle al oficialismo que su supervivencia estará en reestructurar una alianza entre sectores progresistas que incluya al “peronismo de izquierda” y, contra aquellos que exigen moderar las acciones, radicalizar la agenda.
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  • 2
    LaVerdad
    17/12/09
    13:14
    Palma, el tema es que a Kirchner ya nadie le cree eso de la izquierda. Es sin duda el gobierno que más a favorecido a las grandes corporaciones en la hisotria de la Argentina. Hacé la cuenta de la que se llevaron las compañias que exlotan nuestros recursos naturales y despés hablamos. Tenés algunas medidas progresistas pero por otro lado te rompe el ojete diez veces mas. Eso no es progresistmo sino distracción para que nadie se avive que me la estoy llevando toda.
    Responder
  • 1
    GerardoD
    16/12/09
    02:04
    Palma: Coincido con la primera parte de tu analisis. Pero sobre el final; cuánto crees que representa el "peronismo de izquierda" dentro del magro 30% que lo votó a Kirchner en las ultimas elecciones? Esa porcion del peronismo es lo unico que tuvo y ya tiene seguro, lo importante será saber cuántos de los sectores progresistas querrán aparecer pegados a Kirchner en un futuro cercano, con el riesgo cierto además de ser descartados poco después como ya ocurrió, por los sectores mas reaccionarios del PJ.
    Responder
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