Al principio de la pandemia todos estábamos tentados de buscar alguna experiencia del pasado que se le pareciera. Masivamente aprendimos de la gripe española de principios del siglo XX y en Argentina de los episodios vinculados a la fiebre amarilla en mediados del siglo XIX. Sin embargo, hoy ya no nos quedan dudas de que esto que estamos viviendo no se parece a nada.

Así como la pandemia inauguró, en muchos aspectos, hábitos nuevos como adaptar nuestras actividades al espacio público, o aceleró fenómenos que venían sucediendo como la digitalización de nuestro día a día, también la pandemia cristalizó una forma de vincularnos como sociedad que estaba mostrando sus límites más duros.

Como nunca estuvimos tan conectados a través de dispositivos y redes que nos permitían acceder a información de forma inmediata; como nunca estuvimos tan cerca porque había había vuelos accesibles para viajar a cualquier lugar del mundo; pero a la vez, como nunca estuvimos más encerrados en nosotros mismos. En nuestras propias ideas, nuestras propias visiones, nuestras convicciones.

Desde el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, una ciudad que históricamente ha sido un faro de diversidad de ideas, de expresiones artísticas y de pensamiento, parte de nuestra responsabilidad es celebrar esa diversidad y estimularla, garantizando que todas las voces y todas las ideas tengan un espacio.

Sumando a los espacios públicos y privados, tenemos más de 3000 espacios culturales en la Ciudad. Más de 500 de esos espacios son independientes. Muchos de esos tuvieron que reconvertirse y complementar sus actividades con lo digital vía streaming y talleres online, y también pasando al espacio abierto e incorporando el aforo reducido como una medida sanitaria.

Como Ministerio, nuestro apoyo no fue solo económico, con subsidios y beneficios impositivos, también nos propusimos encontrar juntos nuestras formas para que la cultura no se detenga y siga llegando al encuentro de las personas.

Un ejemplo de esto es el FELBA, la Feria de Editoriales y Librerías de Buenos Aires, que este fin de semana finalizamos la segunda edición. Esta ciudad es emblema en todo el mundo por la cantidad de librerías que tenemos por habitante. La Feria Internacional del Libro que organiza todos los años la Fundación El Libro es un clásico indiscutido para las millones de personas que se dan cita y, sobre todo, para las librerías y editoriales, comerciales e independientes, que tienen la oportunidad de llegar a más lectores.

Ante la imposibilidad de que se realice la Feria como la conocemos, el año pasado junto a la Fundación organizamos la primera feria del libro al aire libre. Fue la única feria del libro en toda la región que se realizó de forma presencial.

Este fin de semana hicimos la segunda edición. Durante 4 días pudimos conocer las publicaciones de más de 50 editoriales y librerías de la ciudad, 10 más que el año pasado, y disfrutar de actividades todos los días, con escritores y referentes del mundo editorial y cultural.

A su vez, por segundo año el lugar fue el Parque de la Estación, que se va convirtiendo más y más en un espacio de encuentro obligado para todos los amantes de la literatura, la poesía y la crítica literaria, entre muchos otros textos que se pueden encontrar en la Biblioteca del Parque, la más nueva de la Ciudad. El Parque de la Estación fue protagonista, además, de la programación cultural del verano a través de diferentes festivales organizados en conjunto con la cultura independiente.

Nuestro compromiso es seguir acompañando al sector editorial generando un espacio abierto al público y nuevas oportunidades de venta. Cada libro que se vende, genera el sostenimiento para el trabajo de muchos, y a su vez en cada libro hay una nueva oportunidad para viajar, una puerta hacia una nueva idea y nuevas preguntas, elementos fundamentales para la diversidad que necesitamos como sociedad.

Vamos a seguir llevando adelante diferentes acciones para promover la cultura de forma segura y siguiendo con estricto cumplimiento los protocolos vigentes. La cultura tiene un rol fundamental en la reconstrucción social que tenemos por delante.