Elecciones 2015
El desafío tras las elecciones
Por Diego Armesto
La gobernabilidad Implica analizar los grados y niveles de “acuerdos básicos” o mínimos entre las distintas fuerzas políticas, que necesariamente deben ser cumplidos por todas las partes.

Cuando recorremos las páginas de los diarios en estos últimos tiempos, nos encontramos con reiteradas expresiones de la dirigencia del arco opositor convocando a generar un cambio de signo en las próximas elecciones, y afirman que esa voluntad de cambio es hoy un reclamo generalizado de la mayoría de la sociedad.

Sin embargo, no debemos perder de vista el hecho de que este cambio del que tanto se habla sólo puede darse en el marco de una construcción republicana. Será entonces un desafío inmenso para nuestra democracia y deberá revestir un carácter fundacional teniendo en cuenta el severo deterioro político, institucional y económico en el que estamos viviendo.

En este sentido, el escenario para el próximo gobierno va a resultar profundamente comprometido en estos aspectos, ya que deberá afrontar la pesada herencia que dejan estos 12 años continuados de “emergencia económica” - con un tercio de la población en situación de pobreza, un modelo productivo ineficiente y corrupción estructural - y al mismo tiempo lograr que funcionen nuevamente las instituciones republicanas.

Consecuentemente, debemos preguntarnos por el escenario que el próximo gobierno tendrá llegado el 11 de diciembre y, principalmente, analizar y pensar sobre realidades concretas como por ejemplo sobre cuál será la estrategia para gobernar siendo minoría en el Congreso de la Nación en el caso que triunfe un partido de la oposición. Aquí es donde nacer la verdadera discusión por la “gobernabilidad”.

Ahora bien, ¿qué implica hablar de gobernabilidad? Implica analizar los grados y niveles de “acuerdos básicos” o mínimos entre las distintas fuerzas políticas, que necesariamente deben ser cumplidas por todas las partes si efectivamente queremos lograr la recuperación de nuestra República, no se trata solamente de hacer realidad ese viejo dicho de la política de que “el que gana gobierna y las otras fuerzas acompañan”.

En tal sentido, por un lado, la Cámara de Diputados de la Nación -integrada por 257 congresistas, donde se alcanza el quórum con 129 de ellos- debe renovar 130 bancas. Empero, es dable destacar también cuántos legisladores terminan su periodo en el año 2017. Así, el Frente para la Victoria tendrá 42 bancas, la UCR 22; el PRO 14; el Frente Renovador 13; Partido Socialista 3; Frente Cívico por Santiago 3; Compromiso Federal 2; GEN 1; Unión por Córdoba 3; Nuevo Encuentro 1; MPN 2; UNEN 3; y 18 bancas más que se distribuyen entre aliados y no aliados del FPV.

Por otro lado, en el Senado de la Nación de un total de 72 bancas se renuevan 24, correspondientes a las provincias de Catamarca, Córdoba, Corrientes, Chubut, La Pampa, Mendoza, Santa Fe y Tucumán deberán renovar las bancas. Lo llamativo aquí es que, de todos los bloques políticos, el Frente Para la Victoria contará con 27 senadores que continuarán su mandato más allá del recambio, donde el quórum se alcanza con 37 senadores.

Por lo tanto, si uno observa el escenario a diciembre deberá entender que va a ser absolutamente imprescindible contar con grandes consensos para salir adelante. No se deberá caer en la tentación del “ya ganamos”.

La gobernabilidad va a depender fundamentalmente de la búsqueda de denominadores comunes y de entender que la República se salva entre todos; que no se tratará como hasta ahora del “ellos o nosotros”. La realidad indica que será necesario reconstruir todas las instituciones que hacen al funcionamiento de nuestra Nación, por lo tanto, el próximo gobierno, sea Scioli, Massa, Macri o Stolbizer, deberá indefectiblemente de tener como norte los grandes acuerdos, y comprender, de una vez por todas, que lo que está en juego es la República y el futuro de la Argentina.

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