Eduardo Levy Yeyati acaba de publicar un libro que podría servirle a cualquiera de los candidatos que gobiernan las encuestas de esta campaña electoral, “Porvenir, caminos al desarrollo argentino”. Economista, escritor, profesor de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Di Tella que además dicta clases en Harvard, afirma que los argentinos no estamos condenados a nada, salvo a nosotros mismos y sostiene que 2016 es el año de la gran oportunidad porque no habrá ni crisis ni crecimiento. Pero además alerta sobre temas que parecen ausentes en el debate político: “Hoy en el mundo la educación está corriendo detrás de la tecnología y en Argentina hablamos de otra cosa”. Levy Yeyati, que también es presidente del CIPPEC, se concentra en el problema del empleo en la era de la desigualdad tecnológica y advierte que uno de dos empleos están expuestos a ser reemplazados por las máquinas.
¿Por qué todos los candidatos se definen como “desarrollistas” en esta etapa?
Hablar del desarrollo es como hablar de la educación: siempre queda bien. El desarrollismo frondicista tuvo sentido en su momento pero hoy sería inaplicable. Si Frondizi o Frigerio vinieran hoy con la fórmula de aquella época, fracasarían rotundamente.
¿Encuentra diferencias entre los candidatos en este debate sobre el desarrollo?
Todos los candidatos dicen que hay que pasar del crecimiento al desarrollo, pero es básicamente un eslogan, porque nadie ha dicho muy específicamente a qué se refiere con desarrollo. Si es proteccionismo, mercadointernismo, si es elegir sectores ganadores y perdedores, si implica una política más transversal de agregar conocimiento, si van a industrializar la ruralidad o incorporar tecnología a partir del agro, si van a enlatar los productos primarios como dice De Mendiguren o si van a fabricar cosechadoras. Por ahí tenés que hacer varias cosas a la vez pero esas precisiones hoy están ausentes.
¿Lo tienen pensado al menos los equipos económicos?
Los equipos son mucha gente que piensa cosas muy distintas. El candidato es el que decide y no creo que lo tenga pensado. Los equipos deberían entrar cuánto antes en una discusión más fina con el candidato, pero hasta ahora creo que no ha ocurrido.
El milagro kirchnerista
¿Por qué habla de “vacamuertismo” en su libro y define a Vaca Muerta como la bala de plata de nuestra ilusión rentista?
El descubrimiento de Vaca Muerta generó la ilusión de que podíamos financiar todos nuestros déficits en términos de insumos de desarrollo. Pasar del 6 % del PBI al 10 % en educación, hacer miles y miles de kilómetros de vías, reconstruir todos los puertos, todo financiado con Vaca Muerta. Cuando uno tiene ese flujo que pasa por extraer y quedarse con un pedazo de la rentabilidad para luego redistribuir, inmediatamente obturás la pregunta: Qué es lo que vas a producir y cómo vas a generar riqueza porque la riqueza ya está ahí, en el suelo. Uno tiene que pensar el día después de que se acaba la renta, muchos años o décadas antes de que se acabe. El caso de Noruega, con la Statoil, es bueno porque se trata de dejar de pensar que es posible vivir becados eternamente. Todos nuestros vecinos –sin problemas de cepo y de inflación- no están creciendo, sino que están desacelerando. Ese es el problema y Vaca Muerta no lo va a resolver.
¿El rentismo caracteriza al modelo kirchnerista o es algo que lo preexistía?
Estamos acostumbrados a buscar atajos y creernos los globos. Cada vez que se da un período de bonanza ya creemos que estamos exportando el modelo argentino. Pasó con la convertibilidad que después aplicaron Ecuador y El Salvador. También nos creímos el milagro kirchnerista que era en parte recuperación, en parte commodities, en parte aceleración propia del gobierno y ahora nos preguntamos por qué hace 4 años que no estamos creciendo. Yo creo que, obviamente con colores distintos, no es muy distinto del globo de la convertibilidad que nos comimos en el 94 y el 96, 97.
Están los que
dicen que Argentina tiene una crisis cada 10 años, casi como una maldición.
La transición del kirchnerismo hacia el próximo gobierno va a ser precisamente una excepción a eso. En general la historia no se repite. Lo que hoy tenemos no es una crisis, es el estancamiento, el fracaso de un modelo de desarrollo. Pero no es una crisis. El año que viene vamos a tener una oportunidad única en dos aspectos, el primero es este, que no vas a poder invocar la crisis para hacer muchos cambios: vas a tener que ser quirúrgico. No podés devaluar 100 % ni romper muchos huevos. Pero por otro lado, el hecho de que no vayas a tener una recuperación rápida, típica de las crisis donde cae mucho el producto, hace que tengas que extremar tu imaginación y tu pericia para crecer más allá de un liviano rebote. Es muy difícil que se nos arme un globo como el que se armó después de la hiperinflación de Alfonsín y de la gran crisis de la convertibilidad. Por primera vez, vamos a tener que pensar cómo crecer sin ayudas transitorias o externas.
Por eso dice que es un año bisagra y que no hay excusas.
Exacto. Si no hacés nada, no vas a crecer: vas a rebotar pero levemente. Ahora dependés de vos, de lo que hagas en la cancha. Es imprescindible plantearse el tema del desarrollo de manera seria: cómo vamos a crecer y distribuir los frutos del crecimiento en un contexto en el que la tecnología tiende a desigualar, no a igualar. Cómo vamos a plantear el rol del Estado en un momento en que el Estado es cada vez más necesario, justamente porque el avance tecnológico tiende a transferir renta hacia los dueños del capital. Hay una serie de preguntas que no se podrán postergar por una felicidad efímera.
La industrialización, el sueño eterno
Después de leer su libro, parece que coincide con la Presidenta cuando dice que Argentina es el único país de la región que no se reprimarizó.
No, no coincido con eso. Los otros países tampoco se reprimarizaron. Eso es enfocar mal el tema. En todos los países latinoamericanos, la industria pierde en relación a los servicios, el sector primario no aumentó en ninguno, salvo en Perú, que tuvo un boom de producción mineral. Lo que se primerizan son las exportaciones porque como te aprecias solo podés vender commodities. Hay un traslado de la producción y del trabajo industrial a los servicios y es una tendencia mundial. Tiene que ver con el aumento del ingreso, con la tercerización y con el avance tecnológico que hace que el precio de los productos manufactureros caiga mucho más rápido que el costo de los servicios. No es necesariamente malo, Australia, Noruega, Finlandia, Estados Unidos.
Entonces, dice que no hay industria posible.
Los únicos países que se han industrializado son los que tienen o empezaron con mano de obra muy barata, como Corea. El ejemplo más claro es el taller clandestino que encontraron en Flores con dos chicos muertos. En el sudeste asiático, la industria textil, de confección en particular, trabaja básicamente con ese régimen. Ni siquiera en China, en Bangladesh, en Vietnam. ¿Queremos competir con eso? No se trata de explotar mano de obra sino de vender más caro lo que producís con tu trabajo y la única forma es agregar marca, diseño, conocimiento.
Sin embargo, en los primeros años del kirchnerismo se habló de industrialización por la capacidad ociosa sobre todo, metalúrgicos, mecánicos.
Todos los puestos de trabajo crecieron, pero la industria no aumentó más que los servicios. Lo que tuviste fue una caída del desempleo y del subempleo a niveles más normales para Argentina. Se generó empleo.
Para usted, apuntar a la industrialización es un equívoco.
Yo creo que es una nostalgia, es mirar para atrás. No se puede pensar el desarrollo mirando ejemplos de hace 40 años, ni siquiera de hace 10. Por eso, hago la analogía con el tren: el desarrollo es subirse a un tren en movimiento. Hay que pensar hacia dónde vamos y anticiparnos para ver si nos podemos colar en el debate que se está dando: hacia donde debe ir el desarrollo.
La desigualdad tecnológica
En el libro se pregunta por qué los que más ganan son los que más trabajan. ¿Cuál es la respuesta?
Hay muchas explicaciones. Tu vara de consumo aumentó, hay algo que tiene que ver con el deseo, siempre estás deseando consumir más.
Alguien diría que eso es el capitalismo.
Bueno, el capitalismo se basa en parte en generar consumos. Es Mad Men, que te cuenta a vos lo que deseabas consumir pero no sabías. Algo de eso hay, también algo psicológico. Pero además hay una cuestión económica que tiene que ver con la desigualdad. Cuando vos innovas tecnológicamente, suceden dos cosas: la máquina aumenta la productividad del capital y en algunos casos la tecnología aumenta la productividad del dueño del capital humano porque se complementa con la tecnología para ser aún más productivo. Cuando distribuís el producto, si no intervenís con el Estado vía impuestos, el capitalista y el tipo que tiene una educación adecuada también se llevan más a expensas del resto, que son trabajadores medios, de baja calificación o incluso de alta calificación que son reemplazables, profesores o maestros. Eso al final se manifiesta como una mayor inequidad de ingresos.
También en mayor desempleo ¿o no?
Exacto, porque las máquinas reemplazan trabajo: vas a trabajar menos horas pero no necesariamente vas a ganar dinero. La máquina no aumenta la productividad del trabajo sino que lo reemplaza. Competís con la máquina y si la máquina es más productiva, tenés que trabajar más barato. Es un efecto perverso que hoy genera un debate muy fuerte en los países desarrollados. Yo pienso en el Estado como rol equiparador. No podés concentrar la riqueza ilimitadamente en los sectores más altos porque aparte se vuelve ingobernable, al margen de cuestiones morales. El Estado va a tener que redistribuir gradualmente esa riqueza concentrada, a través de diferentes esquemas tributarios. Si no, va a ser muy difícil sostenerlo política y socialmente.
¿La reducción de la jornada laboral no sirve para eso?
Sirve para redistribuir trabajo pero no para corregir esta distribución de riqueza asociada con la desigualdad tecnológica. Si reducís la jornada, reducís el desempleo pero no aumentás el salario por hora. Lo que el otro gana demás, vos lo ganás de menos.
Según las estadísticas que cita en el libro, el 47 % de los empleos, 1 de cada 2, están expuestos a ser reemplazados por las máquinas.
Bueno, me cuesta pensar qué trabajo no puede ser reemplazado por la máquina en el futuro mediato. Eso muestran distintos estudios en Estados Unidos e Inglaterra. El diagnostico por imágenes, los reportes financieros a partir de datos públicos, el análisis macroeconómico, los cursos online. Hoy no pueden ser reemplazados pero sí mañana. Va a tardar pero la idea es que no te levantes un día y descubras que no tenés más trabajo. Lo que decía (Jan) Tinbergen, la desigualdad es una carrera entre la tecnología y la educación. Hoy en el mundo la educación está corriendo detrás de la tecnología y en Argentina hablamos de otra cosa.
¿De qué hablamos?
Del cepo, de Aerolíneas, de que los exámenes PISA sirven o no sirven. Hablamos de la coyuntura, de ciclos, de política, pero no de desarrollo. Y cuando hablamos de desarrollo muchos miran a Tierra del Fuego o a la protección de industrias difícil de concebir como viables en el mediano plazo. Poco piensan en qué va a ser lo nuevo para resolver el problema del estancamiento del empleo.
¿Considera a la
extranjerización y la concentración de la economía como parte del problema o
no?
La extranjerización no es trivial y no es neutral. Prefiero tener empresarios argentinos porque tienden a tener –no siempre- un mejor alineamiento con el desarrollo nacional. Pero también prefiero tener las empresas extranjeras produciendo en el país antes que exportándole al país. Porque la producción nacional es trabajo nacional y la importación es trabajo extranjero. La extranjerización se debe a que hemos fracasado en estabilizar la macroeconomía. Si nuestro costo financiero es muy bajo la empresa extranjera va a comprar una empresa nacional endeudándose a un costo mucho menor. Paso con YPF en los noventa.
También es un problema que preexiste al kirchnerismo y que lo sobrevivirá.
Es un problema que tiene que ver con la incapacidad argentina de generar un empresariado local pero además con una cuestión macroeconómica y de costo financiero que hace que resulte muy barato quedarse con las empresas argentinas.
Algunos piensan que el camino es generar multinacionales argentinas.
Si, seguro. Pero para eso tenés que tener estabilidad
financiera y financiamiento bajo. Las multilatinas brasileñas se financian con
el BNDES. No digo que sea el modelo pero claramente tienen una ventaja con
respecto a nuestras empresas.
Por favor no corte ni pegue en la web nuestras notas, tiene la posibilidad de redistribuirlas usando nuestras herramientas.
- 107/08/1510:52con el petroleo a u$50 vaca muerta esta muerta. conviene mas importarlo que producirlo.
¿A qué se refiere cuando dice que una reforma educativa es urgente e ineludible?
Pongamos ejemplos concretos. En Chile, acaban de hacer una segunda parte de una reforma educativa que incluye la capacitación y la evaluación docente. El político tiene que saber que si quiere hacer una reforma educativa va a tener que lidiar con la resistencia de los grupos de interés. En California, tuvieron hace poco un caso interesantísimo: una familia de bajos recursos litigó al Estado porque -al igual que acá - los maestros de California eligen a dónde ir, a los barrios más ricos donde es más fácil dar clases y las escuelas de bajos recursos tienen peores profesores. Una familia pobre hizo juicio diciendo que quería tener los mismos derechos que los ricos. Estás castigando a la escuela de lugares más carenciados.
¿Y por qué ningún candidato propone esa reforma educativa que considera ineludible?
Porque no se quieren pelear con los docentes.
De Narváez fue uno de los pocos que habló de la reforma pero con un discurso de campaña: dijo que sobran 120 mil docentes y después se fue a su casa.
No es ese el punto. De hecho en la provincia faltan docentes. En la provincia de Buenos Aires bajaron el estándar para ser docente porque en algunos lugares faltan docentes, calificados y de todo tipo. No hay que echar docentes, ese es un error. Hay que formar más y mejores docentes. Es cierto que muchos toman demasiadas vacaciones, pero también los hay en empresas y en el sector público. No sobran docentes de calidad.
En el libro menciona al Examen Nacional de Enseñanza Media de Brasil.
Si, es un caso muy masivo al final del secundario, utilizado masivamente como ingreso a las universidades. Muchas universidades públicas en Brasil tienen cupo, exámenes muy duros, el famoso Vestibular. Está perfectamente naturalizado aunque hubo resistencia al principio.
Usted cuestiona el ingreso irrestricto y proponer terminar con el modelo UBA.
No propongo terminar con el modelo UBA. Mi propuesta es complementar ese modelo con uno que incluya una universidad con cupos y financiamiento del estudiante. En un momento, la UBA era la única universidad metropolitana con ingreso irrestricto. Pero hoy tenés muchas universidades incluso de calidad en el conurbano -como la de Quilmes- que ofrecen acceso gratuito a una primera generación de estudiantes. Eso hace que el modelo irrestricto de la UBA se vuelva redundante. Nosotros tenemos un modelo, una universidad de elite, el Instituto Balseiro, das un examen superdifícil, basado en el mérito, donde los estudiantes son subsidiados por el Estado. Ese modelo en una escala más amplia y con mayor diversidad de carreras –que no pueden ser reproducidas por una universidad privada- está ausente. Ese modelo complementa a la UBA y podría hacerlo incluso la UBA pero me parece que es una batalla que está perdida.
¿Por qué?
No sé, porque nunca van a poner cupo ni arancel en la UBA. ¿Por qué? No sé. Porque los estudiantes están en contra, porque los profesores están en contra y porque pareciera que la sociedad está en contra.
Frente al ideal democratizador de una universidad popular están los que responden como usted que los hijos de los trabajadores o los humildes no entran.
Algunos no llegan, otros no alcanzan los estándares que propone la UBA; tienen que trabajar, otros no pueden afrontar carreras tan largas financiados por su familia, de 6 y hasta 8 años. Y la UBA se niega a darle un título intermedio que pueda abrirle el mercado laboral a ese tipo que quiere efectivamente mejorar sus ingresos. Dicen que eso es privatizar o reducir la oferta de educación pública. Es cierto que es un modelo más selectivo. Okey hagamos un título intermedio, todo gratis, para que ese tipo se pueda ir a los 22 años mudarse con su novia para tener un trabajo y formar su familia. Hoy no hay espacio para modificar la UBA pero sí para crear universidades especializadas de calidad, gratuitas y basadas en el mérito.
Parece que prevalece una visión liberal donde la idea es que cada uno estudie lo que tenga ganas.
Claro, por supuesto, liberal iluminista. Dejemos que los hijos de los comerciantes que hicieron dinero se dediquen a producir conocimiento y sean intelectuales. Me recuerda la historia de los primeros intelectuales que eran muchos hijos de judíos que había hecho dinero y querían que su hijo fuera doctor o profesor en la universidad. La universidad no está lo suficientemente atravesada por el problema del empleo. Tiene un rol fundamental en compensar la desigualdad tecnológica, pero es un rol que no asume.
En los últimos años, la matrícula de la escuela privada creció un 23 %. ¿Por qué se da la fuga hacia la educación privada?
Primero hay que aclarar: la educación privada no es mejor que la pública en promedio. Se abandona la educación pública por cuestiones que no son estrictamente educativas, las horas de clase, el ambiente. Cuando los mejores hogares pasan a educación privada y se llevan a los mejores estudiantes lo que se hace es despoblar la educación pública y generar un peor ambiente. Los que se van son los estudiantes que hubieran exigido a la educación pública que fuera mejor, los más activistas, el caldo de cultivo de la mejora. Tenés menos alumnos, menos incentivos para mejorar y una población más homogéneamente pobre. Replicás las desigualdades de origen. Hay que generar las condiciones para que la pública compita.