8M
8M: Derechos políticos para la ciudad que queremos
Por María Rosa Muiños
Nuestra participación activa en los procesos de toma de decisiones en todas las instancias es una condición necesaria para la vigencia y el desarrollo del sistema democrático y para combatir la discriminación por género.

El sentido del 8 de marzo en Argentina fue cambiando durante los últimos años y el Día Internacional de la Mujer se transformó en una jornada de movilización y reflexión, gracias a la inmensa lucha del movimiento de mujeres. Una parte de esta fuerza militante encuentra su origen en la conquista de nuestros derechos políticos.

Fuimos nosotras las que logramos a lo largo de la historia iniciar un camino en esa dirección, cuando en 1947 de la mano de Eva Perón se promulgó la Ley de Voto Femenino (Ley N° 13.010), la cual permitió a las mujeres poder elegir y ser electas en los comicios. Más cerca en el tiempo, Argentina se convirtió en 1991 en el primer país en establecer el cupo femenino, que determinó que al menos el 30% de las listas de candidaturas que los partidos presentan para las elecciones estuviera ocupado por mujeres.

Nuestra participación activa en los procesos de toma de decisiones en todas las instancias es una condición necesaria para la vigencia y el desarrollo del sistema democrático y para combatir la discriminación por género. La igualdad real de oportunidades y trato entre varones y mujeres en cuanto al acceso y goce de los derechos políticos está garantizada en la Constitución Nacional de 1994 y reconocida en diversos Tratados de Derechos Humanos y convenciones internacionales.

Como legisladora de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, junto a mi equipo nos hicimos eco de ciertas demandas que fueron creciendo especialmente a partir del primer #NiUnaMenos.

Uno de nuestros aportes a la igualdad entre mujeres y varones fue la presentación en 2016 -y de nuevo en 2018- del proyecto de "Participación Equivalente y Proporcional por Género" en la conformación de las listas de precandidatos a las PASO y también en la integración de todos los ámbitos del sector público de la Ciudad. Es decir, en órganos de control, organismos descentralizados, entidades autárquicas, organismos de la seguridad social, colegios públicos profesionales, empresas y sociedades del Estado, y en toda organización empresarial donde el Estado de la Ciudad tuviera participación mayoritaria en el capital o en la formación de las decisiones societarias y las entidades. Lamentablemente, la iniciativa no se trató y perdió estado parlamentario.

A nivel nacional, el Congreso de la Nación aprobó en 2017 la Ley de Paridad de Género (Ley N° 27.412), que estableció la obligatoriedad de intercalar candidatos y candidatas de ambos sexos en las listas de legisladores y legisladoras nacionales, aunque no fue promulgada hasta 2019 en la antesala del proceso electoral que consagró presidente a Alberto Fernández.

Las y los peronistas sabemos que sin igualdad de género no hay justicia social y para hacerlo realidad comenzamos por modificar en 2018 la Carta Orgánica del Partido Justicialista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Con la idea de lograr un partido más abierto e inclusivo, incorporamos el artículo 51 bis, que expresa la lucha de las compañeras y que tiene que ver con la paridad, para darnos a nosotras un lugar institucional y que las listas estén integradas con varones y mujeres de forma intercalada, desde el primer candidato o candidata titular hasta el último o última suplente.

Históricamente, el peronismo contó y cuenta con muchas mujeres que fueron protagonistas de la ampliación de derechos políticos, que participaron desde su fundación y hasta llegaron a ocupar la primera magistratura del país, como la dos veces presidenta y actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Pero no fue fácil. Fueron y somos mujeres peronistas que tuvimos que esperar primero la sanción de la Ley de Cupo para poder ocupar cargos institucionales y luego la paridad para que se nos respete en el número que somos y que eso luego se vea representado en los cargos.

Hoy me toca integrar la fórmula que va a presidir el PJ porteño durante los próximos años. En honor a la lucha de todas las mujeres, desde ese lugar me comprometo a continuar la tarea que vengo realizando desde que asumí como legisladora y a seguir trabajando, como lo hice siempre, por los derechos de las mujeres, por la igualdad entre mujeres y varones desde el interior del partido y así poder extenderlo a la Ciudad.

Para lograr una ciudad más justa, una ciudad de brazos abiertos, una ciudad que sea vivible, que no sea tan hostil para las que elegimos vivir en ella. Que sea más segura, los niveles de inseguridad no han bajado a pesar de la inversión que hay en el área. Una ciudad que sea pionera en educación y en salud. Porque la ciudad de Buenos Aires tiene los recursos suficientes para ser inclusiva e igualitaria, para dar discusiones y ejecutar políticas públicas de avanzada en materia de género. Este distrito tiene el presupuesto suficiente para eso y más, ya sea con coparticipación o sin coparticipación. Es posible lograr una ciudad de encuentro, amigable y segura para nosotras, para todas las mujeres que vivimos y transitamos por este distrito. Quiero que logremos esa ciudad, ser parte de ese proceso y hacerlo realidad por las que ya no están, por las que estamos y por las que vendrán.

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