El secretario General de la Presidencia, Aníbal Fernández, se embarcó en una campaña para acusar a Diego Lagomarsino, el hombre que le dio el arma al fiscal Nisman, de ser un espía vinculado a los servicios de inteligencia.

Si bien la acusación en sí no cambia en nada su situación procesal, es funcional a la última teoría que intenta instalar la presidenta Cristina Kirchner, que la muerte de Nisman es parte de un complot de los sectores de inteligencia que se pelearon con ella, encabezados por el ex director de Contrainteligencia, Jaime Stiusso. 

Aníbal Fernández comenzó con sus declaraciones luego de las acusaciones de Cristina Kirchner a Lagomarsino a través de sus dos cartas de Facebook y su última cadena nacional. Ayer, Aníbal expresó su “preocupación por la situación” de Lagomarsino tras las versiones de que habría espiado a familiares de víctimas de Cromañón.

Hoy insistió con esa acusación y salió a desmentir con dureza la explicación que ofreció Lagomarsino en su conferencia de prensa de ayer: “Si uno escucha con atención, la inconsistencia de sus declaraciones se van motorizando segundo a segundo”.

Pero Aníbal también desplegó su campaña a través de dos figuras cercanas, cuyas declaraciones se difunden sólo a través de medios oficiales.

Uno de ellos es José Iglesias, padre de una víctima de Cromañón y vocero del grupo de padres en sus contactos con el gobierno de Kirchner durante 2005. Iglesias contó en los últimos días, a través de Tiempo Argentino y Radio Nacional, que, tras la tragedia Lagomarsino se le acercó y le pidió fotografiar a los familiares de las víctimas. “Le dije que sí y se me pegó como estampilla. Iba conmigo a todas las reuniones”, afirmó.

Iglesias también asegura que notó algo extraño en el asistente de Nisman cuando en ese entonces sacó fotos sin flash en una habitación oscura, lo que -según su versión- habría "deschavado" que no era realmente un fotógrafo. “Visto a la distancia, me doy cuenta que yo había hecho declaraciones sobre el gobierno nacional y de la ciudad y no me parece raro que me espiaran", razonó.

Lo cierto es que, si realmente Lagomarsino se estaba infiltrando como espía en el grupo de familiares, lo hacía bajo órdenes directas de la Secretaría de Inteligencia, que en 2005 respondía sin fisuras al presidente Néstor Kirchner, con Stiusso a la cabeza, que había hecho buenas migas con el ex presidente.

Pero además la sintonía entre la estrategia de Aníbal y las declaraciones de Iglesias se vuelven sospechosas teniendo en cuenta que la figura del abogado despertó polémica entre algunos familiares de Cromañon, que a los pocos meses de la tragedia lo acusaron de haber “pactado” con el gobierno para mantener en raya al grupo y evitar que el caso Cromañón golpeara al gobierno nacional, en particular a Aníbal Fernández, que entonces tenía bajo su mando como ministro del Interior a la Policía Federal.

En auquel entonces todavía no existía la Policía Metropolitana y todo lo concerniente a la seguridad de Cromañon estaba a cargo de la Federal, una pista que curiosamente nunca se profundizó.

En esa época, Aníbal se encargaba de recibir a los familiares de las víctimas. Fue en ese momento Iglesias estableció una relación con el actual Secretario General, que despertó las suspicacias del resto de los padres de Cromañón.

El otro allegado a Aníbal que impulsa la teoría “Lagomarsino espía” es Marcelo Saín, actual diputado bonaerense por Nuevo Encuentro. Saín fue nombrado interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) por Aníbal también en 2005, tras el escándalo del tráfico de drogas de Ezeiza a España.

La relación entre ambos permaneció fluida desde entonces y como reveló LPO ayer, Aníbal busca ubicar a Saín al frente de la nueva Agencia Federal de Inteligencia (AFI) que el kirchnerismo quiere crear. Sin embargo, el avance de Máximo Kirchner sobre el área de inteligencia torpedeó sus planes.

Saín fue quien armó en la PSA una estructura de inteligencia paralela a la SIDE que fue aprovechada por Aníbal Fernández en us histórica competencia con Stiusso por ser el "informante" en jefe de Kirchner. Esta chapucera experiencia voló por el aire cuando se descubrió que los espías de Aníbal y saín, encabezados por el agente Iván Velázquez, vendían al mejor postor el fruto de sus escuchas y pinchaduras de mails, tema que derivó en una causa actualmente bajo investigación en el juzgado de la ex mujer de Alberto Nisman, la jueza federal Arroyo Salgado.

No parece casual que por estas horas, el exiliado Iván Velázquez -residente en Uruguay- haya reaparecido en programas oficialistas abonando la teoría del complot de los servicios en la muerte de Nisman que quiere instalar el Gobierno.

Además, Saín estuvo anoche en 678, donde cuestionó duramente a Lagomarsino y planteó fuertes dudas sobre inconsistencias en el relato del informático. Para el ex interventor de la PSA no hay dudas: “Claramente se trata de una persona que está vinculada a la estructura de inteligencia”.

El abogado de Lagomarsino, Maximiliano Rusconi, desmintió tajantemente todas las acusaciones sobre su defendido e intentó desacreditar los dichos de Iglesias por imprecisos y contradictorios.

Mientras tanto, Aníbal Fernández afirmó que está dispuesto a ir a declarar en la causa y hoy fue muy preciso: “Si me llama la fiscal voy a decir lo mismo”.

Tan evidente es la maniobra que el propio Twitter la Presidencia (@CasaRosadaAR) se sumó esta tarde a la campaña de Aníbal Fernández: como es costumbre, la cuenta pegó links a medios oficialistas que reflejaron las declaraciones de Iglesias acusando a Lagomarsino de espía. También retuiteó a la TV Pública: