Editorial
Eva y Cristina, defensoras del género desde la conducción
Por María Rosa Muiños
La condición genérica ha sido para Evita, y es para Cristina, un estandarte defendido en cada gesto, en cada acto, en cada decisión, frente al desprecio y la subestimación de distintos sectores.

Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, considero de vital importancia destacar el lugar que ocupa la mujer en la política actual, producto del legado que ha dejado a través de su lucha, a lo largo del siglo XX y XXI, a pesar de los prejuicios y ataques provenientes desde los sectores más conservadores del espectro social y, por qué no, de la sociedad argentina en general."Viva el cáncer", como le gritaban a Eva, y "yegua", como le dicen a Cristina, son apenas un ejemplo de un sin fin de agravios recibidos solamente por ser mujeres.

Además de la militancia, indiscutible y apasionada a lo largo de la vida de cada una de ellas, la condición genérica ha sido para Evita, y es para Cristina, un estandarte defendido en cada gesto, en cada acto, en cada decisión, frente al desprecio y la subestimación de distintos sectores. Por eso, el “ser mujer” es una condición, la nuestra, que necesitó, y aún necesita, ser reivindicada a cada paso, en detrimento de los innumerables discursos, muchas veces violentos, que intentan debilitarla.

Cristina dijo en una oportunidad que cuando una mujer ocupa un lugar en la política no es fácil, a pesar de todas las conquistas sociales y todos los adelantos logrados. Porque cada momento implica tener templanza frente a los ataques y firmeza en las convicciones, pilares fundamentales para llevar adelante una gestión, en pos de un proyecto nacional, popular y democrático, que se encuentra abierto a recibir a todas las mujeres y todos los hombres que quisieran participar.

Siempre retomé los valores de Evita, me hice eco de sus luchas, soy consecuencia de sus conquistas. Y hoy acompaño la conducción de Cristina, saludo cada decisión, soy parte este proyecto, que encabeza una mujer, pero es de todos los argentinos.

Así, retomo una frase de Evita que aún hoy no ha perdido vigencia: “Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar”.

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