El analfabetismo intelectual está presente en todos los estratos sociales. No comprenden que gracias al campo nuestro país tiene un empleo en el mundo, |
Aquellos que creen que el problema argentino se soluciona con un cambio de
gobierno están condenados a vivir de enamoramientos adolescentes que,
inexorablemente, terminan en decepciones abrumadoras. Porque el origen
primigenio del problema está en la cabeza
de la mayor parte de los argentinos.
Necesitamos un nuevo Sarmiento para terminar con el analfabetismo intelectual. El mejor de los equipos de gobierno fracasará si debe gestionar una nación poblada por personas que carecen de las herramientas necesarias para interpretar el significado más básico de la realidad de los hechos.
El analfabetismo intelectual está presente en todos los estratos sociales. En todos los ámbitos culturales. Y está bastante lejos de tratarse de un problema asociado a déficits de recursos económicos (probablemente la Argentina sea una de las naciones con mayor índice de analfabetos intelectuales en personas con formación universitaria).
Los analfabetos intelectuales no pueden comprender que gracias al campo nuestro país tiene un empleo en el mundo, por medio del cual ingresan las divisas necesarias para que buena parte de los argentinos podamos hacer una vida razonablemente aceptable. La computadora en la que estoy escribiendo esto y la tableta, LCD o celular de pantalla plana en la que lo estás leyendo se compraron con las divisas aportadas por el campo argentino.
La lista de todo lo que hacemos gracias al esfuerzo proveniente de otras naciones es demasiado extensa. No quiero aburrirlos. Los analfabetos intelectuales dirán que se puede “vivir con lo nuestro”. Eso es perfectamente cierto: prueben cómo les va sin salir de casa, juntando agua de lluvia en tarritos y cultivando lechugas en el balcón.
Los analfabetos intelectuales creen que vivir del campo es una porquería. Jamás evalúan el hecho de que la posibilidad de no tener un empleo en el mundo es algo completamente factible. Viajen a Sierra Leona para verificarlo.
Los analfabetos intelectuales creen que una nación sólo se puede desarrollar si tiene muchas fábricas. Pero no se preocupan jamás en averiguar cuántos componentes importados se necesitan para que esas fábricas puedan funcionar. Aquí va un dato: en 2013 la industria automotriz registró un déficit de divisas superior a 8200 millones de dólares, el cual, obviamente, fue aportado por el campo.
Los analfabetos intelectuales no comprenden que el verdadero desarrollo económico no reside en qué sino en cómo se produce. El verdadero desarrollo se logra produciendo un bien al menor costo posible para venderlo al mayor precio posible. Para que eso suceda se necesita crear una cantidad enorme de industrias y servicios que aporten mejoras constantes al sector agropecuario, los cuales no tenemos en cantidad suficiente porque, entre otras cosas, estamos demasiado ocupados ensamblando autos que –al menos en los anuncios publicitarios– se ven estupendos.
Los analfabetos intelectuales creen que el campo, al ser una porquería, debe financiar a industrias que consumen una cantidad enorme de divisas para ensamblar partes importadas y generar, al final del día, bienes que tengan una tranquilizadora calcomanía que diga “Hecho en Argentina”. Deberían comprender que, con esa metodología, no permiten que crezca una gran industria exportadora de alimentos elaborados que se consolide como la próxima gran fuente argentina de divisas.
Así como un analfabeto sabe que en las letras existe algún significado que no puede percibir, los analfabetos intelectuales también intuyen que detrás de los hechos, detrás de cada euforia seguida por el inevitable desastre, existe algún significado que no alcanza a dilucidarse. Y siempre habrá alguien dispuesto a ofrecer una interpretación. Un relato. Algo que tenga sentido. Pero lo mejor es que la gente aprenda a leer el significado de los hechos por sus propios medios.
Necesitamos un nuevo Sarmiento que nos enseñe a leer. Nuestros vecinos ya aprendieron. Todavía parece que nosotros somos los únicos brutos que quedan en el barrio.
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«Yo no sé gran cosa de aranceles. Lo que sí sé es que cuando compro una chaqueta de Inglaterra, yo me quedo con la chaqueta e Inglaterra con el dinero, mientras que si la compro en Estados Unidos, yo me quedo con la chaqueta y Estados Unidos con el dinero.» Es lo que habría dicho Lincoln, presidente de la mayor potencia mundial en las épocas en que esta se desarrollaba.
Si queremos vovler a exportar lanas para importar ropa, estamos mal...Después hablan de analfabetismo cultural.
díganle a Rocca, de Techint y Tenaris que deje de producir tubos de acero porque el futuro está en la soja. Díganle que eche a todos sus empleados a la calle porque la industria en Argentina no funciona
Interesante punto de vista, pero ¿me puede explicar a donde ponen a toda la mano de obra industrializada, si solo exportamos materias primas. creo que se esta comportando como el burro flautista,. por haber podido soplar el instrumento ya se considera un musico. denos una sinfonia y luego opinaremos sobre sus cualidades autosatistactorias.
Ya en la decada de los '60s decia yo que lo que necesitabamos era una invasion japones, pero que fueran mas que nosotros, para evitar corromperlos. Asi de viejo es nuestro problema, y va en aumento!!!