Hace sólo un año, un domingo 1 de marzo, sin casos de coronavirus en el paÃs y la fantasÃa generalizada de que nunca llegarÃan, Alberto Fernández abrió su primer perÃodo ordinario de sesiones en un congreso colmado de militancia y un recinto repleto de funcionarios, sindicalistas, militantes sociales y hasta empresarios de elite como Marcelo Tinelli.
El distanciamiento social vigente cambió la escenografÃa para este lunes: los funcionarios, que siempre se ubicaron en los dos palcos linderos al estrado, esta vez se acoplaron en las galerÃas, sin invitados y con barbijos. En el recinto sólo hubo lugar para un tercio de los legisladores y el resto fue ubicado en el piso más alto, que en otra época era poblado de barras y banderas.
Todos tuvieron que hacerse un hisopado el viernes, pero algunos referentes de la oposición se mostraron el fin de semana en actos públicos y enfurecieron a los encargados de cuidar el protocolo sanitario. Apuntaban a los diputados Mario Negri y Cristian Ritondo y a los senadores Luis Naidenoff y MartÃn Lousteau, entre otros.
Los opositores se diseminaron en su porción de hemiciclo habitual y, como en el colegio, los última hilera fue para los más revoltosos: los diputados Waldo Wolff y Fernando Iglesias, del PRO, quien se dio el gusto de conseguir la reacción del presidente. Al final se sumó al grupo el radical Luis Petri. "Espalda con espalda", celebró un postal del ex técnico de Voley.
"Ya tuvo cuatro años para hablar, ¿Por qué no me deja hablar a mi?", le dedicó cuando se vio interrumpido por sus alaridos. La mayorÃa eran dedicados a "Lázaro Báez", el empresario de la obra pública condenado a 12 años de prisión y cercano a Cristina Kirchner, quien palmeó al presidente en el brazo para que no perdiera la calma.
Sentada al lado del presidente, su vice se mostró inquieta, gesticuló con varios legisladores que ocupaban las primeras filas y hasta provocó alguna risa de Alberto mientras leÃa su discurso, de a ratos acelerado y con acento en las frases más duras.
Nunca trastabilló y sólo en una ocasión es entusiasmó con la palabra de fortalecer y, cabeza levantada la recinto, la emparentó al "peronismo", palabra que unos minutos antes Wolff habÃa usado como insulto, además de gritarle que "vacunar amigos es delito", en alusión a las tropelÃas de Ginés González GarcÃa. "Claro que somos peronistas", se jactó el presidente, con la vista en alto.
Cristina asintió sus frases con la cabeza en varias ocasiones, como cuando cuestionó la polÃtica tarifaria del gobierno de Mauricio Macri, minutos antes de anunciar un aumento de los próximos meses. Nunca estuvo de acuerdo con la idea de atar los valores al poder adquisitivo, como también sugirió el jefe de Estado.
La vice jamás se puso un barbijo, otro de los motivos de furia de Iglesias, quien le gritó en varias ocasiones para que consiguiera uno. No se percató que sus compinche Wolff no siempre lo calzó y se lo quitaba a cada rato para gritar.
Sà lo utilizaron para ingresar al recinto el presidente de la Cámara Sergio Massa y la titular del Senado Claudia Ledesma, quienes antes de irse, por indicación del protocolo, se tomaron una foto con el binomio presidencial.
Alberto logró arrancarles aplausos a la oposición cuando pidió un reconocimiento a los trabajadores de la salud que enfrentaron la pandemia. Se levantó primero la diputada del PRO Silvia Lospennato, le fueron siguiendo sus pares. Wolff palmeó e Iglesias ni se inmutó. Estaba twitteando.
La diputada de la Coalición CÃvica Mónica Frade se hizo notar con un sofisticado cotillón para repudiar al gobernador de Formosa Gildo Insfrán, por las denuncias sobre maltratos en los centros de aislamiento.
Se vistió con un traje a rayas negras y blancas, similar al de los presos, con la etiqueta de la ciudad formoseña de Clorinda y la fecha en la que fue cercada por el gobierno local. Y sobre su banca reposó una maqueta de la cabeza de Insfrán y una boina de detenido.
Unas filas más adelante estaban los dos formoseños con cargos de jefes en el Senado: el oficialista José Mayans y Naidenoff. El radical formoseño Ricardo Buryaile también usó un brazalete con la frase "Clorinda libre".
Sólo hubo un cartel más: el de Juan Carlos Giordano, de la izquierda, con la frase "Repudio al vacunatorio VIP. Vacunas para todos y todas". Otros años solÃan pintar centenares de bancas.
Los oficialistas cedieron muchos lugares a sus rivales y los que fueron tuvieron que aplaudir a rabiar para hacerse sentir. En las ventanas del primer piso se repartieron en trÃos para seguir las palabras de su jefe. Quedaron juntos MartÃn Guzmán (Hacienda), Mario Meoni (Transporte) y AgustÃn Rossi (Defensa). Eduardo De Pedro (Interior) y la vicejefa de Gabinete Cecilia Todesca compartieron otro corralito; como también Carlos Zannini (procurador del Tesoro) y Mercedes Marcó del Pont (Afip).
Otros grupos fueron Luis Basterra (Agricultura), Luana Volnovich (Pami) y Marcela Losardo (Justicia); Vilma Ibarra (secretaria legal y técnica) y Fernanda Raverta (Anses); Juan Biondi (Comunicación) y Elizabeth Gómez Alcorta (Mujeres y Diversidad).
También se vio a Nicolás Trotta (Educación), Gabriel Katopodis (Obras Públias) y MatÃas Lammens (Deportes), mientras que el secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Béliz volvió mostrarse como el funcionario más enigmático del Gobierno, el único que siempre está y nunca habla.
Llegó sólo al Congreso sólo y sobre la hora, pidió asistencia a los empleados del Congreso para ir a los sanitarios y se ubicó en la primer ventana de la galerÃa, lejos de sus compañeros de Gabinete. A nadie le interesó estar con él.
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El discurso fue para su jefa y escrito por ella casi todo.
Y encima al entrar la corrupta le dice BOLUDO
Q proyecto presentó?
Devolvé la plata parásito hijo d puta
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