El mundo entero miraba al Capitolio (Washington D.C) la noche del 6 de enero. Si en 2016 el "Make América Great Again" llevó a Donald Trump a la Casa Blanca, el presidente saliente de Estados Unidos buscaba ahora que la ‘Save America march' le mantuviese en ella. "Nunca nos rendiremos. Nunca cederemos", gritaba el multimillonario republicano a sus seguidores desde un escenario frente al Senado pocos minutos antes de que la Cámara certificase la victoria del Partido Demócrata.
"Nunca recuperaremos nuestro paÃs siendo débiles. (...) Tienen que ser fuertes", les pedÃa. El resultado de esa concentración ya es conocido: cinco fallecidos y una democracia herida que tardará tiempo en recuperarse.
Y mientras el hasta ahora inexpugnable Capitolio era asaltado por los simpatizantes de Donald Trump, dejando a su rastro imágenes imborrables en la memoria colectiva, en España comenzaban a sucederse las reacciones polÃticas. El presidente Pedro Sanchez no tardaba en mostrarle su apoyo a Joe Biden y se sumaban también Pablo Iglesias, el lÃder del PP Pablo Casado, Inés Arrimadas o Alberto Garzón.
La reacción del lÃder de Vox, Santiago Abascal, fue sustancialmente diferente a la de sus homólogos. Se limitó a reconocer que "la situación en EEUU es extremadamente grave desde hace meses" y a pedir que "se restaure el orden que nunca debió verse perturbado de esta manera". Mutismo absoluto acerca de la legÃtima victoria en las urnas de Joe Biden rechazada por Donald Trump.
Un silencio atronador que pone de acuerdo a los politólogos: desde Vox no hablarán muy alto de lo sucedido en EEUU porque "necesitan" a Donald Trump. "No se pueden bajar de este burro en marcha, si se desmarcan estarÃan en el mismo lugar del que han surgido, en el discurso del Partido Popular, y sus votantes volverÃan al voto útil al PP", analizó para LPO el politólogo Ernesto Pascual.
Con él coincide el también politólogo y analista Daniel Vicente Guisado: "Necesitan seguir creciendo a la sombra de un árbol robusto y alto como Trump". Vox y cualquier otra derecha radical", añade. Aunque en este caso sea difÃcil hacerle un hueco a Vox entre el resto de partidos de su espectro ideológico: "Vox no sabe muy bien lo que quiere ser", dice Guisado. Porque aunque intenten adoptar el discurso de Trump, o de LePen en Europa, "acaban volviendo al caudillismo y a los catalanes". Desde un punto de vista electoral, "es absurdo e ineficaz, y lo saben, pero les da igual. Lo llevan en la sangre", zanja el politólogo.
Según los expertos, Vox parece estar viviendo una pugna interna en su estrategia como partido en la que será capital distanciarse del PP. Y en la búsqueda de esa diferenciación, los de Abascal han crecido bajo el paraguas de un trumpismo que ha intentado traer al Congreso y que podrÃa dejarles huérfanos tras la salida de Donald Trump de la Casa Blanca.
Porque las conexiones entre Trump y Vox son muchas y fáciles de encontrar: trajeron a España el lema que le dio la victoria al republicano en 2016, entonaron el mismo discurso antinmigración e incluso tuvieron contactos con Steve Bannon, el ideólogo que está detrás del éxito de Donald Trump.
El punto álgido de esa estrategia de "americanización" de la polÃtica española se vio durante la moción de censura. El lÃder de Vox entonó un discurso profundamente antieuropeista en el que defendió abiertamente a Trump haciendo suya también la calificación del Covid-19 como "virus chino" que tantas veces ha empleado el presidente norteamericano. "Buscan legitimarse a sà mismos", explicaba entonces a este medio el politólogo Pedro Marfil.
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Desde entonces Trump ha perdido las elecciones, ha negado la legitimidad de los resultados y el aliento de su discurso reaccionario ha empujado a sus seguidores a asaltar el Capitolio el dÃa en el que el Senado certificaba la victoria de los demócratas.
Con este escenario Vox tendrá que "hacer malabarismo" para no alejarse de la sombra que le cobija. "Decir que apoyaban a Trump antes de ayer, pero hoy ya no tanto, que apoyan sus tesis pero no el resultado violento de Washington", explica Vicente Guisado. "Ahora tienen que adaptar su discurso a la parte que más exonera a Trump", coincide Pedro Marfil.
Aunque será difÃcil, los de Abascal podrán agarrarse a la última reacción del presidente saliente de Estados Unidos. Dos dÃas después de los disturbios en el Capitolio, Trump publicaba un video a través de twitter en el que finalmente reconocÃa la victoria de Joe Biden y se comprometÃa a trabajar para que el traspaso de poderes se hiciese de forma pacÃfica y ordenada: "El Congreso ha certificado el resultado (de las elecciones). Una nueva Administración llegará al poder el 20 de enero. Ahora me centraré en asegurar una transición de poder tranquila, ordenada y sin problemas". Era el último mensaje que dejaba Donald Trump en su cuenta antes de que Twitter se la suspendiese de forma definitiva.
"Se van a agarrar a esto y sacarán a relucir que esto pasa cuando la gente se cabrea", dice Marfil. Un discurso peligroso porque esconde "un intento de justificar el acto violento a través de una violencia estructural y la deslegitimación del sistema", alerta el politólogo.
Será difÃcil para Vox alejarse rápido y fácil del trumpismo como también lo será para el Partido Republicano en Estados Unidos. Los dos son "rehenes" de un discurso populista que, según Pedro Marfil, tiene su principal baza en su "gran capacidad para generar agenda". "Consigue que todo el mundo baile a su son".
Sobre el Partido Republicano, Daniel Vicente Guisado explica que "ahora mismo hay una clara pugna en el interior del partido. Trump se coló como un outsider en 2016 y la situación a la que hemos llegado ha sido facilitada por todos aquellos Republicanos que no se han movido ni alzado la voz lo más mÃnimo".
Con Trump, añade, los republicanos volvieron al poder, recuperaron el control incluso del Senado, y nadie se quiso bajar de la ola de influencia: "Le dejaron maniobrar porque operaron de forma cortoplacista. De aquellos polvos estos lodos, básicamente".
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Pero la actitud de Trump después de la derrota electoral que culminó en el asalto al Capitolio ha hecho despertar a un sector del Partido Republicano que busca ahora volver a los valores originales de partido. "Hay republicanos que quieren volver al espÃritu del republicanismo 'lincolniano' "explica Ernesto Pascual, que tiene claro en los próximos años veremos al partido de Donald Trump tomar una decisión trascencental para su futuro, y con él el de la democracia en Estados Unidos: "seguir con el trumpismo o volver a sus valores y poner de nuevo un cortafuegos que ningún candidato se habÃa atrevido a superar hasta Trump".
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