El brasileño Lula Da Silva acuñó el término de "paciencia estratégica" para mantener intactas las relaciones bilaterales con Argentina durante el kirchnerismo. No fue el único lÃder en implementar esa pericia: Barack Obama hablaba de la paciencia estratégica para las relaciones exteriores de Estados Unidos para no sucumbir ante la tentación de precipitarse ante alguna provocación de otro paÃs que esperaba un movimiento en falso.
Ahora llegó el turno de Alberto Fernández de aplicar ese ejercicio zen con los gobernadores que esquivan con martingalas sus pedidos de endurecer los controles para evitar el colapso sanitario en las provincias.
Ginés se cruzó con Suárez porque rechazó imponer más restricciones en Mendoza
Los 24 gobernadores firmaron el fin de semana una solicitada titulada "Unidos vamos a salir adelante", en la que remarcaron que no hay espacio para "actitudes irresponsables que pongan en riesgo la salud".
"Los gobernadores y las gobernadores estamos junto al Presidente y a cada intendente en todo el paÃs al frente de esta lucha para reducir los daños y salvar la mayor cantidad de vidas posibles", dice el texto que fue festejado por el propio Alberto en sus redes.
Pero la realidad marca otra cosa. Apenas horas después de que apareciera publicado el DNU que ordenó más restricciones en 18 provincias y que sucedió al anuncio de la extensión que hizo Alberto el pasado viernes junto a tres gobernadores, varios de ellos empezaron a esquivar el espÃritu de la medida, como si no se tratara de un decreto presidencial sino de una nota de opinión en un diario.
En el Gobierno reconocen que no hay fuerza para apretar el botón rojo
El tucumano Juan Manzur anunció que volvÃa a fase 1 y un dÃa después su comité de expertos permitió la apertura de gimnasios, bares y comercios. El santafesino Omar Perotti, a pesar de tener la capacidad sanitaria de la provincia al lÃmite, habilitó el sábado nuevas actividades como inmobiliarias, profesiones liberales con asistencia de público, las administraciones de clubes, exámenes presenciales en universidades públicas y privadas y bibliotecas.
El caso más llamativo fue el del gobernador de Mendoza, Rodolfo Suárez, que encabezó la rebelión tras negarse a acatar el pedido de Alberto y reunirse con el presidente tan sólo un dÃa después para recibir fondos. "De ninguna manera vamos a volver a Fase 1, seguiremos como venÃamos", dijo este lunes el radical. Tras la reunión con el presidente dijo que lo interpretaron mal y le echó la culpa a las redes sociales.
"El decreto, nosotros dijimos, porque en Mendoza ustedes saben como es las redes sociales, se entendÃa que pasábamos a la Fase 1", indicó Suárez y luego explicó que prohibirá las reuniones de amigos y las celebraciones religiosas.
En el último minuto, Alberto descartó imponer el toque de queda en las provincias
La paciencia estratégica de Alberto quedó a prueba: un dÃa después de la bravuconada de Suárez le dio $3000 millones para enfrentar la pandemia.
En la Rosada admiten que no pueden hacer nada más para que los gobernadores cierren actividades. "No existe la jurisprudencia para que les mandemos a la GendarmerÃa por un gym abierto", admitieron a LPO en Casa de Gobierno.
En el Gobierno explican que el mismo decreto faculta a los gobernadores a tomar las medidas en última instancia en su respectivo distrito, por lo que la responsabilidad es de los mandatarios y no de Alberto, pese a que es el presidente de la Nación.
Los gobernadores tampoco tienen margen polÃtico para endurecer la cuarentena. El cordobés Juan Schiaretti, que se plegó al decreto de Alberto, ahora enfrenta la resistencia de los intendentes de Cambiemos y otras fuerzas opositoras.
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Fue la pandemia K y empezo en agosto 2019