Deuda externa
Reestructuración de la deuda: por qué Argentina no es Uruguay
En el 2002 Uruguay fue a una reestructuración amistosa de su deuda y Alberto Fernández la puso como ejemplo. Las diferencias que complican repetir ese modelo.

Orlando Ferreres fue uno de los primeros en sugerir que la reestructuración de la deuda de bajo ley argentina debería hacerse de forma amistosa, postergando los vencimientos, pero sin quitas de capital ni de tasas de interés, es decir, siguiendo los pasos del reperfilamiento de la deuda que hizo Uruguay entre 2002 y 2003.

Esta es la idea que viene deslizando Alberto Fernández y los miembros de su equipo. Es la mejor noticia que se le puede dar a un acreedor y es también lo que hay que decir en este momento de incertidumbre política, para no golpear más al peso con una nueva devaluación. Sin embargo, hay una serie de diferencias sustanciales tanto en las condiciones de partida como en el resultado que hacen que una solución "a la uruguaya" no le sirva a la Argentina, tal y como lo advirtió Carlos Melconian.

Melconian: "una reestructuración a la uruguaya es pan para hoy y hambre para mañana"

Por empezar, cuando los funcionarios uruguayos se sentaron a negociar con sus acreedores, el FMI les había soltado la mano en su rol de prestamista y ya no estaba presente la posibilidad de hacer un reperfilamiento como propone Alberto Fernández, es decir renegociar con el Fondo primero para poder cumplir con los privados sin caer en default mientras se diseña la nueva estructura de pagos. Pero el Fondo sí ayudó a Uruguay en el diseño técnico de la renegociación, algo que le dio respaldo a la propuesta frente a los acreedores privados. Esto es lo que Alberto espera conseguir con Kristalina Giorgieva, la nueva directora del organismo.

Cuando los funcionarios uruguayos se sentaron a negociar, Uruguay contaba con un superávit fiscal de 3% del PBI que hacía algo creíble que el país estaba en condiciones de afrontar los vencimientos de deuda si estos se espaciaban en el tiempo. 

En segundo lugar, cuando los funcionarios se sentaron a negociar, Uruguay contaba con un superávit fiscal de 3% del PBI que hacía algo creíble que el país estaba en condiciones de afrontar los vencimientos de deuda si estos se espaciaban en el tiempo. El déficit de Uruguay no venía en esencia por el lado fiscal, sino por el lado financiero: la devaluación había disparado el peso del servicio de la deuda sobre el total del gasto público al punto de que llegó a representar entre el 2% y el 5% del PBI en los años previos a la reestructuración.

El economista Carlos Melconian advirtió que el modelo de Uruguay no es el mejor para la crisis de deuda de la Argentina.

Por el contrario, para el año que viene difícilmente el Gobierno, sea el que fuere, podrá sentarse a negociar con los acreedores con un superávit fiscal primario en sus espaldas. Lejos de eso, se proyecta que la Argentina tendrá el 2020 unos 100.000 millones de pesos de déficit fiscal primario y las declaraciones de Alberto Fernández sugieren que está dispuesto a cubrirlo con emisión monetaria con tal de no avanzar con el ajuste fiscal.

Su apuesta es que el crecimiento económico -que el mercado no proyecta hasta 2021- empuje la recaudación y permita cerrar la brecha fiscal, una suerte de neogradualismo que ya ensayó Macri con expectativas similares. 

En 2020 la Argentina afrontará unos 100.000 millones de pesos de déficit primario. Alberto Fernández ya anticipó que no piensa avanzar con un ajuste fiscal y apostará a cubrirlo con emisión monetaria para generar un crecimiento de la economía que aumente la recaudación. El fallido gradualismo de Macri postuló ideas similares.

Para 2020 se espera que la economía caiga 1,6%. Como reconoció en declaraciones radiales Emmanuel Álvarez Agis, ex viceministro de Economía y uno de sus principales asesores: "Si Alberto hace todo perfecto, la economía se puede empezar a recuperar en el cuarto trimestre del año que viene", afirmó.

Vale decir que cuando Uruguay cerró el reperfilamiento el 15 de mayo de 2003, su deuda equivalía al 93% del PBI y en el caso argentino, por ahora es del 85%. Pero Uruguay solo reestructuró el 40% de esa deuda, la que tenía vencimiento previo al 31 de diciembre de 2008. De este último porcentaje, que eran casi 5.000 millones de dólares, el 68% era bajo ley extranjera y el 32% bajo ley nacional y prácticamente la totalidad en moneda extranjera. Como se ve los montos eran mucho más chicos que los que deberá reestructurar la Argentina.

Además, solamente el 32,2% de la deuda uruguaya fue a una simple postergación de los plazos de vencimientos y por cinco años. Es decir que, en total, Uruguay se compró dos años y medio de desahogo financiero con el compromiso de elevar el superávit primario al 5% del PBI para poder afrontar los pagos y sin tocar la tasa de interés. Los dos tercios restantes de la deuda en realidad fueron canjeados por títulos con mayor liquidez pero menor rendimiento, lo que no le ahorró al país dinero, pero sí les dio a los bonistas una mejor oportunidad de salida, que sirvió para estabilizar el riesgo país.

El economista Martín Guzman hizo llegar a Alberto Fernández sus advertencias sobre el riesgo de la salida uruguaya para reestructurar la deuda.

Uruguay contó en el momento de la renegociación con viento a favor por el lado de la cotización de las materias primas, lo que dinamizó su superávit comercial y su superávit fiscal en los años posteriores a la operación -algo con lo que a priori Argentina no puede contar en un contexto de guerra comercial entre China y Trump-. Pero también contó con políticas consistentes supervisadas desde Washington que facilitaron sostener el superávit fiscal del 4% los años siguientes para pagar la deuda.

A favor de Argentina, un 20 por ciento de la deuda es el moneda local, frente al escaso 2 por ciento del caso uruguayo. Además, un 59 por ciento está bajo ley nacional. En su contra, el llamado reperfilamiento es sobre la totalidad de la deuda pública, que es mucho mayor que la uruguaya, alcanzando la impresionante cifra de 337.000 millones de dólares.

A favor de Argentina, un 20% de la deuda actual es el moneda local, frente al escaso 2% del caso uruguayo; y el 59,2% es bajo ley nacional. En su contra, el llamado a reperfilamiento es sobre la totalidad de la deuda pública, que es mucho mayor (337.000 millones de dólares) y para todos los plazos. Lo que genera también preguntas rayanas en el absurdo: ¿Un bono a 100 años lo van a estirar a 105 años, a 110 años pagando la misma tasa de interés?

También a favor es que la deuda con el mismo sector público (y los jubilados) es de 37% del total y casi otro 20% es con organismos multilaterales de crédito; por lo que la deuda a renegociar con acreedores privados es de 145.000 millones de dólares, un 43% del total; pero acá el porcentaje de deuda bajo legislación nacional cae al 53,3%. Se entiende que el Fondo Monetario Internacional no va a negarse a un reperfilamiento de los vencimientos.

Pero el problema de la Argentina es que el grueso de la deuda está concentrado en los próximos cuatro años -solo el año próximo vencen 29.200 millones de dólares, con privados concentrados en los primero cinco meses-. Por ende, postergarlos por un período similar al caso uruguayo, significa que en 5 años el país esté de nuevo enfrentando el mismo problema pero con montos de deuda más altos por causa del "taxi" que generen 5 años adicionales de altas tasas de interés. A esto se refirió Carlos Melconian cuando señaló que una reestructuración a la uruguaya era "pan hoy y hambre para mañana".

Y también es la advertencia que Martín Guzman le hizo llegar a Alberto Fernández: la experiencia muestra que una de cada dos reestructuraciones de deuda llega o demasiado tarde o por un monto insuficiente para volver a poner a la economía en marcha, lo que obliga a ir a un renegociación más agresiva (con quita por ejemplo) en los años siguientes. 

"Fantasy Land", llamó el Financial Times a la idea del reperfilamiento sin quita en relación con la necesidad del Fondo Monetario de asegurarse el pago de su principal deudor en detrimento de la rentabilidad de los acreedores privados.

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  • 3
    titobolso
    04/10/19
    13:28
    El modelo portugal ya fue por el ajuste que se debe hacer lo mismo con la reeatricturacion de deuda a al uruguaya . Las grandea ideasbde alberto chocan con el ajuste mas brutal que el de macri. Se le van cayendo de a una las ideas algo improvisado el candidato como se nota que todo lo maneja kristina con la kampora que estan todoa calladitos viendo como este salame se enrieda solo. . A yvahora cambiaron el segundo por el cuarto trimestre mas recatados los muchachos.
    Responder
  • 2
    observador
    04/10/19
    11:41
    Esta mas que claro. No hay chances de hacerlo asi. Tal vez alguna ayudita, pero creo no hay forma de hacerlo sin quitas.
    Sumemos Fernandez quiere fianciar el deficit con emisión sin ajuste fiscal. Entonces....comoo hacemos? Alberto?
    Responder
  • 1
    maritu
    04/10/19
    10:33
    Les faltó decir que la renegociación de la deuda en Uruguay fue acompañada de un ajuste de tal magnitud, que el partido gobernante, el Colorado, nunca más logró pasar de un 20% de votos en las siguientes elecciones hasta ahora, después de más de un siglo de haber gobernado ininterrumplidamente, salvo en 2 períodos constitucionales, aparte de un par de breves períodos de gobiernos de facto. O sea que repetir la historia de Uruguay incluiría continuar con el ajuste, o profundizarlo. Tal vez sea lo que están buscando, así Alberto se tiene que ir rápido y asume Cristina...
    Responder
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