El Paso es una ciudad herida. Una mancha urbana que inunda dos naciones y empapa todo lo que toca. A simple vista es otra mancha urbana horizontal que crece a la orilla de las autopistas, donde su gente hace comunidad en las filas de las franquicias de comida rápida, los pasillos de los Target, y los baños de las gasolineras. Pero de entre las costuras se escapa el dolor de otra comunidad impactada por la violencia. Se siente en las voces que se quiebran cuando narran la tragedia.
El sábado 3 de agosto un hombre blanco de 21 años entró al Walmart en la zona más comercial de la ciudad y cuando salió más de 20 personas estaban muertas. La mayorÃa de las vÃctimas tenÃan apellidos hispanos. Ocho eran ciudadanos mexicanos. Dos murieron para salvar a su bebé de dos meses. Tuvieron éxito.
Más allá de los números, en El Paso hay una comunidad que intenta recoger las piezas y rearmar el rompecabezas. La leyenda "El Paso Strong" puede verse por todas partes, estampada en playeras, en espectaculares, y en las marquesinas de los restaurantes. La violencia de su ciudad hermana del otro lado de la frontera con México se siente lejana. En contraste con otras partes de Texas, Donald Trump apenas rebasó el 25% de las preferencias en 2016 ante casi 70% de Clinton. Aquà la retórica del miedo nacionalista no rindió frutos polÃticos. Se trata de una comunidad que se sentÃa aislada de la polarización antimigrante. Aquà serÃa imposible. No hay El Paso sin mexicanos, y no hay Juárez sin gringos. El terror no vino del México violento a la vuelta de la cuadra. Tuvo que recorrer mil kilómetros desde Austin.
"Para nosotros la frontera no es un lugar que separa el nosotros del ellos, o los amigos de los enemigos", me explica vÃa telefónica el obispo Mark Seitz, nombrado por el papa Francisco en 2013. "Para nosotros la frontera es un lugar de encuentro. Es lo que somos".
El lÃder religioso dice que la ciudad puede servir como modelo para el resto del paÃs, ya que "la gente que viene de fuera son la vida y la sangre y la realidad de nuestra comunidad", y donde la migración no es un problema, "sino parte de nuestra identidad". Seitz cree que, sin la hospitalidad que caracteriza a los latinos, El Paso no serÃa lo que es.
"Somos una comunidad fronteriza, basada en el movimiento de la gente, y asà ha sido por siglos", dice. "Proveemos una contradicción a la narrativa tradicional de las fronteras tan prevalente en nuestro paÃs y en el mundo".
Para Peter Svarzbein, representante del distrito 1 de El Paso todavÃa no queda claro cuál será el impacto de la tragedia en el largo plazo.
"Somos una comunidad diferente al resto del mundo. El Paso, Juárez, el sur de Nuevo México. Hacemos las cosas de forma diferente y estamos unidos", dice. "Lo que esto hizo fue que -Peter guardó silencio unos segundos- Mi padre emigró de Argentina y escogió El Paso porque era una comunidad segura para un latino, y donde ser un inmigrante podÃa ser una bendición. Donde podÃa tener las oportunidades de EU y la cultura de Latino América. Gente tan hermosa como los atardeceres que tenemos. No me puedo imaginarlo qué pensarÃa mi padre si viera lo que pasó aquÃ", me dice de pie frente al gigantesco memorial para las vÃctimas que la comunidad creó a unos metros del Walmart.
A lo largo de unos 300 metros la gente ha colocado pancartas, flores, veladoras, banderas de México, plegarias para conmemorar a sus muertos. La comunidad recogiendo las piezas.
"Estamos en las primeras fases del duelo", me dice el prelado. "Apenas vamos saliendo del sentimiento inicial de caos. Nuestro mundo fue puesto de cabeza, y estamos empezando a reunir nuestros pensamientos. Estamos estableciendo el significado de todo esto. He estado con la comunidad esta semana, en reuniones de plegaria con otras religiones, y veo una resolución en la gente. Una certeza de que no somos lo que ese hombre pensó que éramos, y no vamos a permitir que nos conviertan en eso", explica. "Estamos más conscientes de estas cosas de lo que estábamos tal vez ayer, porque las dábamos por sentado".
Svarzbein me dice que la tragedia le mostró al paÃs algo que siempre ha caracterizado a la ciudad y que aquà no es nada nuevo. "Estamos viendo lo mejor de El Paso. Esto es lo que somos, una ciudad y una región con un corazón lleno de compasión que trata a la gente con humanidad y dignidad, sin importar de qué lado de la frontera sean".
El polÃtico local dice que, parte del shock, tiene que ver con que "aquà no tenemos los problemas de división y racismo que otras comunidades tienen; esa no es nuestra historia". La ciudad no ha vivido un crecimiento de la ideologÃa supremacista blanca o ultranacionalista.
"Nosotros hemos apoyado a los refugiados y a los inmigrantes. No ha habido una sola noche en la que una madre y su hijo esté durmiendo en un parque sin que alguien de la comunidad -de la iniciativa privada, de los grupos religiosos, de la nunciatura, del gobierno de la ciudad- se levante y se asegure de que estos migrantes sean tratados con dignidad y tengan donde dormir para continuar con su camino".
Recuerda que, cuando ICE echó a la calle a más de 300 inmigrantes la Noche Buena del año pasado, "10 minutos después la oficina del alcalde les habÃa dado refugio".
Para esta comunidad es algo de todos los dÃas: "El pueblo de El Paso ha estado ahà para los inmigrantes, asà que no me sorprende la respuesta que hemos visto después del tiroteo. De unidad, compasión y amor", dice. "A veces pienso que el mejor muro que podrÃan construir es alrededor de El Paso y Juárez y dejar a DC y al DF fuera de nuestros asuntos".
Le pregunto al obispo si EU atraviesa por una nueva crisis de odio racial.
"Cualquiera que conozca la historia de los EU sabe que esto ha sido un problema en nuestro paÃs desde el inicio. Siempre ha habido personas que no tienen las mismas libertades y garantÃas que el resto de los estadounidenses. Que creemos que es en las que está basado este paÃs", dice. "Uno quisiera creer que, desde que la era de la esclavitud terminó, y el movimiento de los derechos civiles tuvo lugar, que ya resolvimos estas cosas. Ahora vemos que debajo de la superficie hay todavÃa una sensación de que es aceptable mirar para abajo a alguien con base en su raza. Esta tragedia es un llamado a tomar consciencia para todos en EU".
El representante del Vaticano no quiere hablar en concreto de la retórica polÃtica "de un solo hombre". Dice que las cosas que dice Trump como parte de su agenda "dicen mucho de quienes somos nosotros". La crÃtica y el juicio tienen que partir de nosotros mismos, me explica. "Todos tenemos que examinarnos, y sin duda creo que nuestros lÃderes tienen que hacerlo también".
¿Qué rol puede tener una comunidad para ayudar a las familias en esta crisis?, le pregunté al obispo.
"Lo primero es que esta comunidad necesita ser lo que ya es; ya es esa comunidad ejemplar. Nunca habÃa visto una respuesta asÃ. Anunciamos que tendrÃamos un servicio de diferentes religiones el domingo por la mañana. No sé cuántas personas llegaron, pero eran miles y miles, de todas las religiones. Estaban rezando y cantando y expresando su dolor y duelo juntos. Cientos, miles salieron a donar sangre. Esta es una comunidad increÃble".
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