Con paciencia, el profesor Pedro Valenzuela guÃa a un grupo de alumnos de la Universidad Javeriana por las calles del centro de Bogotá. El recorrido arranca en la iglesia de San Francisco -la más antigua de esa capital- y se enfoca en la violencia polÃtica que azotó y sigue azotando a Colombia.
A pocos metros de la iglesia, el grupo pasa por el lugar donde en 1948 fue asesinado el candidato a la presidencia Jorge Gaitán. Un hecho que darÃa pie a episodios de violentas protestas, desórdenes y represión conocidos como 'El Bogotazo'.
Algunas cuadras hacia el norte, Valenzuela -especialista en el conflicto armado colombiano- muestra la casa colonial donde se generó la revuelta del 'Florero de Llorente' un episodio que dio origen a la independencia en Colombia. En esa casa, que mantiene su estilo colonial, el comerciante español José Lllorente se negó a prestar un florero para un agasajo entre criollos. Estos enfurecieron y se desató la crisis.
A pocos metros, a las afueras del Capitolio, una placa indica el lugar donde fue asesinado -en 1914- el senador Rafael Uribe Uribe tras ser atacado con hachas por dos carpinteros. La figura de ese militar inspirarÃa años más tarde a Gabriel GarcÃa Marquez a dar forma al personaje del coronel Aureliano BuendÃa.
Los episodios se suceden. Antes de conversar con LPO, Valenzuela guÃa a los estudiantes hacia una muestra fotográfica que narra la violencia de la guerra contra las guerrillas en los puntos más remotos del paÃs y el recorrido termina en un espacio de memoria donde el piso es una gran superficie de metal conformada por el metal fundido de las armas entregadas por las FARC.
¿Qué cambios comienzan a vislumbrarse desde la firma de los Acuerdos de Paz entre el gobierno y las FARC?
Bueno, ese es uno de los grandes dilemas. Yo veo como a la situación de la tierra como un gran peligro para la consolidación de la paz. Si miras las reforomas planteadas en el Acuerdo de Paz no son reformas muy radicales. Existe un proceso de democratización de la tierra pero no existe una amenaza directa. No se incluye la posibilidad de expropiar a los grandes terratenientes, eso no se hubiese podido pactar.
Se trata de un intento de reforma agraria y modernización del agro bastante liberal pero que sà tiene dar acceso a tierras a campesinos que no la tienen. Pero incluso con esas reformas, un poco tÃmidas, aparece una fuerte reacción y temor por parte de interesas nacionales e internacionales, y legales e ilegales.
¿Por ejemplo?
Lo que el Estado colombiano en su esquizofrenia hizo con las industrias extractivas como gran motor de crecimiento choca con lo pactado en los Acuerdos de Paz en términos de los sectores campesinos. Por una lado una perspectiva de una elite colombiana que quiere meter el paÃs en el circuito internacional y que va en contra de unas dinámicas democratizadoras captadas en los acuerdos.
¿Qué efecto va a tener esto en la práctica?
Yo creo que hay varias amenazas: por un lado la renuencia que recién te decÃa. Y por otro que están muy estigmatizados los sectores campesinos y los sectores comprometidos con la implementación del acuerdo. Pero además, hay sectores ilegales armados que justamente están volviendo blanco a esos sectores mas comprometidos con el acuerdo.
Hay que pensar que Colombia es todavÃa un paÃs donde existen múltiples soberanÃas y es por supuesto una grave deficiencia de la capacidad del Estado para imponer sus polÃticas.
¿Qué impacto tuvo el acuerdo en la clase polÃtica? Veo que hay entre Santos, Uribe y Duque muchas tensiones y diferencias por el acuerdo.
Muchas, sobre todo porque la posición de Uribe es muy contraria al acuerdo de paz y curiosamente es una persona que mantiene un gran nivel de aceptación. Porque el paÃs está muy polarizado, lo estuvo durante la guerra y lo está ahora en el post acuerdo. Entonces tenemos una fuerza polÃtica consolidada que es el uribismo, que tiene como uno de sus proyectos polÃticos impedir que buena parte de lo pactado en el acuerdo de paz sea llevado a la práctica.
¿Qué rol juega Duque dentro del uribismo?
Algunos se entusiasmaron con que Duque serÃa la cara amable del uribismo, pero Duque no tiene capital polÃtico, el capital polÃtico del partido es de Uribe, y él es lÃnea dura. Colombia es un paÃs tremendamente polarizado. Los acuerdos de paz deberán haber logrado reducir esa polarización pero sin dudas terminó aumentándola.
¿Las reformas planteadas por Duque a la justicia transicional suponen un riesgo para los Acuerdos de Paz?
Yo creo que sà porque la justicia transicional es justamente uno de los grandes pilares del Acuerdo de Paz, que es una justicia muy diferente a la justicia que tuvieron en Argentina tras la dictadura.
La diferencia es que la transición en Argentina se da en el contexto de una dictadura militar desacreditada que acababa de perder la Guerra de Malvinas. La dictadura colapsó pero acá la transición con las FARC se da con una guerrilla que tenÃa capacidad para sobrevivir y con la que tenÃamos que negociar y a la que no le podÃamos exigirle su rendición que es lo que pretendÃa Uribe.
Entonces ahà entramos a negociar unas condiciones sobre cómo serÃan juzgados y la herramienta es la justicia transicional. Lo que sucedió fue que mucha gente se sintió resentida por eso. Pero curiosamente muchas vÃctimas no sintieron eso, son persona que ven en el acuerdo la posibilidad de que se acabe esta guerra y poder empezar de nuevo.
Pero el Centro Democrático quiere quitarle la capacidad a la gente de decidir quiénes van ante la justicia transicional. Lo que quieren es sobrecargar la justicia de manera que no se pueda hacer nada. ¿Quiénes va a juzgar a unos 20.000 combatientes solo de las FARC. Más los 2.000 del ejército que quieren acogerse a esa justicia? Lo que quieren es sobrecargar el sistema para que no se pueda avanzar. Un poco lo que pasó en Ruanda que metieron 130.000 personas en las cárceles sin poderlas juzgar.
¿Y cuál serÃa el objetivo de frenar ese proceso de paz?
Me da la impresión de que tienen mucho miedo, en especial de que los militares vayan a la justicia transicional. Porque si hay alguien que sabe de dónde venÃan las órdenes, esos son los militares. Ellos están exigiendo ser juzgados a través de la justicia de transición para tener penas alternativas, pero penas alternativas implican contar todo y existe mucho miedo en buena parte de la polÃtica colombiana de que la verdad salga a la luz.
Me sorprendió lo que decÃa recién sobre que las vÃctimas y su apoyo al proceso de paz. ¿La justicia transicional garantiza los derechos de las vÃctimas de la guerrilla?
Totalmente. Las vÃctimas son el eje de todo el proceso de transición. Hay muchas encuestas hechas con vÃctimas y para ellas lo principal no es si los culpables se va la cárcel. Lo principal es que puedan retornar con sus vidas. Quieren volver a sus tierras. Para muchos, la condena a las FARC es más bien secundaria.
¿Cómo funcionó el proceso de integración de las FARC a la vida democrática?
En el congreso no hay demasiados problemas. Se nota el rechazo de algunas fuerzas en las sesiones, con insultos y esas cosas. El problema es para el grueso de las FARC a quienes no se les prometió lo que se cumplió. Es el mismo problema que el estado colombiano tiene desde hace tiempo: pacta, firma y no cumple.
¿Desde lo polÃtico las FARC ya están integrados como nuevo actor polÃtico democrático?
Si, y por eso se mueven en contextos polÃticos que no necesariamente son de izquierda. El Partido verde no es de izquierda y junto a las FARC muchas veces mantienen una especie de bloque opositor contra el gobierno. Pero lo cierto es que en polÃticos no le fue bien, en términos electorales no les fue bien. En la elección sacaron unos 50.000 votos y en lo poco que yo pude hablar con ellos me decÃan que esperaban unos 200.000 votos.
De algún modo están pagando ser novatos en la polÃtica democrática que requiere cualidades diferentes a ser un militar exitoso como lo fueren. Eso es un costo que pagaron varios grupos desmovilizados de la guerrilla. Entienden que su proyecto no puede ser radical, tiene que ser un proyecto más abierto.
Existe un conflicto con la Ley Agraria aprobada durante el gobierno de Santos. Duque quiere modificarla y existe resistencias a los cambios. ¿Qué tan grave puede ser eso para el proceso de paz.
Es una situación muy frágil. Lo que se pactó es muy importante pero la capacidad de implementar eso es bastante cuestionable. Y entonces todo es frágil y eso se combina con dinámicas de exclusión que se están produciendo sino también con el hecho de que hay un montón de gente en armas. Eso puede terminar en un crecimiento de estos actores que serÃa dramático.
Más si Duque empieza a meterse en aventuras regionales. Porque ya sabemos quien manda: el que manda es Trump, no es Duque y el regaño que le acaban de meter a Duque desde Washington no es gratuito.
El gobierno está intentando dar una imagen de super aliado de Estados Unidos sin entender que en estos temas uno no es aliado de ellos. Por el contrario, uno es subordinado a Estados Unidos.
Trump abre una inesperada tensión con Duque por la fumigación de campos de coca
Usted hablaba de las crÃticas de Trump a Duque y ahà entra el debate sobre la fumigación de cultivos ilÃcitos con glifosato. ¿Es cierto que desde que se frenó la fumigación creció la superficie de cultivos ilegales?
Si. Eso es un dato objetivo, pero la solución no es volver a fumigar. Hay que cumplir con lo que se pactó con las comunidades y eso es la sustitución de cultivo con mucha presencia y ayuda del Estado para ayudar a buscar alternativa.
La fumigación puede permitir un mayor control de las áreas cultivadas pero estás generando otro problema muy grave y es la de la continua deforestación del paÃs porque los cultivos se trasladan, deforestando selvas y bosques. Y si terminan con todos los cultivos de Colombia estos pueden trasladarse a Ecuador o Venezuela. Entonces esa no es la solución.
Peor es más fácil entrar en una lógica de guerra y volver a instalar la idea de fumigaciones sin importar si la ONU dice que hay elementos cancerÃgenos o que acaban de castigar a la empresa Bayer por eso.
¿Usted está conforme con el acuerdo de paz? ¿Cree que se podrÃa haber hecho más? ¿Cree que es a lo que se pudo llegar?
Yo estoy conforme con lo que se pactó. Creo que contiene reformas importantes y que son reformas que contribuirÃan a la construcción de la paz en el paÃs. Desde las perspectivas de las FARC quizás podrÃa haberse hecho más, pero dada las cuestiones prácticas y la correlación de fuerzas creo que más no se podÃa. No es poca cosa lo que se logró y creo que el acuerdo es suficiente para comenzar a construir una paz duradera.
Sé que es una pregunta ambiciosa y muy amplia, pero ¿cómo se puede resumir la complejidad para encontrar una solución al conflicto armado en Colombia?
En cuestión de causas creo que uno de los ejes es la cuestión de la tierra y el acceso a ella. En Colombia las sucesivas confrontaciones tuvieron que ver con la tenencia de la tierra. Por caso, uno de los puntos centrales de la agenda de las FARC es una reforma rural integral.
Otro eje tiene que ver con la participación polÃtica. Un sistema que, aunque conservó algunas de las caracterÃsticas de una democracia liberal, fue en definitiva muy excluyente y donde prevalece una cultura polÃtica muy intolerante con la critica y el disenso. Colombia tiene un sistema cerrado. En términos de subsistencia de bipartidismo es uno de los más largos en a América Latina.
¿Entonces ese bipartidismo no dejó lugar de expresión a otros sectores?
Cuando el paÃs era rural quizás esas dos fuerzas captaban buena parte de las tendencias polÃticas, pero cuando dejó de ser rural para pasar a un 75% urbano, surgieron fuerzas crecientes en las ciudades sobre todo de izquierda y con diferentes matices, y ahà no encontraron un nicho en el cual participar en la polÃtica institucionalmente.
Si ves todavÃa existe una gran renuencia a permitir esa participación, vale recordar el esfuerzo que hizo las FARC en los '80 para crear un partido polÃtico a través de un movimiento institucional. Se lo llamó "el genocidio de la Unión Patriótica'". Esperamos que eso no se vuelva a suceder porque serÃa condenar al paÃs a otra ola de violencia.
Existe una tendencia en Latinoamérica a afirmar que el conflicto armado en Colombia es imposible de solucionar y entiendo que Usted refuta esa frase.
Cuando regresé a Colombia después de estar mucho tiempo en el exterior encontré una perspectiva demasiado ombliguista . Afirmaban que este era el peor conflicto del mundo, el más sangriento y por ende el más difÃcil de resolver.
Yo señalaba por entonces, que en Ruanda mataron 800.000 personas en dos meses y medio, y que para llegar a esa cifra en Colombia deberÃamos extender la violencia unos 150 o 200 años.
No es por minimizar la tragedia de las vÃctimas de Colombia, sino para poner las cosas en perspectiva. No es el conflicto más difÃcil de resolver, lo acabamos de demostrar llegando a a un acuerdo con las FARC tras un conflicto de 50 años y ciertamente no es el más sangriento.
También debemos reconocer que el conflicto en Colombia tiene una dinámica muy compleja y una fuente de financiación que hace que esto pueda perdurar por siempre que es el narcotráfico.
¿Eso serÃa una tercera causa del conflicto?
Yo dirÃa que es lo que permite que la guerra continúe. No sé si es una causa. Pero si es una fuente de financiación para todo los sectores y para algunos de los actores es la causa principal.
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- 214/04/1921:23De acuerdo con Oe, contraten un QA y traten de atajar los errores de ortografía, le quitan prestigio y seriedad al diario. Me da la impresión de ser un medio poco profesional. Las notas importantes deberían chequearlas con mayor cuidado.
- 114/04/1913:25Chiquis: editen un poco más. Es una muy buena nota, plagada de errores.