
Un sector del peronismo cree que el ex ministro es la llave para recuperar votos que rechazan al kirchnerismo. |
Nos guste o no lo que organiza la polÃtica argentina es el "partido del Estado" o el partido en el Estado. ¿Quién se presenta en 23 distritos bajo el mismo sello? Un solo partido: Cambiemos. Un partido que hace dos años no existÃa. ¿Pero dónde no se presenta Cambiemos? En la CABA, su terruño. En algo se parecen Cristina y Macri: en sus territorios de base más sólida no quieren internas que disputen un liderazgo que creen "natural". Pero Cambiemos pisa todos los distritos, y un trabajo rebuscado serÃa hoy hacer el mapa del peronismo en el paÃs: ¿bajo qué sigla, con qué referencias nacionales, dónde hay kirchnerismo fuera del AMBA o Santa Cruz, hay un lÃder del peronismo no kirchnerista? Cristina se quedó con la tercera sección electoral bonaerense y el progresismo porteño (progres y pobres), con eso rearmó su poder.
Randazzo mide poco, pero la fantasÃa que lo sostiene es recurrente y es creer que potencialmente representa "algo distinto" aunque todavÃa no se sepa muy bien de qué se trata. No es un tema de "números", sino una proyección del peronismo: ¿se pueden recuperar votos en territorios no kirchneristas? Massa lo hizo, cumplió la regla: "armen un partido y ganen elecciones". Armó un partido, ganó una elección. Y subsiste hasta hoy: se quedó con la clase media baja, el "moyanismo social".
Pero es habitual en el FPV esta tensión en pos de recuperar "mayorÃa": entre quienes creen en la polarización (kirchnerista) y quienes creen en la ampliación del perfil de la oferta, como le salió a Ecuador con LenÃn Moreno. Lo cierto: desde 2013 el peronismo viene perdiendo y parece no enterarse. ¿Hubo fórmula más polarizadora y pura que la de AnÃbal Fernández y Sabbatella? Perdió. ¿Y la oferta más contemplativa de Scioli? Perdió. Ahora el lazo que la derrota de 2015 cortó es el que unÃa al peronismo del interior (eso que llaman "conservadurismo popular", y que son muchos subsistemas provinciales) y el kirchnerismo, una identidad metropolitana que ocupa la escena y que en algún sentido es maradoniano: no se sabe qué equipo estrictamente puede dirigir, pero invade con su dramática. Fuera del Estado... el peronismo se partió. ¿Y qué no tiene el peronismo, entonces? Una sÃntesis.
El kirchnerismo después del poder se topa con los lÃmites de su propio "monstruo": la centralidad estatal de la polÃtica (el fisco nacional de rienda corta que Frigerio actúa con guante de seda) y las PASO, un instrumento para dirimir las "internas" que asegura el juego intra-partidario. Un dato a recordar es que Cristina siempre fue una polÃtica de partido, y eso la ponÃa bastante al lÃmite: podÃa ser parte del peronismo conducido por Menem y a la vez cuestionar ese liderazgo sin romper el partido. SÃntesis: ¿para qué existe una regla? Para que tengas más libertad de acción y la mÃnima responsabilidad de respetarla.
Conducir contradicciones
Nuestros grandes "partidos nacionales y populares" han sido de centro, en el fondo, por razones distintas: el radicalismo por vocación histórica y el peronismo por promedio. Tal vez incluso eso explica el mayor éxito del segundo. Pero los liderazgos populares siempre suponÃan administrar contradicciones ideológicas, vaivenes entre vanguardias y retardatarios. Desde Perón hasta AlfonsÃn, por nombrar a los dos que todos aman amar, tenÃan la delicadeza de saber que habÃa una tarea intransferible de "contención" y sÃntesis que asumÃa sólo el lÃder.
Perón no querÃa estar rodeado de miles de Maquiavelitos pillos que le imitaran su juego pendular, sino de representantes fieles de su "parte" en el peronismo, y él sintetizaba esas partes. Lo segundo que sabÃan los lÃderes era que, valga la redundancia, no podÃan "saber" todo lo que hacÃan sus hombres y mujeres. Es decir: sabÃan que su entorno de polÃticos, operadores y militantes también hacÃan polÃtica.
Veamos un ejemplo "exterior". En el documental sobre la negociación entre el gobierno de Zapatero (PSOE) y ETA se narran las conversaciones que inicia un polÃtico socialista de segunda lÃnea, cercano al ministro del interior Rubalcaba, con un referente de la izquierda separatista vasca. Cenas con vino y charlas sobre bueyes militantes perdidos en la noche de los tiempos. Esas conversaciones secretas, aisladas, sin permiso, resumen un viejo decálogo del operador polÃtico que solÃa describir Mario Wainfeld: hacer cosas a espaldas de los jefes, que los jefes no aprobarÃan pero que paradójicamente a los jefes les conviene que se hagan. Si sale bien, te premian. Si sale mal, sos el fusible. Ese margen de libertad creativa es el modo de producir poder. De esas desobediencias nacen mejores obediencias. Lo que ese paisano socialista comenzó a tejer en su conversación con el "etarra" hubiera sido motivo de sanción hasta que también esa mesa abrÃa una luz. Un dÃa se enteran, un dÃa contás arriba lo que hacés, un dÃa empezaste a construir algo. Un dÃa esa conversación empieza a ser una negociación. La polÃtica de valientes.
La polÃtica argentina tuvo en sus mejores capÃtulos una construcción colectiva de hombres y mujeres libres, en asociación. El peronismo parece haber mutilado su creatividad, su templanza, su complejidad y diversidad en pos de una narrativa dura (o el silencio). Y lo que discute con el telón de fondo de un cuadro social deteriorado es algo más que el liderazgo... es su futuro. DirÃamos, su existencia, más allá de la inercia, de la "resiliencia".
Conducir es también administrar las ambiciones ajenas. Años y años muchos charlistas colocaban su esperanza en un peronismo que estaba detrás del poder contingente del kirchnerismo, algo asà como un "Consejo de Sabios" gobernadores, intendentes o sindicalistas en los que se graficaba el "poder permanente" peronista. El poder detrás del poder. Eso no existió, el PJ fue un tigre de papel. El peronismo es siempre estructura y novedad: quien tiene una cosa y no la otra no tiene nada. Es un juego de equilibrios.
Las primarias
Las PASO nacieron para reorganizar la polÃtica tras la crisis en un sentido de mayorÃas y para organizar de algún modo las formas de vida interna. El mejor ejemplo es que se logró la unidad trotskista con una ley de la democracia burguesa. Fue una tardÃa respuesta al "que se vayan todos". Como dijo el sociólogo Ricardo Sidicaro: "cantaron que se vayan todos y solo se fueron los partidos". ¿Cuál fue el mérito de esa reforma polÃtica? Evitar que cada polÃtico arme su cuchitril. Buenos Aires estaba llena de ex ibarristas que armaban su Frente Popular y Prolongado con patrullas perdidas que iban, por ejemplo, a hincar el diente a los foros "por la ley de comunas", esas reuniones de "gente común" con sus cuadernitos Gloria todos escritos con birome roja y letra napoleónica describiendo para sà mismos dónde habÃa que poner las villas, los cartoneros o la policÃa. La ley de las PASO cortó de cuajo la extraña costumbre de que cada polÃtico tenÃa derecho a montar su kiosco con forma de partido.
De modo que, más allá o más acá de las PASO, el peronismo aparece sobre-girado en discusiones endogámicas. Puede hacer internas o no (ninguna cosa serÃa grave, que jueguen todos, que Cristina refresque el número de su representación), pero no pueden sobreactuar su drama interno porque eso lo sigue vaciando en una disputa sobre una más chica porción de torta electoral ("el fin del pueblo peronista", "la democracia de los segmentos").
La oposición le pide al gobierno que escuche y atienda los colectivos que desprecia (los sindicatos, las organizaciones, las minorÃas, los docentes, etc.), porque pese a que el gobierno "cierra" algunos acuerdos con sindicatos, su didáctica es clara: una opinión pública hecha de voces individuales, millones de personas libres y libres solo si son capaces de permanecer en esa libertad individual en la que resisten contra otros que no serÃan libres porque se asocian en colectivos. La libertad es individualista, la esclavitud es colectiva. La libertad es la de circular libres (como las personas, como los capitales). Permanecer en mi individualismo: mi progreso es mÃo, mÃo. Un ciudadano tan único que es in-colectivizable. Duran Barba es elaboradÃsimo pero en una entrevista de más de diez preguntas termina despotricando contra sindicatos y piquetes. Y simultáneamente quizás la sensatez le pide al peronismo que vuelva a escuchar a las personas, a los individuos, a los de a pie, a esos que no son solo "manipulados" por los medios, o esos que quieren el derecho a sentir que se ganaron por mano propia lo que tienen y que no viven dentro de las audiencias militantes; y que el macrismo con su construcción del "hombre común" supo reflejar bien (el abuelo de Macri fundó el partido Uomo Qualunque). La individuación de la sociedad es un dato realista que una comunicación polÃtica no puede resolver sólo ignorándolo, o sosteniendo su fe en que cada sujeto es social. Lo es, y aún asÃ...
Las elecciones de 2015 dijeron algo de la sociedad que el peronismo necesita oÃr. Resetearse mirando y oyendo, simplemente y por un rato, al hombre que está solo y espera.
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Un lìder polìtico tiene que escuchar por sobre todas las cosas,no sè si es una cuestiòn de fe solamente.